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Argentina encaminó finalmente su deuda con los bonistas extranjeros aunque el camino lejos está de haberse recorrido en su totalidad. La semana económica dejó mucho por analizar y el economista José Piñeiro Iñiguez (MBA de la Universidad de Harvard) se refirió a estos temas en “Aire de Sábado”, el programa que se emite por la FM 89.3 Santa María de las Misiones.
La percepción general tras el acuerdo por la deuda es que la crisis se disipa, pero los indicadores dicen otra cosa. ¿Qué ocurre de fondo?
Argentina no escapa al panorama en general y esta generalidad está un poco distante a lo que se percibe. Ayer dialogamos con la gente del Banco Mundial y analizamos esto: dónde estará estacionado el mundo sobre fin de año, en la pospandemia. Hay datos que son relevantes, el mundo en general marcha hacia una profunda recesión que dejará en la pobreza más extrema a unas 100 millones de personas. Las economías tendrán la mayor contracción económica desde los últimos setenta años.
Producto de esta recesión mundial Naciones Unidas anuncia la mayor crisis alimentaria de los 50 años. Es la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que se enfrentará una depresión. Esto implica que la recuperación económica no será tan sólida como se espera ni tampoco será tan rápida.
Si vamos hacia atrás veremos que en todas las crisis financieras, desde finales del siglo XIX hasta hoy, recuperar el Producto Bruto per Cápita llevó más o menos ocho años. Se estima que este proceso en la pospandemia llevará en los países centrales entre cuatro y cinco años. Esta situación no será igual en los emergentes, India, Rusia, Sudáfrica, Brasil, a los que la pandemia les ha pegado muy duramente por lo que el arrastre será mayor.
Hablando particularmente de Brasil es alarmante saber que la pandemia le pegará de una manera increíble, tendrá la peor crisis económica de su historia con una caída del rango del 10%, lo que sedimentará al resto de la región y un poco más a Argentina por su dependencia e interacción con ese país.
¿Cuál es entonces el contexto de Argentina?
Argentina no es un país complementario de Brasil sino un competidor y el futuro pospandémico será de economías muy cerradas en sí mismas. Los países van a tener que producir lo propio para consumir internamente.
En ese contexto vemos que bloques como el de la Unión Europea elaboran algo parecido y al mismo tiempo más grande que el Plan Marshall, tratando de que el conjunto de sus países consuman lo que ellos producen.
Estados Unidos, en tanto, prepara la mayor inversión de toda su historia desde la posguerra con lo que buscará recuperar el trabajo y el consumo rápidamente.
Sudamérica y Argentina deberían ir pensando en esto, el punto es con qué recursos. El mundo hoy está plagado de dinero para poder endeudarse o realizar inversiones a costos baratísimos, pero Argentina no puede salir al mundo a tomar nueva deuda para proyectar los niveles de inversión que su economía necesita. Esto es lo que va a tener de condimento especial la situación de Argentina. Debemos preguntarnos cómo estamos preparados como país.
¿Y cómo estamos?
Más allá del Gobierno, de si hizo bien o mal las cosas, conviene analizarlo por rubro. El Gobierno recibió una crisis y se sumergió en esta otra y lo resolvió más o menos bien y cómo pudo. Pero la foto de fin de año es bastante más distinta a lo que la gente piensa que es después de arreglar la deuda.
En términos de inversión sobre PBI, históricamente Argentina tuvo y necesita niveles de 36%. En la época Macri estábamos en niveles del 17%. Hoy es de 12%. Desde este punto de vista Argentina no tendrá la inversión de capital necesaria para reactivar la economía con la velocidad y la intensidad que necesita. Respecto al gasto, históricamente en Argentina representó el 28% del PBI y siempre se discutió si no debería ser menos. A fin de año ese gasto será de 46,5%. Estaremos gastando muchísimo respecto de lo que producimos.
Sobre el PBI, la riqueza que generamos como país, caerá este año entre 13% y 14%. Tiempo atrás dijimos aquí mismo que ese nivel sería de 12% y hace algunas horas el REM confirmó que será de 12,5%, es decir igualaron nuestra proyección anterior. Sin embargo hoy podemos adelantar que la caída será de entre 13% y 14%.
El Gobierno es cauto, pero a nosotros nos cabe la responsabilidad de adelantar la verdad.
