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Hace poco más de un año, precisamente el 22 de septiembre, se conocía el dato de la muerte de un matrimonio que residía en las afueras de la localidad de Comandante Andresito. Los habían encontrado en la habitación con disparos en el cuerpo. En principio la principal hipótesis que se manejó fue la de un doble homicidio en ocasión de robo. Sin embargo, una semana después fue detenido el hijo de ambos como el principal sospechoso.
La investigación por el asesinato de Hilario Kirschner (61) y su esposa Mirta Sachser (54), fue llevada adelante por el Juzgado de Instrucción 3 de Puerto Iguazú, a cargo del magistrado Martín Brites. Por lo que pudo saber este Diario, en breve se presentará la requisitoria de elevación a juicio al fiscal Horacio Paniagua para que emita su opinión al respecto. Todo indica que el joven de 23 años está a sólo un trámite de responder ante un Tribunal por la muerte de sus padres.
Una de las últimas pericias que faltaban concretarse era que la abuela del acusado prestara testimonio. Sin embargo la mujer se negó. Al ser familiar directo optó por no emitir opinión en la causa, más allá de la situación traumática que implica la muerte de los integrantes de su familia supuéstamente a manos de su propio nieto.
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“Están muertos”
Alrededor de las 1.30 del domingo, un familiar llegó a la guardia de la comisaria de Andresito para avisar que su sobrino había llegado a su casa y a los gritos le había contado que habían matado a sus padres. Cuando la policía arribó a la vivienda ubicada en una zona conocida como “500 hectáreas·, del Paraje Cabureí, a la altura del kilómetro 9 de la ruta provincial 101, encontraron al hombre sobre la cama, boca abajo y a su esposa en el suelo boca arriba. La autopsia determinó posteriormente que fueron golpeados presumiblemente con un elemento romo y luego rematados con dos disparos calibre 22 cada uno.
Según se pudo reconstruir, Hilario estaba en el living frente al televisor, donde se le cayó un vaso y sus anteojos, tal vez luego de forcejear con su atacante. Su esposa fue atacada cuando corrió desde la cocina por los ruidos que se habrían producido en pleno forcejeo.
Ella estaba horneando comida porque tenía previsto, a las pocas horas por la mañana del domingo, ir a participar junto a su pareja del Día del Jubilado. Junto a su marido fueron llevados hasta la habitación matrimonial, donde fueron ultimados.
Como se trata de una zona rural, en la que no hay vecinos cercanos, no hubo testigos que escucharan las detonaciones que ocurrieron dentro de la vivienda.
Los investigadores hallaron un ticket bancario en el que figuraba la extracción de 100 mil pesos, pero ese dinero nunca apareció. Todo indicaba en ese momento que él o los ladrones buscaban esa plata. Por eso habían molido a golpes al matrimonio para que cantaran dónde estaba el dinero.
Lo que les llamó la atención era que la casa estaba desordenada pero no así la habitación del hijo. Las sospechas sobre él crecieron cuando no encontraron un rifle cuyo calibre eran el mismo de los proyectiles extraídos del cuerpo de las víctimas. Pero el testimonio de un familiar cercano terminó de arrojar todas las sospechas sobre el joven.
El hombre contó a las autoridades que Hilario le había confiado un secreto que no se animaba a contar. Su hijo lo había golpeado y amenazado.
Además le relató que era habitual que faltaran cosas en la casa, que su hijo llevara la camioneta sin permiso y que no pudieran controlar su carácter.
Cuando el sospechoso fue citado a declarar señaló que aquel día había salido a las 19.30 de la vivienda para regresar a las 1.30. En su coartada sólo pudo probar que no estuvo allí desde las 22 en adelante. El último mensaje que había enviado Hilario era a las 20 de ese sábado. Por otra parte, en la cama matrimonial identificaron una huella de calzado similar a la que usaba el sospechoso. Él había mencionado que había pisado la cama cuando le tomó el pulso a su padre para saber si aún estaba vivo, pero esta versión no resultó creíble a los investigadores.
Además, en la casa los peritos no hallaron otras huellas dactilares más que la de los tres que vivían allí. Otras de las pruebas que ayudaron a descartar el homicidio en ocasión de robo fueron los testimonios de los familiares. Aseguraron que no habían vendido ninguna propiedad en los últimos tiempos y que la pareja tenía su dinero bancarizado. Se dedicaban al cultivo de yerba y a la ganadería. El efectivo que manejaban era sólo para gastos comunes.
Con todas estas pruebas, en enero pasado el juez Brites le dictó la prisión preventiva al hijo del matrimonio bajo la acusación de “doble homicidio doblemente agravado por el vínculo y por uso de arma de fuego”.