Vecinos del barrio Punta Alta de Garupá reclaman el acceso al servicio de agua potable. Son unas 60 familias que ya fueron censadas por el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) y que, como consecuencia de la medida de aislamiento social, preventivo y obligatorio quedaron sin poder acarrear el vital líquido caminando, en baldes que conseguían a varias cuadras del barrio.
Muchas familias suelen obtener el vital líquido a través de lo que pueden juntar de las lluvias o en cualquier naciente que exista en el barrio. Luego la “potabilizan” con lavandina o cloro.
“El tema es que no hay agua en el barrio, se presentaron notas solicitando una perforación pero sin ningún tipo de respuestas. Hay vecinos que están acá hace 20 años y nunca consiguieron que se concrete este pedido”, indicó Vanesa, coordinadora del Merendero Maoma, perteneciente al Movimiento Trabajadores Excluidos (MTE) y donde su compañera Liliana prepara la leche todos los martes y viernes para asistir a las 60 familias del barrio.
En el lugar existe una perforación, pero está a cargo de una vecina que “solamente le permite ingresar a cargar a quienes ella quiere. Lo que pedimos es que el Municipio concrete otra perforación para que pueda llegar a más hogares”, explicó Vanesa.
Vertiente contaminada
Según comentó, “un señor suele venir al barrio a vender agua para que la gente cargue sus tanques, pero hay quienes no pueden pagar, entonces van hasta el río para cargar aunque sea para lavar sus ropas y el baño, ya que uno se baña aunque sea con esa agua“.
“Para tomar agua en los días más calurosos, la gente va hasta el otro lado de la ruta donde los comercios de ese lugar le permiten juntar en baldes. Es un tramo largo y complicado y hay gente mayor que tiene que estar cargando el agua. Pero ahora, con el tema de la cuarentena por el coronavirus, la Policía y las fuerzas de seguridad controlan que nadie circule por las calles, entonces tampoco se puede ir a buscar”, lamentó.
En este contexto, el consumo del vital líquido proveniente de una vertiente de la zona, posiblemente contaminada, provoca enfermedades a los vecinos, en especial a los adultos mayores y a los niños. “Les sale sarpullido, van al Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS), se hacen los estudios en el hospital y les dicen que es como consecuencia del agua que consumen”.
“Encima se sumó esta pandemia que estamos enfrentando y donde la falta de agua complica la higiene. No podemos tener esta carencia tan básica”, indicó Roberto, otro de los habitantes del populoso barrio.
Los vecinos afirman que a lo largo de 20 años realizaron “numerosos trámites ante los diferentes intendentes pero nunca conseguimos que se concreten las obras pedidas de agua potable. Imagínense que tenemos que juntar el agua de las lluvias para tomar y encima está lloviendo poco y nada”.
El Gobierno municipal “cuando quiere nos envía un camión cisterna para cargar los tanques, pero es muy aislado, no una solución de fondo”. Además, exigieron al Estado que “cumpla con la Ley 27.453 de regularización dominial para la integración urbana, en el marco del registro nacional de barrios populares y que garantice el acceso a los derechos básicos a todas las familias que viven en asentamientos y barrios populares de la provincia”.