En el Día de la Madre saludamos con amor a todas las madres, a las que están leyendo esta maravillosa revista y a las que trabajan dando lo mejor de sí para que su publicación sea un hecho.
Y como nuestros temas siempre se relacionan con la práctica del Yoga, saludamos también a todas las madres que lo practican y a las que lo enseñan.
Por eso precisamente hoy nos propusimos homenajear a alguien que, siendo mujer y europea, lo aprendió de los antiguos maestros de la India en una época en que el Yoga todavía era una disciplina reservada a los hombres. Y no sólo se limitó a practicarlo, sino que lo difundió profusamente en Occidente y en Argentina. Nos referimos a Indra Devi, calificada y honrada como Mataji Indra Devi, que significa madre sabia merecedora del mayor respeto.
Tenía 86 años y ya había publicado importantes libros cuando en 1985 se estableció en Buenos Aires, organizó su Fundación y un instituto para la difusión del Yoga. Y aún hay quienes recuerdan con emoción su visita a Posadas.
Siempre amorosa y maternal, Mataji nos enseñaba que el Yoga es la ciencia que proporciona a las personas el conocimiento de su verdadero ser, porque es un método para lograr el desarrollo físico, mental y espiritual.
Por eso, considerando las características de nuestro modo occidental de vida, desaconsejaba las prácticas físicas muy avanzadas, proponiendo en cambio un programa de Hatha Yoga con respiraciones profundas mientras el cuerpo adopta y sostiene diversas posturas seguidas de relajación, con momentos dedicados a la concentración y a la meditación.
Afectuosamente Mataji nos explicaba que de este modo el Yoga puede influir en los valores físicos, mentales, morales y espirituales, por la importancia que da a la filosofía del ejercicio, cuya base está dada por las diez reglas de su código de moralidad Yama-Niyama y cuyo objetivo es vincular al ser humano finito con el Infinito, con la Luz, con la Verdad, con el Amor Universal.
En próximas notas brindaremos más enseñanzas de Mataji Indra Devi. Ahora quedémonos con lo último, cerramos los ojos, respiramos calmadamente y en el Día de la Madre comprendemos cómo sentían y sienten todas las antiguas tradiciones el amor vivificante de una Madre Divina, mientras nosotros aquí veneramos a María, la Madre de Jesús.
¡Feliz Día Mamá! Namasté.