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Revancha. La de Romina, la presidenta, que rompió con los prejuicios que de chica la obligaban a escaparse de casa para jugar al fútbol. Orgullo. El de Cecilia, la capitana, que cambió su equipo de liga para defender la camiseta del barrio. Y amor. El de Jovita, a quien todavía se le escapa alguna lágrima cuando recuerda la emoción de las chicas en el viaje a Santa Fe, la primera vez que muchas de ellas salieron de la provincia.
De ilusiones postergadas y sueños por cumplir se alimenta el empuje con el que las chicas del Club Atlético Nueva Generación afrontan cada partido. El nombre no es casualidad: ellas mismas lo eligieron, cual si fuera una verdad que las guía, un compromiso que las precede. Una nueva generación para romper con los prejuicios machistas del fútbol y los estigmas que golpean y que hacen que todo cueste el doble para el barrio Sol de Misiones del sur posadeño.
EL DEPORTIVO se acercó a la cancha del barrio y compartió una tarde de entrenamiento con las chicas de Nueva Generación, que sueñan en grande y derriban a los pelotazos los obstáculos que se le presentan en el camino. Al fútbol se juega como se vive. Y las pibas le fruncen el ceño al día a día, aprietan los dientes y salen a ganar por goleada de uno y otro lado de la línea de cal.
Hay equipo
Como marca la ley de la vida, las grandes gestas nacen muchas veces de la casualidad. Y ese es el caso de Nueva Generación. En realidad, en el destino de Jovita Elizabeth Cabañas (45) estaba escrito que de una u otra manera su futuro iba a estar ligado a la pelota, aunque probablemente no tan lejos de casa y de esa manera.
Jovita es del barrio Santa Rita, a más de seis kilómetros de Sol de Misiones. Es la entrenadora del equipo femenino y todos la consideran como la fundadora del club y actual alma mater. En marzo de 2018, iba en auto a visitar a su hijo –que fue relocalizado en la zona- cuando vio con su hija a dos o tres chicas pateando una pelota en la cancha del barrio. “Pasábamos por acá y mi hija me hizo parar el auto. Empezamos a hablar con las chicas y así fuimos gestando la idea de crear un club en el barrio”, recuerda Jovita.
Cabañas siempre jugó. “El fútbol es mi pasión”, dice, y recuerda sus partidos en miles de canchas de la ciudad. Ya retirada, encontró en Sol de Misiones la razón de seguir ligada a la pelota. “Hoy está primero Dios, luego mis hijos y después Nueva Generación. Al club lo mantenemos entre todas vendiendo rifas, churros y pollos. Y así contamos con nuestro propio uniforme, nuestro escudo y nuestra personería jurídica”, revela la DT, orgullosa, y aclara que los ‘papeles’ son el paso fundamental para el futuro: “yo sueño con que un día tengamos la estructura, nuestro estadio, para que quede algo para el barrio”. Eso sí, aclara: “el nombre no se cambia porque lo eligieron las chicas”.
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Herramienta para cambiar
El fútbol transforma vidas. Brinda herramientas. Da oportunidades. Esa es la razón por la que Nueva Generación se transformó en la pasión de las chicas. “Muchas de ellas salieron de los vicios gracias al fútbol. Por eso muchas veces nos lamentamos que todo este trabajo no se vea, que no tengamos mucho apoyo. Yo no soy solo la técnica, tengo que estar también muchas veces para contenerlas. Este es un barrio de muchas necesidades”, se lamenta la entrenadora.
Jovita recuerda entonces uno de los momentos más felices con Nueva Generación, que no tuvo que ver con un resultado deportivo. “Fue de una familia de acá, no te voy a decir el nombre, pero vino el esposo de una de las chicas para agradecerme. Ella tenía problemas de alcohol, de vagancia, y dejó todo eso cuando empezó a jugar. Cuando llegué a mi casa, me largué a llorar”, cuenta aún emocionada la DT, quien enseguida promete que “yo a las chicas, por más bronca que uno pase a veces, no las voy a dejar nunca, ellas son mi prioridad”.
¿Cuál fue su otro momento especial? El de los viajes. Apenas creado el club, en 2018, las chicas viajaron a jugar un torneo en Cerro Corá. Al año siguiente, se fueron más lejos, a Montecarlo. Y en 2019 rompieron todos los pronósticos con un viaje a Reconquista, en Santa Fe. “Para ellas, fue toda una sorpresa. Gaby, Paola, Nany, todas lloraban de la emoción. Yo no quiero acordarme mucho porque me emociono de vuelta. Los padres venían a agradecernos porque muchas de las chicas nunca habían salido de la provincia. En el viaje, ellas iban mirando todo sorprendidas, muchas no conocían el puente que une Corrientes con Chaco”. Lo que para muchos puede ser algo común, para ellas fue inolvidable.
