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Cada vez que el historiador Francisco Roberto Unternährer (84) llegaba hasta el cementerio de Puerto Piray para visitar la tumba de su pequeña Iris, le llamaban la atención esas oxidadas cruces de hierro con inscripciones de los años 1910, 1914 y 1918. La curiosidad se tornó cada vez más fuerte hasta que un día se animó a preguntar a un hombre que también visitaba el camposanto sobre el origen de esas fechas. “Pensaba que la localidad había nacido con la radicación de la ex Celulosa Argentina pero me respondió que no, que era un puerto viejísimo, centenario, de acceso a San Pedro y a Bernardo de Irigoyen, y que su padre ya había trabajado allí”, manifestó.
Y ese fue el detonante para que este inmigrante suizo -nacido en Ebikon, Cantón de Lucerna-, establecido en el Departamento Oberá cuando tenía apenas un año, volcara lo acontecido en la localidad del Alto Paraná misionero en el libro “Historia de Puerto Piray”, publicado en 2014. “No había nada escrito, me intrigó y comencé a investigar. No soy académico ni investigador, sólo tengo los recursos de la escuela primaria (sexto grado) y me costó un poco librarme de los prejuicios que tenía. En el camino encontré a mucha gente que me decía, tenés que hacerlo”, contó, entusiasmado, quien hace 83 que vive en Argentina.
Su niñez transcurrió en la zona de Guayabera Las Treinta (colonia situada en un punto tripartito entre Oberá, Colonia Alberdi y General Alvear), en jurisdicción de la Capital del Monte. Como sus padres eran agricultores, después de asistir a escuelas de los alrededores (Nº357, Nº173 y Nº137), siguió sus pasos. A los 17 se dio cuenta que en el trabajo en la chacra no se registraban avances, y en 1953 ingresó a la Cooperativa Agrícola de Oberá (CALO), donde se desempeñó al frente del mostrador y en la oficina, hasta 1956.
Ese año probó suerte en un obraje de la zona de Dos de Mayo. Tras esa experiencia, regresó a la Zona Centro e ingresó a la ITA, que era el mayor secadero de té del mundo, que era de Francisco Kühnlein, y que estaba emplazado en Campo Viera. Después de un año y medio de tareas, se enteró que en Puerto Piray existía una fábrica de pasta celulósica.
“Sabía que en toda industria la posibilidad laboral era mejor, con un mayor sueldo y seguridad, por lo que en abril de 1960 me vine en busca de trabajo”, confió Unternährer, quien en las páginas debió volcar, inevitablemente, algunas cuestiones vinculadas a la fábrica, que en definitiva, es la que dio vida al municipio. “Me gustaba el sueldo que pagaban, la formalidad que tenían”, dijo, y agregó que en diciembre de ese año se casó con Telma Eva González, una joven oriunda de Candelaria, con la que tuvo cuatro hijos: Iris y Ulises Sigfrido, ya fallecidos, y María del Carmen e Ingrid Marisol. En la ex Celulosa Argentina (CA) trabajó hasta 1999, año en que se acogió a los beneficios de la jubilación.
Según el escritor, la fábrica se estableció en el lugar un poco por casualidad. Luego, miles de familias se asentaron a su alrededor. Contó que entre la década del 30 y el 40, CA necesitaba conseguir otra materia prima para elaborar pasta celulósica “porque la paja del trigo que utilizaban le generaba muchos gastos y poco tiempo tenían para recolectarla. Comenzaron a investigar qué madera podía haber y qué otra especie podía suministrar esa fibra. Hicieron pruebas en todo tipo de maderas y en la tacuara (tacuaruzú) que crece en la costa del Paraná y sus afluentes. Les llamó la atención la fibra larga y el bajo costo para elaborarla”.
Cuando los funcionarios de la planta llegaron a Eldorado y antes de sobrevolar la zona, se enteraron por Erik Kellner, piloto del Aeroclub Eldorado, que la tacuara no les iba a servir para el cometido porque cada 35 años florece, se seca y muere y deberían esperar unos 20 años para volver a cortarla. Alemán de nacimiento, formado y atento, el piloto les sugirió que fueran hasta San Pedro a ver los pinos. “Uno puede imaginarse las caras al ver los pinos de 1,50 metros de diámetro de 20 metros de alto esperando que alguien los industrialice. La única propiedad que estaba a la venta era el lote de Piray. Comenzaba en la costa del río y terminaba en Tobuna, totalizando 87 mil hectáreas”. Y fueron por ellas.
El día que Unternährer se disponía a afrontar el desafío laboral, comenzó su travesía de a pie -la ruta 12 pasaba por el kilómetro 18, no por el 6- cuando, a mitad de camino se detuvo un jeep y le preguntó si se dirigía hacia el puerto. “Le dije que sí, luego supe que era el supervisor forestal Guillermo Di Pietro. Quería saber los motivos de mi visita al lugar, le dije a buscar trabajo. Sí, hay trabajo, me contestó”, rememoró este jubilado que intentó seguir estudios secundarios pero encontró “muchas trabas” en el camino.
Siempre le llamó la atención que a diferencia de otros municipios de Misiones, éste no tuvo colonia. A entender del autor, el terreno era muy pedregoso y no era apto para ese fin. “Se necesitaba tierra colorada y eso Piray no tenía, a diferencia de Montecarlo y Eldorado, por eso no había progresado, no se había integrado a las colonias, a la colonización, porque su terreno era muy quebrado.