En términos de pobreza el dato más concreto es que a fin de año llegará a 48% sabiendo que la caída del salario este año será del 12%, esto traerá aparejado que mucha más gente caída en la pobreza.
El desempleo este año aumentará 50%, por lo que a fin de año la cifra rondará el 15% de la población.
De la mano de todo esto va la inflación que en estos meses presentó valores muy bajos, pero nosotros vemos que a fin de año rondará el 48%, quizás un poco menos producto del delay entre lo que está pasando en la economía real producto de la cuarentena.
Cuanto más se prolongue la cuarentena, la inflación será más baja, pero cuando esto se vaya liberando y vayamos hacia la economía real la inflación será ascendente. Nosotros lo vemos a partir de octubre en términos de 5% mensuales.
¿Y qué ocurre con el déficit?
El déficit primario de Argentina estará en el orden del 6,5% y el total en 8%. Hay que tener en cuenta que el primario en Argentina debería ser como máximo de 2,5% y que bajar un punto requiere de un ajuste tremendo para la población. En este sentido deberíamos observar la emisión monetaria.
El Gobierno admitió que el déficit será de 3,1 billones, o sea que la emisión monetaria estará por lo menos en eso. Esto significa que el M2 (el circulante más las cuentas corrientes) creció a niveles de 98% interanual. El M3 (el total del circulante más todo el dinero que está en las distintas cuentas) crece a niveles de 27% por mes hasta fin de año.
Esta enorme masa de dinero hará que la gente perciba que a fin de mes le queda un peso en su bolsillo, ese peso se transforma en compra de bienes cuya producción no crece por lo que suben los precios. Esa suba de precios se traslada a la inflación. En ese contexto el dólar es un bien más. Bajo ese contexto deberíamos ver un dólar en alza porque pasa a ser un bien demandado como cualquier otro.
En este conjunto de valores representa una pelota lanzada y los resultados serán invariables a fin de año por lo que todo lo que pudiéramos hacer de acá en adelante es ver hacia adelante el país.
¿Cómo se resuelve?
Cuanto antes deberíamos tener un plan, un flujo de fondos teniendo en cuenta lo que hay por delante. De hecho el FMI pedirá un flujo de fondos para saber qué tipo de refinanciación brinda, tener en cuenta que dentro de este contexto que lo que en Argentina nos sale muy bien es fracasar con todo éxito.
Debemos ser muy cautos esta vez para confeccionar un plan porque la situación en el futuro será complicada en general y muy sensitiva en particular porque la gente que entrará en niveles de necesidad será mucha.
Está en proceso la resolución de una parte de la deuda… ¿Qué hay con el resto?
Sobre los bonistas externos en legislación extranjera Argentina tendrá un horizonte muy claro por los próximos tres años, pero esta negociación absolutamente necesaria no es suficiente. Podemos discutir si se negoció bien o mal, pero era necesaria hacerlo.
Hacia adelante quedan el FMI y el Club de París y los bonistas externos con legislación local. Después queda la deuda de bonistas locales con legislación local, habrá que ver cómo se hará frente a todos estos pesos que hay que pagar y que no hay.
Ahora bien, ¿la situación de Argentina será sostenible en tres años cuando haya que comenzar a pagar?
Siendo realistas, probablemente no, pero recién entonces se verá qué hacer. Hoy tenemos que transitar este tiempo buscando inyectar la mayor cantidad de dinero posible como inversión de capital para poner en marcha la máquina productiva del país y generar riqueza genuina.
Esto es bastante difícil porque las situaciones de las provincias son disímiles entre sí y a veces la visión centralista de los presidentes pretende igualar a todos y que todos salgan de la misma forma. Pero las provincias saldrán de la crisis conforme a sus contextos.
¿Y cuál es la situación de Misiones en ese sentido?
Es muy distinta al resto respecto a las más necesitadas. Es absolutamente más conservadora, más pulcra y ordenada. No presenta un endeudamiento superlativo. Su posición respecto de evitar que la gente caiga bajo la línea de la pobreza es diferente a la del resto del país. Podría ser una provincia en otro país.
Esta situación de Misiones debería ser tenida en cuenta por el Gobierno central para no igualarla cuando llegue el momento del reparto del dinero faltante y de administrar la pobreza. De otra forma estaría sacrificando el esfuerzo de la provincia.
