El Amor no se exige, se da. Se da sin necesidad de permiso. El amor nace y crece en tu interior, fruto del sentimiento hacia tu propio Ser. No viene del exterior. Y sólo quien se ama a si mismo es capaz de amar al otro de forma correcta sin apegos, sin miedo a la soledad, sin el deseo de llenar vacíos, sin necesidad, sin dependencias.
El amor es lo único real en esta vida, somos amor. Ésta es la única verdad absoluta. Pero lo olvidamos, nos alejamos de lo que somos. El único sentido de la ida es volver al inicio, a la esencia.
Siente el amor en ti, si amas a alguien deja ser ese sentimiento, siéntelo, disfrútalo, pero jamás lo exijas. Cada ser tiene una historia, unas experiencias, un mundo interior. Si no es capaz de corresponder o aceptar ese amor debemos respetarlo sin obligar, pero sin privarnos del placer de amar.
Ama, seas o no correspondido, tengas o no permiso. Nadie puede negarte el derecho a sentir, del mismo modo que tú no puedes ni debes exigir. El amor es total y absolutamente libre.
El día que la humanidad comprenda y aprenda a amar su historia dará un vuelco.
Las culpas, los miedos, las desconfianzas, las inseguridades, desvalorizaciones y un largo etc., pueden llevarnos a rechazar el amor. Rechazar el amor, pero incluso en esos momentos difíciles, de confusión y dolor, el amor puede resultar un bálsamo para el alma.
El amor sincero y generoso de otro ser nos recuerda nuestra divinidad, nos invita dulcemente a mirar profundo y recordar y recobrar nuestra esencia. Si alguien es capaz de amarte bien, de amarte bonito, sin exigencias déjate querer.
Permite que toquen tu alma, que sanen tu ser. El cielo sabe a quien envía. Lao-Tse dijo en una ocasión: “Cuando el cielo quiere salvar a un ser humano, le envía el amor”.