“Cada 15 de octubre, desde 1998, es muy difícil de soportar. Desde que mataron al ‘Pelado’ no tuvimos más día de la madre tampoco. La tragedia para nosotros no tiene final. Ni siquiera un poco de paz de la justicia recibimos”.
Jorge Brítez tiene 57 años. Cuando le quitaron a su hijo con el estallido de una bomba casera montada frente a la casa del médico peruano Hugo Salazar del Risco, tenía 35 y múltiples sueños con el “Pelado” (11). “Él estaba esperando el viaje para ir a probarse al club Talleres de Córdoba, lo habían visto jugar en un encuentro regional acá en Misiones y me ofrecieron la posibilidad. Le encantaba jugar de mediapunta o volante. Era su pasión el fútbol, Diego Maradona su ídolo, soñaba con triunfar. Me lo decía: ‘Papá voy a ser conocido en todo el mundo’. Y lo conocieron, pero por el atentado, por la locura de un tipo que armó una bomba y le destrozó el cuerpo a mi hijo”.
Jorge habla pausado, cada bache es atravesado por el dolor. “Siento mucha impotencia, muchísima bronca, es odio, antes de esto no vivíamos así. Hoy nos sentamos a la mesa con mi esposa y miramos que falta un plato, no nos acostumbramos a que siempre falta un plato, el lugar del Pelado”.
La sensación es replicada cada día, cada mes, cada año: “Me fallaron dos jueces, me cortaron las piernas, me destrozaron como a mi hijo la bomba. (Ángel Dejesús) Cardozo y (Demetria González de) Canteros absolvieron a Salazar del Risco y lo dejaron escapar a Perú”.
“Pasan los días y a veces creo que puede ser verdad nomás, que recibieron dinero como me dijo un abogado de Posadas que vino a El Alcázar a dar una charla de violencia de familia. Cuando me presenté y en voz baja le dije quien era yo, me contó la versión de que un millón de pesos habría cobrado cada uno de estos dos jueces por liberar al acusado”.
En este juicio de noviembre de 2000, el Tribunal Penal 1 de Posadas estuvo conformado además por Roque Martín González (hoy excamarista del TP-2) quien votó por la pena de prisión perpetua, en coincidencia con la fiscal Liliana Mabel Picazo.
“Roque González fue el único de los tres jueces que una semana antes del juicio vino a El Alcázar y estuvo averiguando y recorrió todo el pueblo. Preguntó, conoció como era la gente, que sabían de nosotros, quién era el Pelado, todo averiguó”.
Sobre cómo era el “Pelado”, Jorge recordó: “Era un pibe que juntaba a los amigos para ir a jugar a la pelota, los iba a buscar y los traía a comer pan con dulce que él le pedía a la madre para que todos merienden porque la mayoría era gente muy pobre. Merendaban y volvían a jugar sonrientes, eran alegres o fueron alegres hasta el 15 de octubre de 1998”.
Cada uno de los ocho días de audiencias de debate oral y público “me tomé el colectivo a las 5 y llegaba justo a Posadas para cuando comenzaba. Volvía a las 23, dormía un rato y me volvía a levantar para tomar el micro hacia el tribunal”, recordó ayer en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
“Tengo todo grabado en la memoria. El homicidio ocurrió un jueves, también como hoy (por ayer) me llamaron al aserradero a las 7 y vine corriendo, mi hijo tirado boca abajo frente a la casa del médico. Todo ensangrentado, destripado, clavos por todos lados. Lo abracé y no respiraba. No lo puedo sacar de la mente, mi niño asesinado como un perro. Él llevaba un billete de dos pesos, se lo había dado antes de salir a trabajar porque me pidió para comprarle un regalo a su mamá, tres días después era el Día de la Madre. Con Maximiliano Piriz (sobreviviente) ese día cambiaron de recorrido para ir a la escuela, desviaron el camino y encontraron esa caja blanca y roja que tenía un nylon (hilo) que conducía a la casa de Salazar del Risco. Yo vi ese nylon cuando abracé a mi hijo ya muerto”.
“Todo en la memoria tengo, todas las imágenes. El perro Bocha no se le separaba, estaba sobre él ya inmóvil, muerto, y lo cuidaba igual, lo protegía. Hoy sigo sentándome en el frente de casa a la tarde a mirar y esperar que aparezca el ‘Pelado’. Sigo creyendo que va a aparecer sonriente, yo soy hincha de River Plate, pero sospecho que va a aparecer con su camiseta de Boca puesta volviendo de jugar al fútbol”.
Como recuerdo que el dolor se ensaña y que no permite antídoto, queda una tumba en el cementerio que Jorge construyó con 1.500 pesos que tenía ahorrados. “Es muy linda, toda de azulejos y placas de bronce. Siempre está limpia, le llevamos flores, rezo y hablo un rato con mi hijo”. Ironía del destino, los padres del “Pelado” sólo recibieron 1.100 pesos del Estado y correspondía al seguro de vida que cubría la escuela.
Libre e impune
El único acusado y sospechoso del homicidio del “Pelado” Brítez sigue siendo el médico peruano, Hugo Salazar del Risco. Poco tiempo después de su absolución emigró a su país de origen.
En 2004 y 2009, la Justicia peruana rechazó sendos pedidos de extradición del Superior Tribunal de Justicia, estamento de Misiones que anuló el fallo del TP-1 que lo liberó por falta de mérito.