Ellos tenían idea de forestar, y en ese terreno, los pinos y eucaliptus crecen igual, entonces compraron los lotes y comenzaron a explotar la madera”, contó. Añadió que primero era difícil, tenían la picada que la volvieron transitable y después hicieron la ruta, hoy 16. “En ese entonces tenía la particularidad que no había ninguna subida empinada, o sea que en 1948, los semis de 18 o 20 toneladas podían ir y venir sin problemas, mientras que en otro lugar de Misiones no podían transitar.
Era tal la cantidad de pino que había -las industrias terciadas que existían en San Pedro y Eldorado utilizaban esa madera-, que CA tuvo la idea de instalar la fábrica”, manifestó. Adquirieron en Suecia una fábrica que habían clausurado por la enorme contaminación ambiental que producía, la trajeron a Argentina. La terminaron de instalar en 1956 y estuvo en marcha hasta 1996. Ya en 1942 comenzaron forestando con araucarias cuyas semillas don Fausto Negrotti traía desde Brasil.
Trabajo de hormiga
Unternährer comentó que cuando se crearon los departamentos del Territorio Nacional de Misiones, “Puerto Piray no figuraba como tal. Y Piray existía. Era el único poblado al norte de Corpus, que estaba un poco ordenado. Con esas bases comencé a investigar”. Entre otras cosas, viajó a Posadas, donde se entrevistó con el profesor Juan Alberto Portel y visitó la biblioteca de Kaul Grünwald, que tenía muchos libros de autores del siglo antepasado, que habían venido a Misiones. Entre ellos estaba Queirel, Peiret, Burmeister, Holmer, Ambrosetti.
“Leí esos libros y conseguí mucha información para comenzar a escribir y a recopilar”, afirmó. Ese trabajo “me llevó bastante tiempo porque no había nada. En 2014 publiqué cien ejemplares y en 2016, otros cien, que tienen más información, principalmente sobre la educación, los clubes deportivos y sobre las cosas chicas del pueblo”.
Como los miembros de la Junta de Estudios Históricos de Misiones siempre lo veían buscar antecedentes, lo invitaron a ser parte del grupo, al que se incorporó en 1994. “Me preguntaron si era revisionista porque hacía el rescate, lo que no estaba hecho. Sí, contesté, pero no contradigo a lo que está hecho. No tuve tiempo de sentarme conmigo mismo para ver si era útil lo que hacía o no”, dijo quien se considera “inquieto” y “siempre interesado en la historia”.
Unternährer es partidario de que “si uno ve que hay algo que se puede hacer, hay que hacerlo. Es como dice el dicho, lo que debe hacer un hombre es tener un hijo, escribir un libro y plantar un árbol. Puedo decir que tengo las tres cosas hechas para sentirme bien.
Tuve mucho apoyo de CA porque trabajé en almacén, en contaduría, en caja, y como sabía hacer bien la tarea, me sobraba tiempo. Entonces ocupaba ese tiempo en recopilar cosas, leer libros. Nunca tuve problemas”, al punto que cuando se hizo el Primer Congreso de Puertos Argentinos, en Buenos Aires, le pagaron el pasaje y la estadía a fin de que el historiador asista y presente allí la “Historia de Puerto Piray”. A pesar de la importancia del tema, el libro fue presentado sólo en la localidad porque “todos lo sabían pero a nadie le interesó y, a esta altura, no podía estar pidiendo.
No es una cosa inventada, conflictiva ni le contradice a nadie. Todo lo contrario, porque hasta ese entonces Piray no tenía absolutamente nada. Y cuando me enteré que era el primer puerto del Alto Paraná, entendí que era un doble motivo” para llevarlo a cabo. Ese puerto llegó a tener hasta siete barcazas cargando y descargando. CA producía tres mil toneladas de pasta por mes y había que acopiar 300 toneladas diarias de madera para generar la materia prima.
Felices por el sueño cumplido
Su hija, María del Carmen Unternährer, consideró que el libro fue la concreción de un sueño “de mi padre. Hacía muchos años que venía recopilando antecedentes sobre los orígenes de Puerto Piray. Para investigar viajó al Brasil y acudió a la Biblioteca Nacional. Tenía anotaciones, una montaña de información que era necesario organizar y tabular.
A partir de toda esa información y de los escritos que poseía, empezamos a esbozar lo que pretendíamos que se convirtiera en una publicación, que en un lenguaje sencillo, contara con certeza la historia de nuestro querido pueblo”. Sostuvo que no fue un trabajo fácil, pero “cuando hay voluntad todo se puede. Mi hermana Marisol se ocupaba de recopilar las fotos y clasificarlas, mi papá y yo de la redacción, y mi madre nos alentaba a seguir trabajando en ese proyecto”.
Contó que para la compaginación “contamos con la colaboración de los chicos de la imprenta, que nos guiaron y nos hicieron sugerencias. Para la tapa se nos ocurrió un mapa de Misiones, que reflejara la ubicación geográfica de Puerto Piray, y una araucaria, como símbolo que representa al pueblo”. Durante el acto oficial de un aniversario del pueblo y fiesta de su Santo Patrono, San Francisco de Asís fue presentado el libro que contenía la “Historia de Puerto Piray”.
Debido a la pandemia María del Carmen no puede visitarlos, por lo que “quiero aprovechar este medio para saludarlo en el Día del Padre y enviarle un fuerte abrazo. Se suman al saludo sus nietos Rocío, Roberto, Victoria e Iris”.
Marisol Unternährer, manifestó que “siento una gran satisfacción y orgullo que tantos años de investigación puedan ser compartidos con los demás. Mi papá nos tuvo a nosotros, escribió un libro y plantó miles de árboles autóctonos en la entrada de nuestro pueblo que lamentablemente han sido saqueados y destruidos”.