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La cuarentena ya superó los 200 días de extensión y dejó a una buena parte de las actividades económicas paradas durante una gran cantidad de tiempo. Si bien hay sectores que ya abrieron sus puertas con normalidad, todavía hay un segmento importante que tiene sus operaciones reducidas, o bien, no pudo volver a funcionar hasta el momento.
Para paliar la profundización de la recesión que significaron las restricciones, que llevaron en el segundo trimestre al peor desplome del Producto Bruto Interno (PBI) de la historia, el Gobierno se valió de distintos instrumentos para asistir a los sectores afectados, ya sean empresas que tuvieron que cerrar o perdieron su demanda, o personas que dependían de ingresos informales y los perdieron.
Desde el 20 de marzo, el país tuvo 13 períodos consecutivos de confinamiento, tiempo en el que viró de tener pocos casos a sumar más de 870.000 infectados y ver sus camas de terapia intensiva saturadas en algunos distritos.
Hasta el 5 de octubre, cumplidos 200 días de cuarentena, el Tesoro anunció e implementó medidas económicas que significan un gasto público de $941.328 millones, equivalente a 3,5%, y una resignación de ingresos por $96.210 millones (0,4% del PBI), según un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC). Por ello, el “costo fiscal” del paquete de asistencia supera los $1,03 billones, que representa un monto similar a dos meses de recaudación y a un promedio diario de $ 5.183 millones.
Teniendo en cuenta que el déficit fiscal primario podría girar en torno al 8% del PBI, las medidas de apoyo significan la mitad, mientras que otra buena parte viene por el lado de la caída de la recaudación por el parate de la actividad, estimado para todo el año en más de $800.000 millones.
Además, el Gobierno dispuso de una serie de facilidades financieras para el sector privado cuyo monto asciende a $530.146 millones (2% del producto), aunque en este caso no son partidas, dado que el Estado sólo puso recursos en garantía que totalizan un monto menor.
A dónde fue el gasto
De los $941.328 millones de gasto, cerca de $359.392 millones fueron destinados a gasto social, lo que significa 1,33% del PBI. Se trata del principal concepto de las erogaciones de la cuarentena.
Muy cerca están las transferencias al sector privado, casi totalmente explicado por los subsidios para el pago de sueldos del Programa de Asistencia al Trabajo y a la Producción (ATP). En total, alcanzaron los $334.457 millones, lo que equivale a 1,23% del PBI.
Además, se dispuso una disminución de ingresos por el lado de aportes y contribuciones patronales, por $81.607 millones (0,3% del PBI).
El tercer destino fueron las provincias, que ante el desplome de los recursos propios, dado que la principal fuente de ingresos provinciales es un impuesto muy sensible a la actividad como lo es Ingresos Brutos. En total, Nación giró $194.065 millones, 0,72% del PBI.
Como cuarto concepto aparecen los gastos orientados a salud, que totalizaron $49.520 millones, 0,18% del PBI. También el Estado resignó ingresos, por $14.586 millones (0,05% del PBI).
El resto del gasto fue a otros segmentos en dosis menores, como defensa y seguridad ($1.888 millones), educación ($1.758 millones) y ciencia ($248 millones). Además, el Gobierno adoptó medidas que facilitaron créditos y facilidades financieras por $530.146 millones.
Los más afectados
Un informe del Centro Interdisciplinario de Estudios de la Facultad de Ciencias Económicas (CIEFCE) de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), realizado por Cristela Roude y Rocío Agustina Arce, analizó el impacto que la pandemia de coronavirus y la consecuente cuarentena tuvo sobre el mercado laboral de nuestro país.
En ese sentido, replicaron los datos difundidos por el INDEC y recordaron que la tasa de desocupación a nivel nacional se ubicó en el 13, 1% con una variación del 2,5 puntos porcentuales en comparación al mismo período del año anterior, alcanzando así su mayor valor desde el año 2004, informó ayer el sitio ELONCE.
“En lo que respecta a la pérdida de empleo, el 83% está explicada por los trabajadores informales y los cuentapropistas, que fueron los sectores más afectados por la paralización de las actividades y la imposibilidad de poder continuar con sus fuentes de trabajo”, indicó Roude.
Y agregó: “Durante el aislamiento, los sectores más afectados fueron los hoteleros, gastronómicos, la construcción que estuvo paralizada durante los dos primeros meses del ASPO y el trabajo doméstico”.
“El aumento en la tasa de desempleo se dio no sólo por la cuarentena que imposibilitaba la búsqueda laboral o la pérdida de trabajo por el cierre temporal de locales, sino que muchos negocios, PyME, hoteles y restó tuvieron que cerrar completamente, con lo cual, se perdió la fuente laboral y no sólo el trabajo propio”, alertaron.
“El programa IFE, si bien no fue una solución, ayudó a contener la situación de estos trabajadores informales que perdieron el empleo de manera excepcional; fue la respuesta que encontró el Gobierno ante esta destrucción masiva de los puestos de trabajo”, valoró Arce.
“Y si bien a partir del tercer trimestre con la dinamización de ciertas actividades, los números mejorarán un poco, se necesita de un crecimiento económico que traccione el mercado laboral y que las tasas se vuelvan a recomponer”, agregó.
“Las mujeres jóvenes de 14 a 29 años fueron las que más sufrieron el aumento en la tasa de desempleo”, revelaron las autoras del informe.
Fuente: El Cronista-Medios digitales.