Fue un pase aéreo, un desvío en el camino y una pelota que nunca terminaba de bajar. Y como suele suceder en ese tipo de jugadas, un cóctel de factores -velocidad, distancia, tiempo- que confluyeron en una decisión trascendental. La chilena y el golazo recorrieron el mundo y hoy están inmortalizados en YouTube.
El autor de tremenda jugada es el misionero Pablo Martín Antúnez (23). No fue una más ni para él ni para sus compañeros. Es que fue con la Selección Argentina, en plena Copa América 2018 y nada menos que ante Brasil. Sin embargo, aquel grito trascendió lo deportivo y se transformó en bandera de una lucha que pocos conocían hasta entonces. La realidad de las personas de talla baja, por fin, había llegado a los ojos del mundo.
“Con el fútbol empezamos a mostrar que no somos raros. Fue nuestra carta de presentación para mostrar que somos personas normales. Hoy mi sueño es que venga otra generación de talla baja sin miedo, sin barreras, que venza al miedo”, le cuenta Martín a EL DEPORTIVO, con los ojos puestos en lo que se viene.
El oriundo de Puerto Rico habló sobre su infancia, sobre la discriminación y sobre la importancia de la contención, razón por la cual ideó la Asociación Misionera de Talla Baja, entidad cuya conformación ya está en marcha. El fútbol y la pelota le hacen frente a la exclusión.
Martín, ¿en qué momento te percibiste como una persona de talla baja?
Cuando uno es chico, crece a la par de los demás. Pero llegó un momento en que mi mamá se dio cuenta que había dejado de crecer. Como no vengo de una familia alta, entonces no se veía nada raro. Imaginate que mis padres tienen entre 1,60 y 1,65 de altura. Pero yo no crecía a la par de mis compañeros. Me hice un estudio en Posadas y salió que no iba a crecer más por un problema de hormonas. Yo tenía 10 años. Había maneras de tratarse y todo, pero en Puerto Rico, mi pueblo, siempre me trataron bien. Ese no es el caso de la mayoría, que sufre mucho por la discriminación. Yo nunca sufrí nada de eso, en Puerto Rico siempre me contuvieron. En la escuela, alguno que otro me jodía, pero siempre tuve amigos que me contuvieron mucho, que me defendieron, que siempre me rodearon.
A esa edad, ya habías empezado a jugar al fútbol…
Sí, yo empecé a jugar a los 5 o 6 años, me llevó mi papá a jugar fútbol de campo. Y cuando tenía 14, empecé a jugar al futsal con un equipo de Garuhapé, ACG Futsal, con el que tuve la oportunidad de jugar tres torneos nacionales, siempre hablando de jugar con jugadores promedio, por así decirlo…
¿Y cómo surgió la posibilidad del fútbol de talla baja?
Bueno, yo antes jugaba futsal de manera convencional. No sabía que existía un fútbol para personas de talla baja. Y fue un chico de Corrientes, Facundo Rojas, el encargado de todo este proyecto, quien me invitó. Y ahí empezamos con todo esto. Al principio éramos poquitos, cuatro o cinco. En el 2014 se había fundado la Asociación Correntina y yo empecé al año siguiente…
¿Ese fue el inicio? ¿En Corrientes?
Claro, Facu arrancó con este sueño en Corrientes, también por la misma condición. Él jugaba en Mandiyú y también llegó un momento en que empezó a notar diferencias físicas con una persona promedio. Él quedó muy frustrado, muy sentido. Pero con su familia y con mucho apoyo, se propusieron llegar lejos. Así empezaron con la Asociación, comenzaron a sumar chicos de otras provincias y poco a poco empezó a tener convocatoria. Y así se fueron construyendo asociaciones en todo el país, se hizo contacto con la AFA, con Messi, con Maradona. Yo no tuve la suerte aún, pero muchos de los chicos pudieron conocerlos…
¿Y la Selección Argentina?
