La mirada del traceur es totalmente diferente a la del montón. Lo que cualquiera puede percibir como un edificio es, para su perspectiva, apenas un obstáculo. Una plaza, con sus monumentos y bancos, se transforma entonces en una pista.
El parkour nació como un entrenamiento militar pero, con el tiempo, encendió la chispa de los más aventureros y mutó hacia una filosofía urbana, con cosmovisión y reglas propias.
Tras varios años de desarrollo prácticamente oculto, discriminación mediante, se ganó su lugar dentro del deporte. Hoy el parkour es federado y va camino a estar en los juegos olímpicos de la juventud, en Dakar 2022.
Aunque se trata de una comunidad incipiente, Misiones también tiene parkour. Y EL DEPORTIVO quiso conocer a dos de sus protagonistas, en vísperas de que la Confederación Argentina de Gimnasia, Federación Misionera mediante, inicie la primera capacitación oficial destinada a la modalidad.
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Nadie es profeta en su tierra
“El parkour se trata de usar sólo tu cuerpo para desplazarte a través de obstáculos urbanos y naturales”. La explicación es de Ezequiel Luna (18), quien nació en Buenos Aires pero desde hace cuatro años vive en Itaembé Miní, hacia el sur de Posadas.
Como suele suceder, las ciudades grandes fueron las primeras en sumarse a la moda del parkour, que nació décadas atrás en Francia. Y desde allí, lentamente, la disciplina amplió sus horizontes hacia el resto del país. Ezequiel, en buena medida, es un ejemplo de aquello.
“Yo arranqué mirando videos en YouTube. Tenía 12 y nunca había oído hablar del parkour. Empezamos con un amigo en el Parque Domínico, pero lo practicábamos sin saber mucho más que lo que veíamos en los videos”, relata Luna.
Si bien nació en los cuarteles, el parkour no tardó en generar un vínculo con lo urbano. Y es ese código de la ciudad el que rápidamente lo contactó con un grupo de traceurs, como se les llama a los practicantes del parkour.
“Empecé a moverme por todo Avellaneda y ahí entendí qué eran las RT, una abreviatura de Reunión Traceur”, recuerda, en relación a las citas organizadas mayormente vía redes sociales y en espacios públicos, para practicar.
Ezequiel practicó unos dos años en Buenos Aires, hasta que en 2016 debió mudarse a Posadas por cuestiones familiares. Fue todo un desafío. “Cuando llegué, no conocía nada. Entonces salía del colegio y recorría el centro de Posadas en busca de lugares para practicar. Enseguida creé una página de Facebook, Jumperfly (del inglés “saltador que vuela”). Me contactaron dos chicos y empezamos a reunirnos. El primer punto de encuentro fueron las mesas de ping pong que están en El Brete”, sintetizó Luna.
Ezequiel se transformó entonces en uno de los referentes locales. Se fueron sumando cada vez más chicos al punto que tuvo que crear un grupo de WhatsApp. “Ahí casi que me sentía un profesor (se ríe). Yo traté de transmitir lo que había aprendido en Buenos Aires y, a su vez, fui aprendiendo también de los chicos”.
“Empezamos a hacer eventos y recorrer diferentes lugares, como el Centro del Conocimiento, la plazoleta de Roque Pérez y Buenos Aires (N. de R: donde están emplazadas las columnas de la Misión Jesuítica de Santa Ana) o la arena de El Brete, especial para tirar saltos mortales”, explica Eze.
Claro que saltar y saltar sin más que el propio cuerpo también tiene sus riesgos. “Me he pegado porrazos de otro mundo (se ríe). Pero todo es parte de la filosofía del parkour, o lo hacés por tu propia cuenta o no lo hagas. Mucha gente se cae por el miedo, pero es eso, la búsqueda constante de superarse. Hay que seguir moviéndose”, aclara. En las ciudades grandes ya existen gimnasios de parkour, con colchonetas y otras medidas de seguridad. En Posadas llegó a haber uno sobre calle Buenos Aires, pero cerró.
De regreso a la filosofía del parkour, si bien la misma propone que la única competencia es con uno mismo, la incorporación de la disciplina a la Federación Internacional de Gimnasia (FIG) en 2017 generó cierta expectativa en los traceurs. Y también, claro, posiciones encontradas.
“El espíritu va a ser el mismo, más allá de que ahora se pueda competir. Esto nos tiene que servir para difundir el parkour, para transmitir nuestra filosofía, que apunta a que uno se conozca a sí mismo, cuáles son sus límites, hasta donde puede llegar. ¿A quién no le gusta correr o saltar? Es la posibilidad de que mucha gente pierda el miedo y comience a entrenar. Y también de poder representar a tu lugar en el país y el mundo. Es una puerta que se abre”, opina Ezequiel.
