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Cuando el antiguo juez Sergio Moro aceptó acompañar al ultraderechista Jair Bolsonaro en el Gobierno de Brasil, hizo una apuesta arriesgada.
Entregaba su capital político como símbolo anticorrupción en la Operación Lava Jato a un diputado veterano e incendiario, un nostálgico de la dictadura.
La luna de miel acabó en abril, en plena pandemia, como un mal divorcio, con una acusación bomba contra el mandatario: Moro denunció que le presionó para cambiar al jefe de la Policía Federal y proteger así a sus hijos. El Tribunal Supremo investiga el asunto.
En una entrevista por videoconferencia desde Curitiba (al sur del país, 1,9 millones de habitantes), donde está confinado, Moro critica los arranques autoritarios de Bolsonaro, pero dice no ver riesgo de ruptura constitucional.
“Entrar al Gobierno, dejar la magistratura, fue una decisión difícil. Fui al Ministerio de Justicia para consolidar los logros [contra la corrupción] de los últimos años, combatir el crimen organizado y los delitos violentos. Fui percibiendo que esa agenda no tenía la prioridad necesaria y al final esa interferencia en la Policía Federal… Para un exjuez, el Estado de derecho es fundamental. Entendí que no tenía sentido permanecer en el Gobierno y que tenía el deber de revelar los hechos relacionados con mi salida incluso para proteger a la Policía Federal”, recordó Moro este miércoles ante el diario El País de España.
El exmagistrado también se refirió a los graves conflictos que el poder Ejecutivo mantiene con el Poder Judicial y que incluye a partidarios de Bolsonaro que han sido detenidos por actos antidemocráticos.
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Al respecto, Moro dijo: “En Brasil y otros países hay una polarización excesiva que dificulta mucho el buen funcionamiento de la democracia. Estos radicales representan el extremo de esa polarización. Debemos preservar la libertad de opinión, pero eso no ampara delitos, incluyendo las amenazas contra instituciones o personas”.
Ante la consulta de si aceptaría estar con el expresidente Lula da Silva, si él quisiera, en un frente por la democracia, el ex juez lo consideró “innecesario” y agregó: “Tenemos un Gobierno populista con arranques autoritarios y tenemos una democracia e instituciones sólidas. No creo que [la democracia] esté amenazada, pero ese tipo de arranques autoritarios evidentemente es indeseable“.
También opinó que la gran mayoría de los brasileños no pensó que esto ocurriría. “Mi entrada en el Gobierno fue vista por muchos como un elemento moderador. Con mi pasado de juez, me vi como una especie de garante de que no habría esos arranques autoritarios. Lo más relevante es que hay una reacción fuerte de la sociedad y de las instituciones. Tenemos un Supremo que actúa con independencia, un Congreso que funciona normalmente. La democracia brasileña está consolidada, esas turbulencias van a pasar“.
Al ser consultado sobre la presencia de los militares en el Gobierno brasileño, el abogado dijo que “no es necesariamente negativa“. “Ocurre en otros países sin que se piense que supone un riesgo para la democracia. Ahora, estas invocaciones constantes de las Fuerzas Armadas y la necesidad de reafirmar nuestros compromisos democráticos es algo realmente malo. Conlleva inestabilidad, ahuyenta las inversiones…”
No descartó ser candidato presidencial en 2022. “Estamos en un momento muy difícil. Tenemos una pandemia, un problema económico muy serio, con personas que pierden sus empleos, sus ingresos, empresas que cierran, y creo que cualquier debate sobre eso es absolutamente inoportuno“, respondió.
Finalmente, Moro criticó el modo en que el presidente brasileño ataca la crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus en su país. “Fue uno de los motivos subyacentes de mi dimisión. Que el presidente tuviera esta postura negacionista me hacía sentir incómodo. La pandemia no se enfrenta negando su gravedad. Eso hace que hoy tengamos 43.000 muertes por el coronavirus, lo cual es muy grave“, cerró.