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Salir de una operación del corazón y subirse al micro para viajar a ver a River… o colarse en la tribuna del equipo rival y morderse para no gritar los goles del Millo… o tunear el auto con fotos del equipo son sólo algunas de las muestras de amor de Miguel Fernández (56) hacia el club de Núñez. Fana de River desde siempre, se pasea por Posadas con su Renault Sandero ploteado de blanco y rojo, con fotos del equipo que se consagró en Madrid a fines de 2018. “Es para que nuestros primos no se olviden”, dijo entre risas en una charla con EL DEPORTIVO este “loco” por River desde la cuna.
Miguel es vendedor ambulante y está casado con Nélida, que es hincha de Boca “pero no fanática, si no le pido el divorcio” y juntos tienen cinco hijos. “Son todos hinchas de River, al que sale de Boca le saco la herencia”, se ríe. Luego la familia creció y se sumaron tres nietos. Una de las nietas de Miguel, cuando “me quiere pelear” le dice que es hincha de Boca. “Pero no, no, son todos hinchas de River”, aseguró este hombre que también tiene un costado solidario. Junto a su señora dan de comer a más de 90 personas todos los sábados en el barrio Las Vertientes de esta ciudad. “Una vez mi hija me preguntó quién estaba primero, si mi familia o River… y dudé, me quedé pensando un ratito y hasta ahora tengo culpa. Por supuesto que le dije que mi familia, pero ahí me di cuenta hasta dónde llega uno”, dijo entre risas.
Pero, ¿dónde comenzó ese fanatismo por River? “En mi familia la mayoría era hincha de River y fue por mi papá, que de chico me hablaba de (Ubaldo Matildo) Fillol”. Así fue creciendo Miguel, cada vez más fanático de River… pero sólo de River, no del fútbol en general. “Muchos de mis amigos me dicen que no soy futbolero, porque mi locura es por River. No miro otros partidos, no me interesa. Mi familia sabe que una vez que es la hora del partido de River, nadie me puede molestar”, señaló.
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Y ese amor por el Millonario va más allá y se cuela hasta en sus atuendos. Miguel manda a colocarle escudos de River a toda su ropa, es decir, pantalones, remeras, chombas y hasta zapatillas. “Pasó una vez que un vecino mío falleció y yo fui a hablar con las hijas y les dije que no me malinterpreten, pero que yo iba a ir a despedirlo con el pantalón de River; porque me mando a hacer todas las chombas y pantalones y voy así a un velorio o casamiento. Cuando me invitan, nadie pone mala cara porque saben que así me visto”, dijo Miguel, a la vez que aseguró que copió casi exactamente una chomba del “Muñeco” Gallardo y también la usa de vez en cuando. “Son todas originales, porque me las mando a hacer yo mismo”, se enorgullece.
Su máxima expresión de esa locura linda llegó hace poco más de dos años y medio, cuando se compró una Renault Sandero y la mandó a plotear con los colores de su pasión. “Cuando conté lo que iba a hacer, todos me dijeron que estaba loco, pero no les hice caso. Fui a Encarnación, donde me hicieron un buen precio, y luego lo terminó mi hijo”, recordó. Eso fue antes de la final de la Copa Libertadores que se jugó en Madrid el 9 de diciembre de 2018. Hasta ese día eran imágenes ilustrativas las que adornaban el rodado. Luego de ese domingo en que River venció a Boca por 3-1, el ploteo cambió a fotos del equipo de Gallardo que entró en la historia. “No fue una promesa ni nada parecido, no soy muy cabulero. Lo hice para que los primos no se olviden”, aseguró entre risas.
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De todas maneras, esa no fue la primera vez que le puso un toque riverplatense a su vehículo. Antes del auto tenía una moto, que también estaba toda ploteada con los colores de River. “Me gustaba que sobresalga y me gustan tanto los colores de River… Es más, mi mujer cada vez que voy a la pinturería me pregunta si no hay otros colores”, se rió. Y esto no termina ahí: ¡su casa también está pintada de rojo y blanco! y la frase “09-12-18 la mejor copa te la ganamos a vos ja ja ja” (sic) también va dirigida a los hinchas de Boca que pasan por ahí.
“Se extrañan los domingos de River, si hasta me pagué el Pack Fútbol y pago tan a gusto porque juega mi equipo. Durante esta cuarentena ya me miré todos los partidos, todos los que repiten los miro. Pero me falta River los domingos, yo no miro ni la Bundesliga, ni España ni nada. Yo extraño a River nomás”, aseguró.
