
En la adolescencia siguió el camino autodidacta en el dibujo, y empezó a descubrir otra pasión, pasión por la música. Sin abandonar el dibujo, la guitarra comenzó a acompañarlo, principalmente “los ruidos” como dice del rock. Recién al salir del secundario empezó sus primeros lineamientos en dibujo en unos cursos en los que asegura no haber sido muy constante.
Comenzó sus estudios universitarios, primero cine y después música. Después de un tiempo se dio cuenta que cuando el arte comienza a ser muy matemático, muy estudiado y estructurado perdía el entusiasmo. Al año siguiente se inclinó por las artes plásticas, como la tercera es la vencida, descubrió que en la pintura, escultura y el dibujo estaba lo que buscaba, el mundo maravilloso que su corazón anhelaba.
Teniendo como profesores a excelentes artistas, a los cuales admiraba, descubrió que de ahí no iba a poder escapar, estaba totalmente atrapado y cautivado por el mundo del color y las formas. Si bien no concluyó sus estudios, le sirvió para dar forma a su profesión, la del artista.
Para los 25 años era un artista en auge, también se había convertido en padre. Lucha constante siempre para sus amores, su hijo y el arte. Esa responsabilidad también le impulsó a darle una vuelta de rosca a su profesión artística, convertirla en algo más fuerte y más sustentable, después de ganar algunos premios y al destacar con su propio estilo, empezó a ser requerido como profe, y su atelier empezó a tomar forma.
Al comienzo todo fue enseñar por instinto, sin estar preparado porque no se capacitó para eso, la facultad no le brindó esas herramientas, así que dejó fluir y el arte simplemente surgía desde su interior para guiar a sus alumnos en sus obras.
A los 30 años llegó a su esplendor, considerado un pintor hiperrealista, una etapa productiva entre exposiciones en galerías y ventas de obras. Él se considera artista del realismo contemporáneo, o fotográfico, siempre entendiendo que la calidad de sus obras van muy ligadas a la hiperrealidad.

Un poco de caos en la vida personal de Mauro, por esos días, hace que vuelva a replantear su profesión como docente. Entonces decide darle más formalismo al instinto y tomar cursos de perfeccionamiento. Enseñar desde lo académico, pero sin perder la frescura de lo innato, y lo espontáneo.
El concepto de lo simple, llevar lo complejo a su menudeo para llegar a la comprensión sin dejar de disfrutar el proceso, logró formar su propio espacio de arte ya esta vez consolidado y con alumnos de todas las edades. Sigue creciendo en su carrera, renunciando a algunas cosas, tomando decisiones cruciales.
De ahí en más siempre entusiasmado, pensando en nuevos proyectos. Viajó a Europa, conoció grandes artistas, visitó museos, cada vez destacaba más en el ámbito del arte. Considera su carrera sencilla, familiar, sin grande pretensiones más que vivir su vida pintando distinto de vivir de la pintura.
Lo económico no le resulta tan relevante, más o menos los premios no son su motivación, le interesa crecer como pintor, como amigo, hermano, padre, hijo, como pareja, como amor, porque la pintura cobija todo, más allá de que termina siendo una porción plasmada y matérica en el arte, deja una parte de su vida plasmada en cada cuadro. Esas obras que se exponen en reconocidas galerías o son adquiridas por colecciones privadas.
El fuego encendido que siempre tiene por el arte también lo tiene por Paula, el amor y pilar de su vida, ella también artista (profesional, fotógrafa y ceramista), juntos siguen construyen una vida llena de pasión. Juntos se nutren, se alientan, se guían, se apoyan y se impulsan, siempre para adelante y como parte fundamental del crecimiento artístico.