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En el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, el docente e investigador de comunidades originarias Javier Rodas, habló con PRIMERA EDICIÓN acerca de los nuevos desafíos que enfrentan las comunidades mbya y los problemas que aún hoy no se resuelven.
“En esta vorágine de noticias, celebridades e inmediatez, lo que más se está diluyendo es la transmisión oral de su cultura”, contó.
Y es que así como las nuevas tecnologías comenzaron a asomar en las comunidades, muchos de los ancianos encargados de la transmisión fallecieron durante estos últimos años.
“Hay un término que ellos utilizan que es Ñande Reko, para referirse al modo de vida guaraní. Y para mantener ese modo de vida, hay que garantizar que puedan continuar con sus prácticas como la pesca y la caza, la recolección de frutos, utilización de plantas medicinales, rituales en las casas de celebración, el poder trasladarse cada un lapso temporal… Y todos esos hechos ya no se replican. Por ejemplo, la comunidad que está situada sobre la ruta 12 hace muchos años dejaron de cazar, porque los animales que estaban allí ya prácticamente desaparecieron o están recluidos en parques provinciales”, se lamentó Rodas.
Es por ello, que para él, el acceso a Internet en las aldeas es clave: “Poder mostrar su modo de vida, les permite buscar nuevas vías para seguir existiendo”, sostuvo.
Y pese a que alertó contra la culturalización que viene de la mano con el acceso a las plataformas digitales “en esos dos mundos en los que viven, los jóvenes comenzaron a buscar todos los elementos que les otorguen beneficios dentro de sus comunidades, porque tampoco quieren estar excluidos”, dijo.
Al respecto, destacó que “los niños de ahora tienen una mirada del mundo exterior que sus abuelos no tenían. Se puede hablar de una crisis entre las tradiciones ancestrales y las nuevas generaciones, que recibieron estos otros mensajes provenientes de un mundo donde la economía capitalista y del consumo está muy presente”.
Desafíos actuales
Para Rodas, la mayor dificultad en las comunidades mbya sigue siendo la legalidad de las tierras que ocupan de manera ancestral.
“La Ley 26.160 de la Emergencia Territorial Indígena se tiene que cumplir, porque los hermanos de las comunidades merecen el título de propiedad del espacio que de manera milenaria habitan y hay comunidades que aún hoy no lo tienen. Hay que garantizar ese territorio de vida y también gestionar otros aptos para que puedan vivir”, señaló.
Por otro lado, el docente también se refirió a la educación y de sus nuevas formas adoptadas con la llegada de las nuevas tecnologías.
“No sólo basta con garantizar acceso a Internet en las aldeas, sino que se debe consolidar una enseñanza de calidad para que los hermanos puedan reflejar, a través de producciones propias, su semioesfera. Es decir, que ellos sean los encargados de mostrar sus prácticas culturales a la sociedad envolvente, porque tiene una fuerza y una energía mucho mayor cuando el mensaje es de ellos”, explicó
En este sentido, sostuvo que “se debe lograr que las nuevas tecnologías les sirvan a ellos como herramientas para difundir su cultura”.
En este punto, Rodas destacó que si bien es importante que muestren sus espacios habituales, “hay ciertas prácticas, principalmente las religiosas, que no van a difundir y la siguen dejando en ese misticismo al que no tienen acceso las personas que no forman parte de sus comunidades”.
Durante la cuarentena
A los desafíos actuales a los que se enfrentaban las comunidades, se le sumaron otros nuevos debido a la cuarentena. Al respecto, Rodas contó que “en Iguazú hay seis comunidades que viven mucho del turismo, porque cada una de las aldeas tiene un sendero turístico o de interpretación que son guiados por los propios miembros de las comunidades. Ellos se encargan de mostrar a los visitantes las trampas tradicionales, les hablan de su cosmovisión, los niños del coro cantan sus canciones sagradas, muestran y venden sus artesanías… y todo esto enmarcado en una convivencia turística y económica que es el punto fuerte de Puerto Iguazú”.
Sin embargo, a raíz de la pandemia, “se limitó el tránsito del turismo y esto generó que en las comunidades se corte un ingreso económico fundamental para ellos que era el del turismo”, mencionó.
Debido a esto, se implementaron más ayudas sociales para los mbya además de las que habitualmente recibían. Por ejemplo, en la Escuela 941 Jasy Porã, de la que Javier es director, mantuvieron abierto el comedor, gracias a la ayuda de organizaciones nacionales como River Plate, para repartir los almuerzos no sólo a sus alumnos sino a todos los integrantes de la comunidad.
“Optamos por cocinar las porciones y que vengan a retirar en lugar de entregar bolsas de alimento, porque de esta manera nos aseguramos de que la comida llegue para todos”, destacó. Por otra parte, Rodas recordó que siguen manteniendo el sistema educativo activo, basado en la entrega domiciliaria de las actividades.
Finalmente, el docente recordó que “en marzo se había realizado una charla en cada una de las aldeas con personal de Salud Pública de la Provincia y con la Dirección de Asuntos Guaraníes Municipal para instar a los mbya a que sólo salgan de sus aldeas en caso de ser sumamente necesario”. En cuanto a los niños, “siempre permanecieron en sus comunidades”.
Garantizar la educación
En cuanto a la cuestión de la educación, el docente Javier Rodas se mostró muy conforme al contar que “también estamos viendo más casos de chicos de se reciben en la educación superior”. Al respecto, contó que “ya tenemos un doctor, un profesor, un maestro y una abogada”. Y además recordó a varios recibidos en carreras turísticas.
En este sentido, rescató la importancia de que “los hermanos que deseen tener una continuidad pedagógica ya sea en un instituto técnico o en la universidad, puedan hacerlo para cumplir su sueño de convertirse en profesionales dentro de sus aldeas”.
Un mundo donde lo diverso enriquece
Antes de ser docente, Javier trabajó en el sector gastronómico pero “cuando me recibí, ya sabía que quería enseñar en una escuela diferente. De un hotel 5 estrellas, pasé a una comunidad originaria”, contó.
Con la ventaja de hablar guaraní, pudo ingresar a las comunidades y desde 1997 hasta hoy, sigue comprometido con los niños y cultura mbya guaraní. Este año se cumplen 23 años desde que está en la Escuela 941 aunque es su primer año como director del establecimiento. Javier está muy comprometido con las comunidades originarias y se propone seguir trabajando con ellos.
Al preguntarle qué es lo que lo motiva a seguir, aseguró que “aprendo muchísimo de ellos”.
Y lo que más rescata es el respeto: “viven en un mundo donde todos los otros mundos tienen la misma importancia. Para ellos, todas las manifestaciones culturales son válidas y ninguna es superior a otra, me enseñaron mucho a que lo que la otra persona piensa o siente es tan importante como mi opinión. Jamás un mbya guaraní va a intentar convertir a alguien a su religión por ejemplo o te va a decir que su Dios es el válido y el tuyo no… tienen una gran aceptación por la diversidad porque consideran que todo lo diferente enriquece”, contó.
Además, “otra de las cosas que me toca mucho el corazón es el respeto que tienen por los niños. No toman actitudes violentas para reprender, sino que aconsejan y dan la posibilidad de hacer las cosas diferentes hasta que el niño entienda. Y finalmente el respeto hacia los ancianos, son considerados sabios y tienen mucha influencia en las decisiones importantes. En conclusión, lo aprendí de mis hermanos fue el respeto, el absoluto respeto”.