Un atardecer en la costanera, el ruido de las olas del mar, el aroma del primer sorbo de mate, el sol calentito de las mañanas de invierno, esa música que bailamos frente al espejo, el olor de un ramito de fresias, el sabor de un café con leche batido y calentito en la mañana.
El recuerdo de nuestro primer amor, el día que nos dimos el primer beso, los discos dedicados, las poesías leídas, el olor a garrapiñada caliente, las comidas de la abuela, desayunar con mi abuelo leche tibia con pan adentro, el abrazo de mamá donde siempre “todo está bien”, el recuerdo de los juegos compartidos con mi hermana o nuestras confidencias después de bailar “contándonos todo” sin importar la hora.
El momento que decidimos irnos a estudiar y pusimos nuestro pie en el colectivo, nuestro primer departamento, el día que aprobamos la última materia, cuando tuvimos nuestro primer auto y salimos a manejar llenos de “independencia” o cuando conseguimos nuestro primer trabajo.
Los encuentros con amigos donde las horas pasan volando, cuando llega el amor y nos sentimos fuertes, valientes, locos, únicos, el momento mágico cuando un análisis dice que ya no seremos sólo dos, el día que nacieron, el primer contacto con nuestro bebé recién nacido, el ruido de la carcajada de nuestros hijos, sus primeros pasitos, el primer día de clases, las aventuras y anécdotas vividas con ellos.
Cuando tomamos la decisión de salir adelante, de no volver a aferrarnos, de elegir cada instante y superamos aquello que nos resultaba tan difícil. El día que comenzamos un nuevo proyecto o retomamos un viejo sueño olvidado o cuando algo que parecía impensado se hace realidad. La vida es una suma de momentos, hoy es un buen día para pensar qué momentos queremos sumar.