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La maestra de 4° grado de la Escuela 274 de la localidad de El Alcázar, Sonia Miño, visita a cada uno de sus alumnos para compartir presencialmente un breve momento de aprendizaje y juegos.
Durante agosto, en conmemoración por el mes del niño, fue casa por casa vestida de payasa, repartiendo los cuadernillos de actividades junto a regalitos hechos por ella. “Quería hacer algo diferente, porque me imaginé que los iba a sorprender ver a su maestra vestida de payasa”, contó Sonia a PRIMERA EDICIÓN entre risas.
Las clases habían comenzado poco antes de iniciada la cuarentena por lo que, “nos conocíamos de vista con los chicos, pero no tuvimos la oportunidad de forjar un vínculo”.
“Para poder consolidar un poco más al grupo, armamos grupos de WhatsApp en el que mando tareas, hago videos explicativos cada vez que hay algo nuevo… incluso les cuento cuentos por audios para que conozcan mi voz”, explicó.
Con el paso de los meses, y viendo que las clases no estaban próximas a comenzar, la maestra decidió visitarlos para ver cómo estaban llevando este año lectivo tan particular: “quería saber si estaban aprendiendo verdaderamente, si les resultaba fácil…”, contó.
En total, le lleva tres jornadas completas visitar a cada chico, ya que tiene un total de 19 alumnos. “Yo salgo sin saber cuánto tiempo voy a tardar en volver a casa, porque con cada chico es diferente. Me esperan tan ansiosos que no puedo pasar a saludarlos e irme, me quedo 30 o 40 minutos con cada uno”, señaló y agregó que “tengo diferentes barrios, algunos en el centro pero otros más en la zona de la chacra”. Respecto a estos últimos, Sonia dijo que cuando llueve, se hace imposible visitarlos.
Las visitas
La maestra de 4° grado intenta ir siempre que puede, aunque no tiene una agenda regular aunque intenta visitarlos al menos una vez al mes.
Sólo tiene un alumno al que visita semanalmente, ya que no cuenta con celular para hacer las tareas. “Le llevo las fotocopias y las actividades para que no se quede atrás”, señaló.
“Estas semanas empecé a dar las divisiones de dos cifras, y como sé que es algo nuevo y que suele asustar a los chicos porque cuesta, decidí enseñar este tema de manera presencial”, explicó y agregó que “primero les mandé un videíto como para que vayan viendo y después yo iba a sus casas para que se saquen las dudas”.
Por otra parte, Sonia destacó que la felicidad no es sólo para con los chicos, sino que los padres también se sienten aliviados con las visitas de la docente.
“Acá tenemos muchos papás a los que les cuesta mucho explicar a sus hijos, porque tampoco saben. Yo les mando los videos a los papás primero, para que entiendan y después le expliquen a sus hijos”, dijo.
Condición docente
“Me siento mal por mis compañeros, porque yo hago lo que hago porque puedo: estoy cerquita de mi escuela y tengo la fortuna de poder hacer estas cosas”, dijo Sonia.
En este sentido, agregó que “los cupcakes los hago en casa, los cartelitos los imprimo yo, las actividades que le llevo a mi alumno todas las semanas también, sino no hay forma”.
Sin embargo, “los docentes que vienen de otros pueblos o no les queda cerca, o tienen más turnos que yo… no pueden hacer esto, es imposible. Tengo colegas que trabajan un turno a la mañana y a la tarde tienen otro trabajito extra, porque sino no llegan”, se lamentó.
Por otra parte, Sonia también se refirió al trabajo extra que lleva enseñar de manera virtual: “esto es atención las 24 horas”, dijo. De lunes a domingos, sea día laboral o feriado, la maestra de 4° grado está conectada esperando que sus alumnos puedan mandarle las tareas.
Y es que, al momento de entregar las tareas, por ejemplo, “cada uno me las manda cuando pueden, cuando tienen conexión o cuando tienen a mano el celular. Y no les puedo dar un horario limitado de entrega, porque las familias están haciendo lo que pueden también, para todos es difícil”.
Asimismo, “con cada tema nuevo tengo que ver de qué manera explicarlo en videos breves como para que entiendan pero no se aburran, más de tres minutos no pueden durar porque sino pierden la concentración muy rápido”, señaló. “Esta semana estuvimos trabajando con una caricatura de una mujer que entraba al aula bien coqueta y salía con los pelos de punta porque además de docente era ama de casa, cocinera, psicóloga… no entra todo, pero en fin, era una maestra”, dijo. Y así se siente ella, con diversos roles en una sola persona que, con mucha dedicación y amor hacia sus estudiantes y la escuela, realiza.
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El regreso está lejano
Finalmente, en cuanto a un posible regreso, dijo que “pensar en volver en estas condiciones es imposible. Nuestra escuela tiene más de 400 alumnos y un único portero de medio turno. Humanamente, es imposible”, remarcó.
Antes, “los chicos todo el tiempo me preguntaban cuándo nos volvíamos a ver en la escuela, pero ahora ya se cansaron de preguntar porque es angustiante”, concluyó.
“Estamos aprendiendo”
Según Sonia, lo que más cambió durante la pandemia fue que se diluyó el límite del tiempo y el espacio. “En el aula teníamos un momento para todo, ahora no”.
Por otra parte, la docente también rescató el mayor aprendizaje de este contexto, y es que justamente “todos tuvimos que aprender y seguimos haciéndolo. Yo tuve que aprender a enseñar virtualmente, los papás tuvieron que reorganizarse, los chicos están aprendiendo de un modo al que no están acostumbrados… Es un momento en el que todos tenemos algo para aprender”.