Se nos hizo habitual efectuar una breve lectura con reflexiones al finalizar la sesión de Yoga. Relajados y disfrutando de la hermosa sensación del prana circulando por todos nuestros sistemas, hoy abrimos nuevamente el libro en el que el Dr. Deepak Chopra nos prescribe la receta de la felicidad.
En el último capítulo nos explica que, incluso antes del calentamiento global y la carrera de las armas, la antigua manera de buscar la felicidad suponía creencias y condiciones que conducen a la infelicidad, como que el individuo está solo en un entorno hostil y debe luchar para sobrevivir y satisfacer sus deseos.
Que el estado primordial de la naturaleza es la carencia; que las cosas buenas no existen en cantidad suficiente para todos y conviene acumular todos los bienes materiales que sea posible; que ser rico equivale a ser feliz y que si no cuidas tus intereses, nadie lo hará.
Pero no podrá haber felicidad en el mundo hasta que no cuestionemos esas creencias, porque no hay nada en el mundo que no se comparta.
Consideremos que la sal del mar está en todos los seres vivos, que si olemos el humo de un cigarrillo estamos inhalando partículas de aire contaminado proveniente de los pulmones de otra persona y que siempre inhalamos virus que circulan mundialmente de una forma de vida a otra, porque “estamos ineludiblemente trenzados en el tejido de la vida”.
Entonces, “tu cuerpo no es tuyo”, porque la desintegración radiactiva revela que albergamos al menos un millón de átomos que alguna vez estuvieron en el cuerpo de Cristo, Buda, Gengis Kan u otras figuras históricas.
Además, “tan sólo en las últimas tres semanas han pasado por tu cuerpo mil billones de átomos que antes circularon por todas las especies de seres vivos del planeta”.
El Dr. Chopra nos hace notar que este intercambio se extiende a los niveles más sutiles de la existencia, porque así como la red internet y los aparatos de comunicación que funcionan con electricidad, nosotros somos parte de un campo de energía y de un campo de información.
Y refiriéndose a que nuestras emociones nos trascienden, con notable actualidad expresa que “la ansiedad por la crisis económica ha llegado a todos los hogares del mundo produciendo reacciones compartidas por miles de millones de personas”.
Por el mismo motivo, comprendemos que no podemos ser felices en aislamiento y, mucho menos, aspirar a alcanzar la dicha de la iluminación. ¡Feliz Primavera! Namasté.