Y más todavía extraña un tipo que está acostumbrado a ir al Monumental dos veces al año. Miguel viaja con la Filial Posadas Ariel Arnaldo Ortega. Es casi un ritual. Fue socio durante tres años, pero después tuvo algunos problemas con el débito de la tarjeta y debió suspender. Entonces, viaja y compra las entradas allá, en la reventa. La última vez que pudo ir fue en julio de 2019, en el partido de ida de octavos de final de la Copa Libertadores, cuando River enfrentó a Cruzeiro. “Cuando volvíamos, le dije a los muchachos que quizá me estaba poniendo viejo, porque casi me pongo a llorar cuando entraron los Borrachos del Tablón a la tribuna, con toda la gente. Me arrodillé, fue muy emocionante”, contó a EL DEPOR.
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Anécdotas con River tiene miles. Una vez se coló en la hinchada de Argentinos Juniors, en el estadio de La Paternal, porque no se permitían hinchas visitantes. Ese partido River ganó por 3-1 y él, colado en la tribuna del Bicho, rogaba que el grito no le salga sin querer. “Fue el partido que más sufrí, si gritaba algún gol, me iban a matar. Aproveché de ir a la cancha porque había ido a Buenos Aires para una consulta médica, porque estoy operado del corazón”. Aún así y con todos los riesgos de ese corazón en una hinchada foránea, el amor por River pudo más.
Y tampoco fue la primera vez. En 2008 estuvo internado en el Madariaga para un by pass. Era un jueves. Le abrieron el pecho y se dieron cuenta que la intervención iba a ser imposible por sus arterias, por lo que cerraron el pecho y poco después lo mandaron a su casa con una lista de cuidados intensos. “Pero yo el sábado me tenía que ir a Buenos Aires a ver a River, tenía todo pagado. Yo estaba desesperado. Mi señora le dijo al doctor que tenía que viajar y él me dijo que, si yo era inteligente, me iba a quedar. Yo le dije que soy totalmente bruto, porque iba a viajar”, recordó entre risas. Y así fue, al otro día se subió a un bondi y viajó con la Filial hasta el Monumental. “Los muchachos me cuidaron. Se hizo un asado y me hicieron la carne sin sal especialmente para mí y durante el viaje todos estaban atentos a cómo iba”. La pasión no entiende de lógicas.
“Dos veces al año voy, es fija. Mi señora incluso me incentiva a que vaya. Es una locura que tengo”, remarcó. En uno de esos viajes se cruzó con el gran Amadeo Carrizo. “Estaba almorzando en el restaurante de River. Pasamos por ahí y un muchacho comenzó a gritar que estaba Amadeo, que fue realmente un tipazo. Se acercó, nos sacamos fotos, sin drama. Un gran tipo”.
Entre sus ídolos están Enzo Francescoli, Ortega “con su gambeta” y después aquellos que tienen un lugar especial en el corazón por goles emblemáticos: Ricardo Rojas y su golazo a Boca en la Bombonera en el Clausura 2002 y más tarde, en ese mismo campeonato, el de Nelson “Pipino” Cuevas a Racing. “Hay tantos jugadores, saca tantos ídolos River”, señaló Miguel.
La final en Madrid la vio en su casa. No fue a la Filial, para cuidar el corazón. “Cuando terminó el primer tiempo e íbamos perdiendo 1-0 estaba dolido, pensando en las cargadas. Pero tenía esperanza y después fue una locura, nos fuimos a festejar a la costanera”.
Todo ese costado de pasión y amor a River suma un lado más solidario. Miguel atendió a EL DEPORTIVO un sábado, mientras Nélida cocinaba fideos para las familias de la zona, que ya comenzaban a hacer cola fuera de su casa. “Lo hacemos todos los sábados, hace más o menos tres años. Tenemos un grupo de amigos que está trabajando bien y ellos, una vez a la semana, me dan una plata y yo compro carne, verduras y todo lo que se necesita porque cada fin de semana cambiamos de menú. Nos denominamos ‘Grupo de amigos solidarios de Posadas’ y, antes de la pandemia, íbamos dos veces al año al interior, a visitar a aldeas mbya”, contó Miguel. No es una asociación, ni una ONG, explicó, sino solamente un grupo de amigos que quiere ayudar. “No hablamos de política ni de religión, para mí la Madre Teresa es la máxima, pero no hablamos de religión cuando vamos a repartir, lo hacemos para ayudar”, insistió.
La movida solidaria arrancó hace casi 15 años. En aquel entonces, Miguel viajaba con Nélida a Aristóbulo del Valle a visitar a una tía, que vivía en el barrio Municipal. Empezó a llevar ropa suya y de los chicos para los vecinos y así empezó todo. “Fue justamente PRIMERA EDICIÓN quien me hizo una nota y así fue como este grupo se contactó conmigo y empezaron a colaborar. La única intención es ayudar, en algún momento me hablaron de formar una ONG o asociación y dije que no, queremos seguir así. Soy un agradecido a todo y a mi señora que me acompaña en esta locura”, cerró.