
Contra el dueño de casa, ante 700 hinchas del equipo local y con todo el peso de la historia sobre sus espaldas. Pavada de responsabilidad tuvieron los chicos de Fundación Posadas en el Nacional de Clubes Juveniles de fútbol de salón 2010, en Mendoza. Y vaya si cumplieron. Aquel 8 de agosto de 2010, los pibes se hicieron grandes, vencieron a Cementista en tiempo extra y gritaron campeón.
No fue un festejo cualquiera. Ese título significó cortar con una sequía de ocho años sin coronas para el salonismo posadeño, que inició entonces una nueva etapa ante los ojos del país. Este sábado, 8 de agosto, se cumplieron nada más y nada menos que diez años de esa consagración y EL DEPORTIVO habló con varios de los protagonistas de ese equipo. “Es un recuerdo imborrable”, coincidieron.
“Fue mi primer título nacional. Era la primera vez que salíamos a competir fuera de la provincia. Teníamos un equipo muy fuerte y sabíamos que íbamos a pelear por el título. Esas 30 horas de viaje en combi valieron la pena”, reflexiona ahora Néstor Jaquet, entrenador de ese equipo que quedó en la historia.

Para Gareca, ese logro marcó un antes y un después. Después de eso, inició toda una carrera desde el banco que lo llevó a ser campeón del Nacional A 2011 y de la División de Honor 2012 con Itapúa, además de formar parte del cuerpo técnico de la Selección Argentina C-20 que se consagró campeona mundial en Chile 2014 o de la Selección Mayor que conquistó el planeta salonista el año pasado en Misiones.
“En 2010, después de salir campeones, les dije a los chicos que tenían mucho futuro por delante si se lo proponían. Y hoy muchos llegaron lejos, como Diego Flores, que jugó el último Mundial para Paraguay; Alexis Tuzes, referente de Plastimi; o Pachu Pereira, que también hizo su carrera en Paraguay”, confió Jaquet.
El actual entrenador de Plastimi, donde trabaja junto a José Wall, el mismo que lo acompañó en aquel periplo de 2010, aseguró que aún guarda la medalla y la credencial de ese Nacional en Mendoza. “Fue un título que significó mucho para todos, el puntapié de algo muy lindo, de un camino que aún no damos por terminado”, sintetizó.
Emblema de aquel título de hace diez años fue Gastón Coco Scripczuk, hoy con 29 años pero con 19 en aquel momento. El actual arquero de Deportivo Misiones, en el ascenso posadeño, era capitán de aquel team y fue el encargado de levantar la copa para Misiones después de la sequía.
“Fue un torneo muy duro, con muy buenos equipos. Lo bueno es que pudimos salir campeones invictos”, recuerda Scripczuk. En efecto, Fundación Posadas ganó los siete partidos que jugó y, además, Diego Flores fue elegido el mejor player del torneo.

“En cada mudanza, lo primero que busco es la medalla. No la quiero perder. Es un recuerdo y motivo de herencia, para que mi hijo algún día pueda apreciar todo esto”, confiesa Gastón, quien reconoce que fue “algo inolvidable”.
¿Qué sintió Scripczuk en el momento mágico de recibir la copa en sus manos? “Me di vuelta, miré a mis compañeros y no sabía qué hacer, si correr o saltar. Fue una alegría inmensa, algo que no me voy a olvidar jamás”, cerró el guardavallas.
El otro arquero del plantel era Lucas Szychowski (27), con 17 años en 2010 y haciendo sus primeras armas en el futsal. Desde entonces, Lucas creció y se transformó en uno de los referentes del futsal posadeño. El destino quiso que hoy, vaya casualidad, sea entrenador de arqueros de Deportivo, justamente donde ahora se encarga de preparar a Scripczuk.
“Ese torneo fue el puntapié inicial para mí. Ahí me di cuenta de que, si le metía ficha, podía llegar lejos, seguir viajando, conociendo lugares y jugando torneos”, asegura Lucas, múltiple campeón con Los Facheros, Plastimi y Telecentro Tacuarí.
Szychowski recuerda que, en aquel equipo, cumplió el sueño de jugar con sus amigos de barrio. “Con Marce Faviero, Santi Vera, Fede Tunther y Ramiro Sánchez jugábamos en Los Pinos. Y tuvimos la posibilidad de entrar los cinco en uno de los partidos. Fue una experiencia muy linda”, cerró.
Otro de los puntos altos en aquel campeonato fue Rodrigo Pachu Pereira (27), de Villa Urquiza pero actualmente en Ayolas (Paraguay), después de recorrer ese país y el oeste de Brasil junto al fútbol de salón.
“Teníamos un grupo formidable, con mucho compañerismo y humildad. Siempre recuerdo que los otros equipos llegaban en avión y nosotros tardamos 30 horas en llegar, pero todo valió la pena”, reconoció Pachu a EL DEPORTIVO.
Pereira, quien antes de partir al exterior jugó en Plastimi, recordó ese Nacional como “un torneo muy duro; siempre le cuento a mi señora que en el tiempo extra de la final no dábamos más, estábamos muertos, el partido parecía eterno. Fue algo hermoso e inolvidable haber salido campeones. Para mí, sin dudas fue uno de los torneos más lindos”.