La Selección Argentina de talla baja nace de todo ese rejunte. Es que las asociaciones se empezaron a legalizar, surgió la federación y así logramos tener el aval de la AFA. Nuestro fútbol sigue siendo amateur, pero ya tenemos el aval de AFA, entonces ya es algo más serio. La Selección nació en 2016 y yo quedé convocado desde el principio. Hay lugares donde no pude viajar por el estudio, porque estoy en tercer año de Trabajo Social, en Humanidades, acá en Posadas.
Para tenerlo bien en cuenta, el concepto correcto es el de talla baja…
Así es. Nosotros queremos dejar de ser enanos y ser talla baja.
¿Cómo es el fútbol de talla baja? ¿Qué particularidades tiene?
Nuestro fútbol tiene su propio reglamento y se juega con cinco jugadores y un arquero por equipo. Son seis en la cancha. El arco es similar al de futsal, pero el travesaño está unos centímetros más abajo. El saque lateral, por ejemplo, se cobra de manera diferente a lo convencional, desde el pecho, porque hay chicos que no tienen la misma movilidad en los brazos.
¿Qué es lo más groso que viviste con la Selección?
Hay muchas cosas. Ya viajé tres veces a Río de Janeiro para jugar, tres veces a Perú, a Asunción. Pude recorrer mucho con el fútbol. Y uno de los recuerdos más lindos es la primera Copa América, que se jugó en Buenos Aires, en 2018. Ese fue el primer salto hacia lo internacional. Ahí jugamos nueve países y salimos subcampeones tras perder la final con Paraguay. Todos esos son logros importantes. Además, Argentina es el país fundador del fútbol de talla baja, entonces tenemos representantes que se encargan de viajar por el mundo y enseñar sobre esto. Y así surgió la posibilidad de organizar el primer Mundial, con 27 selecciones participantes, que será el año que viene en Buenos Aires. Y también en 2021, en octubre, es la Copa América en Perú. También teníamos un viaje por España en abril, pero se canceló por el tema del coronavirus.
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¿Argentina ya fue campeona en algún torneo internacional?
No, aún no. Sí hemos salido campeones de un triangular que se hizo en Perú, en 2017. La potencia ahora es Estados Unidos, por lo menos de lo que conocemos. Porque esto es algo muy nuevo y todavía no conocemos bien al resto de las selecciones.
¿Sos el único misionero en la Selección?
Sí, pero la idea es esa, poder difundir y que haya otros chicos que se animen. Sucede que muchos de los chicos están guardados, tienen miedo a la sociedad, a la discriminación. Es algo muy duro todo eso.
Dijiste que en Puerto Rico te sentiste siempre contenido… ¿pero qué te cuentan tus compañeros al respecto?
Es como que esa discriminación fuera más fuerte en ciudades más grandes, como en Córdoba o en Buenos Aires. Ahí sí se sufre día a día. Ellos me cuentan que en la escuela sufren mucho, en el transporte público, a la hora de ir al banco. Para mí, todo es una construcción, porque como la gente te ve diferente, que no tenés las mismas condiciones, es como si fueras de otro mundo y te tratan de manera diferente. Es un problema que también viene de la familia.
¿Recordás alguna situación en particular?
Mirá, nos suele pasar, por ejemplo, que nos cruzamos en la calle con una familia, con chicos, y el nene se da cuenta y le dice a la mamá algo así como “mirá, el nene creció chiquito”. Y ahí uno escucha que la madre o el padre, en vez de enseñarle a incluir, a darle herramientas, le dice que no se acerque, “que por ahí te hace algo”. Y ahí es donde se genera esa construcción de la que te hablo. Por eso nosotros decimos que con el fútbol empezamos a mostrar que no somos raros. Es nuestra carta de presentación para mostrar que somos personas normales.
Volviendo al fútbol… lo de la Copa América fue algo inolvidable para vos…
Sin dudas. Vivimos una experiencia increíble. Tenés gente, tenés presión, tenés a disposición un hotel, un colectivo, mucha gente armando todo y vos sólo tenés que ir a jugar. Es algo muy emocionante y creo que nadie de los talla baja nos imaginábamos llegar a esto. Mucho menos, pensar en que podíamos jugar un Mundial. Mirá, en esa Copa América hasta estuvimos en el predio de la AFA en Ezeiza, nos hospedamos en el hotel Marcopolo, donde la Selección se hospedó antes de México 86, pudimos conocer al “Chiqui” Tapia… Fue todo muy loco.
