Ángel María Olivera, nació en Leandro N. Alem pero toda su infancia y adolescencia la vivió en San Javier. Desde el 2007 reside en Posadas, justamente el 11 de julio cumple 13 años viviendo en la capital provincial. Es diseñador artístico, confeccionista de Alta Costura, de Prêt-à-porter y de ropa urbana.
Su historia con el diseño comienza a los 9 años, a esa edad empezó a dibujar y fue cuando ocurrió un evento que marcó su fututo: “me regalaron una muñeca a la que vestía de novia y la hacía desfilar, sin saber que con esos juegos me orientaba a mi profesión”.
Soy fanático y perfeccionista en la realización de corset y sigo estudiando y perfeccionándome. En estos momentos estoy trabando en la comparsa Caprichosos do Samba de San Javier como diseñador y asesor de trajes”
De familia de dibujantes, músicos, peluqueros y artesanos, siempre recuerda que sus primeros pasos fueron en el mundo de la música. De hecho estudió y se recibió de Profesor de Música y Piano.
Pero su mente estaba en el arte de crear moda. “Al principio no quería aceptar mi talento, que en paralelo fue creciendo pero como un hobby. Esto porque creía que no lograría explotarlo”.
Pero la pasión por los colores y las formas fueron más fuertes, una herencia de su abuela materna “a quien siempre admire, ella confeccionaba vestidos de alta costura. Incluso, conservo el vestido de recepción de mi mamá, realizado por mi abuela”.
En su adolescencia, “cuando falleció mi papá tuvimos problemas económicos en casa. Y comencé a hacer mi ropa. No sabía coser, entonces diseñaba las prendas y las llevaba a una modista para que las confeccione. Hasta que un día tomé una máquina de coser y por lógica empecé a hacer moldes, nunca estudié ya lo tenía incorporado”.
A los 19 años comenzó a diseñar los trajes para la comparsa imperial Samba Show, de San Javier y para cumplir con sus metas estudió el trabajo con alambres y estructuras en los trajes.
Su sello y su espontaneidad lo llevaron que lo convocaran de la comparsa Maringá, de Concepción de la Sierra. “Trabajé paralelo con las dos comparsas y años más tarde decidí quedarme con Maringá, donde además de diseñar me encargaba de la dirección artística y la realización de estructuras de alambre, fueron 11 años con ellos”.
Llegó a Posadas con un sueño: “quería trabajar con Adriana Mayol, considero que fue la mejor diseñadora y artista que tuvo Misiones”.
Y nos cuenta cómo lo logró, “yo viajaba a Posadas y a Paraguay a comprar géneros, cuando conocí al asistente de Adriana, Leo Coronel y me animé a decirle que si necesitaba a alguien para trabajar que me llamaran. A las dos semanas me llamaron y me vine con una mochila y 30 pesos porque supuestamente trabajaba un fin de semana, pero nunca más me fui. Estuve cinco años con Adriana hasta su último día de vida. Aprendí todo, me pulí, desde ahí hasta hoy las puertas se abrieron, la gente me conoce por mi trabajo que es lo que yo buscaba”.
Su marca se expandió a otras provincias, “tengo demanda en la realización de ropas de alta costura y también de vestuarios para teatros en Buenos Aires”.
En el 2017 se consagró como “Embajador del diseño” y obtuvo el título de “Primer Embajador del Diseño”. Actualmente conforma la mesa del jurado que selecciona a los mejores diseñadores de Misiones en La Ruta del Diseño Misionero, para competir por el título de Embajador del Diseño en Cataratas Day.
El creador se plantea muchos retos futuros y asegura: “ahora que los eventos están suspendidos por la pandemia, llega el momento de reinventarnos, así que estoy realizando ropa urbana, pijamas, joggers, barbijos, etc. Pero además, trabajando en un protocolo para comenzar a enseñar Corte y Confección y Moldería. Así las personas aprenderán a realizar moldes, sacar medidas y confeccionar sus propios atuendos o tomar mis enseñanzas para tenerla de profesión”.
La pasión con la moda
Ángel asegura que “exploté profesionalmente jugando”. Y entre sus primeras anécdotas, relata el casamiento de su amiga quien le pidió que le diseñe el vestido de novia; “yo entendí que quería solo el diseño pero no, quería también la confección. Y le dije que nunca lo había hecho y ella respondió: ‘confío en vos, sé que podés’. Entonces le saqué las medidas y ella viajó a Buenos Aires. Cuando regresó, a dos días de su casamiento se lo probé y le quedó perfecto, sin tener que hacer ajustes y me dije: ‘es lo mío’. Desde ahí no paré más”.
Susana Breska Sisterna
Lic. En Comunicación Social
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Fotos Gentileza: E. Pauluk// F. Friedrich//
Parte de la producción fotográfica se realizó en el Instituto Horacio Quiroga de Posadas agradecemos a Dorelia Marcuzan.