Todos los seres humanos tenemos apego. ¿Qué es el apego? Es un tipo de vínculo que experimentamos, fundamentalmente con mamá y con papá que son nuestros primeros modelos vinculares. Entonces, cuando construimos con ellos un vínculo sano y sólido, ese modelo de apego lo vamos a reproducir más adelante con los amigos, la pareja, los hijos, el jefe, etc.
Esto significa que yo me llevo con los demás de acuerdo al modelo, el prototipo o la impronta, del primer modelo de apego que tuve con mis padres.
En especial con mamá que es nuestra primera gran figura en la vida. Si dicho modelo de apego es disfuncional, voy a repetirlo con mi pareja para adelante. Esto explica, pero no justifica, temas como los celos, la violencia, las peleas, etc.
Analicemos las diversas variables del apego
Supongamos que hay un bebé de un año en una habitación jugando en el piso, mientras su mamá está al lado mirando televisión. Cuando ella se va, el pequeño empieza a llorar en desgarro. Aquí se produce un tipo de apego denominado ansioso porque el hecho de que la madre se haya ido hace que el niño lo viva como un abandono.
Esto sucede porque mamá está dentro del hijo todavía. Cuando ella vuelve, lo abraza, lo besa, y el niño se calma. Si esto ocurre de forma repetida, el niño va guardando a mamá y va armando un apego seguro.
Entonces cuando ese bebé sea grande y forme pareja, llevará ese apego emocional a su pareja y el otro podrá tener sus propios sueños, proyectos y amistades sin que él sienta que va a ser abandonado ni sienta celos.
En una segunda variable del apego, mamá se va y el bebé grita y se desespera (porque siente que mamá lo abandonó). Cuando ella vuelve, no se calma, sino que sigue gritando y demostrado su malestar. En ese caso, el menor no logra armar un apego seguro.
¿Qué ocurrirá entonces cuando sea mayor? Le preguntará a su pareja todo el tiempo: “¿Me amás? ¿Dónde fuiste? ¿Con quién estuviste?”. Incluso le puede llegar a exigir: “Dame la clave de tu Facebook”. Y aunque el otro le hable e intente calmarlo, no lo conseguirá porque el modelo de apego de la niñez es de temor al abandono.
Son esas personas que dicen frases tales como: “¿te estoy aburriendo?”; “¿no me vas a dejar solo/a, no?”; “¿te enojaste?”. Esa sensación de ser abandonado en cualquier momento surge del modelo de apego ansioso que no se transforma en apego seguro.
Hay un tercer modelo que se conoce como apego evitativo donde, cuando la mamá se va, el bebé no llora ni reacciona de ninguna forma. Como si la madre siguiese a su lado. Se trata de un modelo de apego “abandónico”. Como resultado, ese adulto creerá que, en las conductas humanas, hay alguien que no va a querer estar a su lado.
Son aquellos que, por lo general, no son capaces de tener un vínculo con los demás, de hacer amigos en ninguna parte, de conectar con otros emocionalmente.
Todos, seamos o conscientes o no, reproducimos en nuestros vínculos adultos, ese primer modelo de apego con mamá. Por eso, si anhelamos disfrutar relaciones sanas debemos revisar nuestro modelo con total honestidad y si fuera necesario, sanarlo.