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Y ese gol tuyo de chilena fue increíble, recorrió el mundo…
(Se ríe) Encima hice dos de chilena, uno en cuartos de final ante Chile y ese otro, que fue el más conocido, contra Brasil, en la semifinal. Estábamos perdiendo 1-0 y con ese gol empatamos. Al final, ganamos 2-1. Y ese gol tuvo una repercusión tremenda, me hicieron un montón de notas, me etiquetaban en todos lados, me invitaron a programas de televisión, hasta jugamos al fútbol contra el equipo de “Programa sin Nombre” de TyC Sports… Una locura…
¿Te sorprendió verte en la tele?
Sí, sí, claro. Muchos también se tomaron de eso para reírse, seguía esa reacción que hay que cambiar. Pero fue muy buena la difusión, porque ayudó también a mostrar que los talla baja tenemos lindo fútbol, buenos talentos… Sobre todo, sirvió para eso…
¿Cuánto tiene que ver todo ese éxito con la contención de la que hablabas?
Es muy importante. Lo de la Copa América fue muy fuerte, se suman todos los sentimientos. Por eso, sin la familia, no hubiésemos llegado a nada de esto. Cuando arrancamos, todo era a pulmón, teníamos que hacer venta de pollos para recaudar fondos. Y ahora AFA nos apoya con todo lo que es indumentaria y transporte cuando son torneos internacionales. Ahora nosotros recorremos diferentes lugares del país y hacemos partidos de exhibición, todo a beneficio. Así hicimos años atrás en Puerto Rico, que jugamos para dos escuelas que en ese momento la estaban pasando muy mal. Tenemos esa rama social.
¿Cuánto falta para que la asociación en Misiones sea una realidad?
Los papeles ya están entregados. Se va a llamar Asociación Civil Talla Baja Misiones. No va a ser sólo para el fútbol, la idea es que sea para todo tipo de contención. A nivel nacional tenemos competencia en bádminton, natación, ahora también está la Selección Argentina femenina. El objetivo va a ser brindar contención a todos los chicos, hacer cursos, preparar apoyo, brindar asistencia psicológica para quienes les cuesta más romper esa barrera y salir adelante. Por eso también aprovecho ahora para que si alguien conoce a algún talla baja, que se comuniquen conmigo en las redes, Martín Antúnez, que estamos para ayudar.
¿Qué sueño pendiente te queda como jugador?
Creo que con jugar el Mundial, ya está. Y si la copa se queda acá, de diez. Todo esto fue nuevo, hermoso, lindo. Nunca lo imaginé. Por ahí uno se frustra cuando es chico y deja de jugar al fútbol. Pero al ver que esto tiene otra proyección, que podés ayudar a los chicos, la verdad que eso nos llena como personas. El sueño ahora es que venga otra generación de talla baja sin miedo, sin barreras, que sepa que puede jugar al fútbol, que hay una selección. Ese es mi sueño ahora.
¿El fútbol te cambió la vida?
No sé si se puede decir que me cambió la vida, pero sí que me reconoció de otra manera, no solamente por ser talla baja. Con el fútbol demostré que se puede, que puedo demostrar mi talento, que es lo que mejor hago.
El apoyo de Yamila, un sostén clave
Y si de contención se trata, además de su familia, Martín también cuenta con el apoyo de Yamila, su pareja, quien se animó a unas breves palabras con EL DEPOR.
“Yo también soy de Puerto Rico. Nos conocimos allá y primero éramos amigos. Yo me estaba por ir a Buenos Aires, y bueno, pintó el amor”, cuenta Yami, con una sonrisa.
Lo cierto es que ambos finalmente se quedaron y empezaron a cursar juntos Trabajo Social. “Y así nos vinimos a vivir acá a Posadas. Estamos juntos hace dos años”, confiesa uno de los sostenes de Martín.