A puro fútbol, las chicas de Nueva Generación se ganaron el respeto de todo Sol de Misiones, que de a poco se arrima a mirar por las tardes al grupo que patea sobre la canchita de tierra. Quién dice. Quizás la pelota tenga sorpresas para alguna de ellas. “Me gustaría que las chicas tengan oportunidades, en la vida y en el fútbol. Si es con la pelota al lado, que vayan a Boca, a River. Que puedan transformar su vida con el fútbol y salir adelante. Todo cuesta, hay que poner plata y tiempo, pero por ellas, vale la pena”, cierra Jovita.
La revancha de la presidenta
Jovita subraya que, sin el apoyo de muchos de los vecinos del barrio, Nueva Generación no hubiera sido posible. A su lado, asiente Romina Gómez (36), actual presidenta del club y madre de una de las jugadoras del team. La de Romina es una historia muy particular que marca la transformación social y el espacio que las chicas se ganaron en la cancha.
“Me sumé porque me gusta el fútbol. Cuando yo tenía la edad de mi hija, también jugaba, pero antes era más difícil. Yo vivía en San Carlos, Corrientes, y era una pelea constante con mi mamá, porque ella decía que el fútbol era solo para los varones. Y yo me escapaba para ir a jugar. Hoy es otra cosa. Por eso, porque yo no pude, hoy estoy acá para apoyarlas a ellas”, dice la presi.
Romina vive desde siempre en Sol de Misiones y, más allá de su experiencia personal, sabe de la importancia del deporte para los jóvenes. “El deporte sirve para sacar a los chicos de la calle, de la droga, de andar robando, de todo lo malo que anda dando vueltas. Con el fútbol, ellas ocupan su tiempo para algo. En el barrio hacía falta algo así. Y las propias chicas le pusieron el nombre al club, para demostrar que ellas son el cambio, que se viene algo nuevo”, afirma Gómez, quien no le pierde la mirada a las chicas mientras entrenan. “Para mí, ellas son un orgullo. Me gustaría que lleguen a nivel nacional y que puedan cumplir todos los sueños que yo no pude”, repite, con una sonrisa.
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El sueño de llegar lejos
Las chicas, es cierto, se peinan para la foto. Pero una vez que la pelota comienza a picar en la tierra roja, se olvidan para siempre de los reporteros. Hará falta que Jovita las llame para que, con mucho de timidez, enfrenten el micrófono. Para ellas, será la primera vez en una entrevista.
“Yo soy acá del barrio y estoy jugando en Nueva Generación hace cuatro meses. Tenía mi equipo, pero no es lo mismo jugar allá que acá, con mis amigas de la cuadra. Esto es algo que se siente, una pasión”, define Cecilia Almirón (18), la capitana del equipo, que juega de enganche y sueña con Boca Juniors y la Selección Argentina. “Ojalá el club siga creciendo y las chicas no bajen los brazos”, se ilusiona.
Araceli Álvez (13) es la más chica del equipo. Juega desde hace tres años y, si bien no es de Sol de Misiones, es una más dentro y fuera de la cancha. “Jugar con las chicas es lo mejor del mundo. Mi sueño es jugar algún día en Primera, claro, pero más me gustaría poder llegar con el equipo”, lanza Ara, con la pelota bajo el brazo. A su lado, Gabriela (15), su hermana, admite ser la delegada del equipo. “Para mí es un orgullo, porque hasta antes que llegara Jovita, jugábamos acá en el barrio nomás contra los varones. Y ahora ya fuimos a Santa Fe y todo. Muchas de las chicas ahora se cuidan. El fútbol cambió todo acá en el barrio”, sintetiza. Y vaya si lo hizo. Nueva Generación tiene hambre de gloria.
Una colaboración que suma y mucho
Jovita no se olvida de mencionar a quienes colaboran constantemente en los entrenamientos de Nueva Generación que, además del equipo femenino, también tiene un team de chicos y otro masculino de mayores.
Se trata de Sandro Mereles y Martín De La Cruz. El último es del barrio Villa Urquiza de Posadas, pero hasta antes de la pandemia jugaba el Regional Amateur de AFA para Defensores de Glew, en Buenos Aires. Por el coronavirus debió volver a casa, pero lejos estuvo de alejarse de la cancha y se sumó para ayudar a las chicas.
“Lo de Jovita es impresionante. Ella llegó acá, armó el club y tiene todo en regla. Hasta mandó a construir los baños que están al lado de la cancha del barrio. Las chicas vienen de todos lados. Y la quieren mucho, porque es muy contenedora. Si no está Jovita, el fútbol acá no empieza”, explicó De La Cruz con una sonrisa.
Martín, que sabe de la herramienta en la que se puede transformar el fútbol, reafirma que “el deporte se transformó acá en un refugio para las chicas y eso es lo más importante para nosotros. El barrio necesitaba de esto”.