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El poco más de un mes se cumplirán dos años de un crimen que conmovió a la provincia. Natalia Elisa Samaniego (25), fue encontrada muerta dentro de una heladera en el departamento que alquilaba sobre la avenida Santa Catalina. Su pareja, un joven de 22 años acusado como el supuesto autor, fue encontrado en el lugar bajo los efectos de psicotrópicos. Cerrada la etapa de Instrucción el caso fue elevado a juicio por el juez interviniente.
Marcelo Cardozo, titular del Juzgado de Instrucción 1 clausuró la investigación en la cual imputó a Juan Martín Carleris como responsable del delito de “homicidio doblemente agravado por relación de pareja y violencia de género”.
Esta misma acusación había sido solicitada por la fiscal del caso, quien entendió que correspondía imputar al joven con el artículo 80 del Código Penal, y particularmente respecto al inciso 11, el cual especifica “a una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”. De ser hallado culpable en juicio, a Carleris le cabría una condena a prisión perpetua, más de 35 años de prisión, según la modificación (ley 26791) ocurrida en el 2012.
Olores fétidos
El lunes 10 de septiembre de 2018, alrededor de las 19.30, un vecino comenzó a notar un penetrante olor que salía de uno de los departamentos ubicado en el barrio Papini. Cuando se acercó a mirar por la ventana vio moscas en el sitio y un pie descalzo. Al temer que hubiera una persona fallecida, por precaución llamó a la policía.
Minutos después con una orden judicial los efectivos ingresaron a la vivienda y encontraron al joven inconsciente tirado en el piso. A su lado había pastillas de psicofármacos y botellas de alcohol.
Faltaba saber de donde provenía el fuerte olor a putrefacción. Les llamó la atención que la puerta de la heladera estaba atada con una sábana. Cuando la abrieron encontraron envuelto en una frazada el cuerpo de Natalia. Posteriormente se supo que la data de muerte ocurrió al menos ocho días antes. Fue imposible determinar a simple vista signos de violencia.
Los investigadores supieron que la pareja había comenzado a alquilar en el lugar desde hacía aproximadamente diez días. Él era oriundo de Resistencia. Se habían conocido en 2015 y luego de una ruptura retomaron la relación. En Posadas Carleris trabajaba en un geriátrico y además tenía el oficio de tatuador. Al momento de su muerte se supo que ella buscaba trabajo.
No se sabe si fue una estrategia para despegarse del crimen y aparentar insanía, pero se encontró una nota firmada con sangre con las iniciales JMC. Pedía ayuda al diablo: “Señor Lucifer gran señor de las tinieblas te ofrezco mi alma cuando muera a cambio de que te lleves el cuerpo de mi novia y que no quede evidencia que fui yo quien la asesinó (sic), y tener suficiente dinero para todo el mes y seré otro seguidor y adorador tuyo gran poderoso señor de las tinieblas”.
Encuadre legal
Artículo 80, inciso 11. El artículo 80 habla de “prisión o reclusión perpetua” y en su inciso 11 refiera al asesinato cometido…“A una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género”.