Semana de “big” datos
De un tiempo a esta parte PRIMERA EDICIÓN asumió un rol protagónico con la noticia económica nutriendo sus páginas con información detallada y adelantos que, en algunos casos, anticiparon por semanas a medios, consultoras y analistas nacionales.
Para un medio del interior profundo llegar antes con información tan precisa y con aciertos que tiempo después medios masivos nacionales confirman es un orgullo. Es, al mismo tiempo, un compromiso de seguir transitando este camino para ofrecerle a nuestros lectores y oyentes las mejoras herramientas para la toma de decisiones.
En la semana que concluyó se confirmaron tres grandes datos anticipados.
• Dólar: en la edición del domingo pasado y en base a una serie de variables, se infirió en la página 15 que hacia fin de año el dólar contado con liqui se ubicará en un valor de cercano a los 150 pesos y que el blue debería estar un 15% por encima de ese número. Días después un informe elaborado por el sitio iProfesional en base a consultas con diversos economistas ubicó al dólar exactamente en los niveles antes referidos.
• Deuda: uno de los temas abordados en extenso en las páginas de este Diario fue la renegociación de la deuda con los bonistas extranjeros. Más allá de la intransigencia que expuso el Gobierno en buena parte de la negociación, desde hace semanas (el 19 de julio por ejemplo) este Diario viene advirtiendo que la reestructuración se daría con una pérdida estimada en 16.000 millones de dólares y que cerraría en valores cercanos a los 54,75 dólares. Tras el deal anunciado el martes, se sabe que Argentina pagará 54,75 dólares por lámina y que, con respecto a la primera oferta, se agregan unos 16 mil millones de dólares más de lo que se tenía pensado.
• PBI: el 28 de junio y frente a una pregunta de este medio, Piñeiro Iñiguez señalaba que, según sus proyecciones, la caída estimada del PBI para este año rondaría el 12,5% cuando el Gobierno hablaba de entre 8 y 10%. El viernes por la noche el Banco Central dio a conocer el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM). El mismo afirma en esta ocasión que la caída del PBI argentino hacia fin de año será del 12,5%.
ASÍ LAS COSAS Y UNA VEZ MÁS, PRIMERA EDICIÓN SE ANTICIPA A LOS HECHOS.
Monopolios y oligopolios
¿En las economías más competitivas del mundo se busca la competencia en los servicios públicos para evitar los monopolios u oligopolios?
Es insólito que en el siglo XXI se siga hablando de cosas que ya eran vetustas en el siglo XIX. Los servicios públicos, sobre todo los de transporte automotor, dejaron de ser monopolios a mediados del siglo pasado. Es vital y esencial el arbitre que tiene el Gobierno sobre ellos interviniendo, auditando, desregulando, evitando bajo toda circunstancia que el servicio tenga formas de monopolio u oligopolio.
Es necesario para que el usuario no caiga en las redes de la maximización de la rentabilidad. Recordemos que el monopolio busca maximizar la rentabilidad a cualquier costo. Por eso toma la forma de único prestador de un servicio negando al usuario la alternativa de una competencia. Argentina tuvo, entre otras cosas, uno de los sistemas de transporte más complejos y desarrollados del mundo civilizado sobre mediados del siglo pasado, era el sistema de transporte de Buenos Aires. Sobre fines de los 40 y principios de los 50 pasó a ser un sistema monopólico y rápidamente el gobierno lo desarticuló y lo hizo abierto y libre a los empresarios que lo quisieran desarrollar. Se formó entonces uno el sistemas más complejos del mundo que al día de hoy funciona muy bien.
El Gobierno regula tarifas, servicios, calidad, tipos de trabajo y tiene el control a través de la SUBE nacional.
Ese instrumento permite el control del servicio, de las empresas y los usuarios. Podemos saber costos, ingresos, funcionamiento de la red y hasta para regular qué personas pueden viajar, algo tan esencial en estos tiempos de pandemia.
Aquí cabe preguntarse por qué aquí no se quiere implementar. Claramente no quiere control y ahí debería estar el Estado poniendo los controles necesarios para proteger al más débil, el usuario, el trabajador que usa el servicio y hoy no tiene libertad de elección. En la libertad está la competencia, que la gente elija qué servicio utilizar y cuánto pagar.