Con filosofía propia
Más allá de la difusión que le dio Eze al deporte en Posadas, cuando llegó ya había traceurs en la capital provincial. “Pensé que era el primero, pero acá ya había un grupo practicando”, aclara Luna. Uno de ellos fue Juan Maciel. Otro, Edgardo Vallejos (29), quien hasta hoy continúa con la práctica y también se inscribió en la capacitación virtual que en los próximos días brindará la Confederación Argentina de Gimnasia (CAG).
“Yo descubrí de grande la disciplina y por eso quizás no pude hacer una carrera. Comencé hace cuatro años y hoy tengo muchas ganas de capacitarme y seguir avanzando en esto”, explicó a EL DEPOR el propio Vallejos, un autodidacta del parkour, casi como el resto de los traceurs, quienes revalorizan la experiencia propia sobre cualquier otro atributo.
Edgardo es todo un estudioso del parkour. Cuenta que la actividad nació hacia los 70 dentro de las fuerzas armadas francesas, como método de entrenamiento, y que de a poco, a cuentagotas, se transmitió por fuera de la institución militar.
“Se fue expandiendo y su práctica se popularizó lentamente, quizás de forma marginal, por lo que implica la espectacularidad y el riesgo que tiene. Fueron, por ejemplo, hijos de esos militares quienes comenzaron a practicarlo en sus barrios. Y así se fue creando esa filosofía de la amistad, que tiene mucho de humanismo, de solidaridad”, teoriza Vallejos.
Edgardo subraya esa cultura que subyace al parkour. “Desarrolló sus propios valores y creó formas de transmisión horizontales, más allá del verticalismo con el que nació en la academia militar. Eso es lo que hace que hoy se valore tanto el cuerpo y el entorno”, define el posadeño, quien agrega que, aunque no se lo mencione, el parkour está presente desde hace años “en el cine o en el circo, pero pasa desapercibido como tal”.
Vallejos cuenta que la disciplina se instaló en Posadas hacia 2012 y, desde entonces, tuvo un crecimiento lento pero firme. El año pasado, por ejemplo, la comunidad nacional ideó una propuesta para unir a todos los traceurs.
“Se juntaron en Córdoba, Mendoza, Rosario y Buenos Aires, los lugares más fuertes. La comunidad es muy diversa y tiene muchos subgrupos. Se hizo un relevamiento nacional y hay algunos números, pero es muy difícil saber si efectivamente llegamos a todos los rincones”, explica.
Justamente, al reunir tanta diversidad, la incorporación del parkour como deporte generó los desencuentros ya mencionados. “Las posiciones son diversas, están los que se aferran a lo tradicional y los que no. Nosotros tratamos de equilibrar un poco. Esta fue una buena noticia, siempre y cuando no haya una ruptura con nuestra esencia, con lo original”, opina Vallejos.
No obstante, para Edgardo, la convocatoria de la Federación Misionera de Gimnasia cayó bien. “Yo estoy contento por poder ser parte de una entidad tan prestigiosa. Además, esto nos puede posibilitar una expansión territorial y mejores condiciones de práctica. Y eso no significa que la comunidad artística no se pueda desarrollar. Creo que la libertad siempre va a estar garantizada por nosotros mismos”.
La expectativa de los traceurs está puesta, primero, en la referencia que hoy por hoy significa Micaela Buono Pugh, la porteña que actualmente es sexta en el ranking mundial. Y segundo, en la posibilidad de que el parkour haga su debut oficial en los Juegos Olímpicos de la Juventud Dakar 2022, después de participar como deporte de exhibición en Buenos Aires 2018.
“Ver al parkour en los Juegos Olímpicos sería un gran orgullo. Y me gustaría algún día ver a un misionero en ese nivel. El potencial en Misiones es enorme. Todo esto es un desafío para nosotros, porque se abre un mundo de posibilidades. Ahora está en nuestras manos conquistar lo que viene”, se ilusiona Vallejos.
¿Cómo es la competencia?
La Comisión Técnica de Parkour de la Confederación Argentina de Gimnasia emitió el año pasado un reglamento técnico que establece parámetros para la práctica deportiva de la disciplina. En el mismo se enumeran cinco formatos de competencia que, en el caso de torneos, se desarrollan en pistas o espacios especialmente preparados para tal fin.
La primera modalidad se llama Speed (SP) y consiste en una carrera cronometrada en la que se deben superar obstáculos utilizando movimientos específicos. La segunda es Freestyle (FS), que implica desplazarse por la pista durante un máximo de 80 segundos mediante la realización de movimientos acrobáticos para mostrar creatividad y maestría.
El tercer formato es el de Skills (SK), que proporciona desafíos en una pista compuesta por una cadena de movimientos que busca evaluar la versatilidad; mientras que el cuarto formato es una Carrera de Postas (CP), una prueba de velocidad con 2 integrantes por equipo e intercambiando postas en determinados puntos del circuito.
La última modalidad es la de Captura (CAP), que consiste en capturar el velcro de color del adversario a través del circuito. Este último puede ser 1 vs 1, 2 vs 2 o incluso 4 vs 4.