Agradecer a mi Creador a diario debiera,
así mi vida en goce se convirtiera.
Preludio es esto de una enseñanza
que permite a Tu Voz que a Sus anchas
transformen mis balbuceos
en sonoras palabras, según sean Tus deseos.
Sólo Tú y yo en la unidad que somos
experimento la inmensidad del cosmos;
cosmos que se traduce en energía
que nuestros sentidos la captan en esta vida
como forma, colores o sonidos.
Trataré de mantener los conceptos unidos
para descifrar la unidad de Tu Grandeza
y acoplar las piezas de este gran rompecabezas.
Cuando en silencio dejo a mi alma permito a mi voz interior expresarse y el lenguaje queda extremadamente corto para transmitir semejante grandeza, por lo que sólo puedo agradecer, llave ésta que abre los labios del maestro interior haciéndome experimentar la Unidad, entender del cosmos su inmensidad y sentir que es energía de esa conciencia Universal de la que Soy Uno.
Como alma encarnada en la Tierra, ésta se experimenta a sí misma y a su entorno, a través de los sentidos como forma, colores o sonidos.
Eones de tiempo atrás éramos una gota en ese mar de la unidad, que en oleadas de almas nos “separamos” de Él, esas oleadas o familias de almas hacen su camino, en tiempos incontables, en distintos planetas y diferentes estados.
Al llegar a la Tierra como ángeles hemos participado en su proceso de formación, de ahí nuestro amor hacia ella, para luego obtener este cuerpo.
Otras razas oscuras llegaron luego y cambiaron nuestros ADN con lo que perdimos la memoria de quienes realmente somos, para someternos y dominarnos. Al fragmentar y desordenar nuestros recuerdos fuimos fácilmente manipulables a través del miedo, a sus propósitos, enfrentándonos entre nosotros.
En este momento de cambio de Era, las almas viejas están recobrando su memoria ancestral ayudadas por los rayos solares y cósmicos que están recibiendo, convirtiéndose en despertadores de las almas más jóvenes. ¡Despertad amados hermanos!