Lograr la “soberanía alimentaria” es una meta que muchos productores buscan concretar. La finalidad de este objetivo es lograr producir en una chacra todo lo que hace falta para alimentarse y lo que sobra vender. A esta idea, los productores le suman la producción “orgánica” o la producción “biodinámica”, entre otros sistemas, que es obtener producción libre de utilización de abonos, fertilizantes o herbicidas químicos para mejorar la producción en la chacra.
El caso de Juan Carlos Furlan de 43 años de edad, que junto a sus dos hijos Camilo de 15 años y Jazmín de 10 llevan adelante un proyecto de producción “biodinámica” en su chacra de Cerro Cora. “El proyecto es cerrar el círculo en la propia unidad productiva con la cría de animales, elaboración de compostaje de lombriz, la producción de verduras y hortalizas para la alimentación de la familia y de los animales. Lo que sobra vender en la ciudad”, exhibió el productor.
Furlan hace doce años que eligió la chacra para vivir. Dejó el traqueteo de la ciudad para afincarse en la comodidad de la Colonia Villa Venecia en Cerro Cora. Llegó con su familia a una chacra donde no había nada, sólo una “casita de madera por caerse y una vertiente por ahí cerca”. En la docena de años que está trabajando la chacra de veinticinco hectáreas probo de todo; producción de uva y la elaboración de vino, árboles frutales y cría de animales de corral. Hasta que mudó su idea a una producción “biodinámica”.
“La producción biodinámica en una chacra es lograr cerrar el círculo con la plantación, cría de animales, hortalizas y verduras y la alimentación de los humanos y animales. Esto también es la soberanía alimentaria, conseguir que en una unidad productiva se produzca todo lo que se necesita para alimentarse. A esto hay que agregarle la producción totalmente orgánica”, dijo Juan Carlos Furlan.
En su chacra, Furlan tiene cerdos, gallinas ponedoras y vacas. De ellas obtiene los desechos para la producción de compostaje que luego lo transforma en un lombricompuesto. Esa producción de abono totalmente orgánico utiliza para la producción de verduras, hortalizas y plantas medicinales. Hasta está probando el lombricompuesto en la producción de mandioca.
“Con la producción de conejos, cerdos, gallinas y vacunos obtengo carne, huevo y leche, pero también obtengo con la cama, la materia prima para hacer el compostaje para luego elaborar lombricompuesto. Ese abono de primera calidad lo utilizo para la producción en la huerta y también estoy probando en la mandioca. Eche lombricompuesto en quinientas plantas para probar si mejora el rendimiento. De esto no hay referencia si mejora o no el tamaño de las raíces. La producción de la huerta lo utilizamos en nuestra alimentación y en la de los animales. Así vamos cerrando el círculo”, explicó el productor.
Si bien Furlan tiene el asesoramiento de técnicos del INTA de Cerro Azul, asegura que su producción es con prueba y error. “Yo tengo el acompañamiento de técnicos del INTA, pero también voy experimentando y obteniendo resultados a ‘prueba y error’. Lo que busco es obtener el mejor resultado en todo lo que produzco en la chacra sin la utilización de ningún químico, ya sea abono o fertilizante“.
“Se puede obtener muy buenos resultados con la producción biodinámica. Que también es utilizar técnicas ancestrales que usaban nuestros abuelos cuando plantaban en sus chacras y no había agroquímicos”, continuó.
Para combatir los insectos en la huerta la familia Furlan utiliza la técnica de mezclar las distintas especies en un mismo cantero, e incorporarle plantas medicinales y aromáticas. “Si ponemos en un cantero una sola especie es darle servido a los insectos que comen esa producción. Pero si se le mezcla por ejemplo repollo, lechuga, acelga, orégano, perejil y alguna planta aromática como menta, romero o cedrón, obtenemos una variedad que aleja a los insectos. Y si hace falta se elabora un repelente con plantas locales que se consigue en la chacra y se puede rociar para alejar a los insectos. Así obtenemos buen resultado”.
Por último Furlan dio un mensaje a los colonos “tenemos que recuperar la agricultura ancestral. Esa que hacían nuestros abuelos con una producción orgánica. El productor tiene que lograr el autoconsumo y lo que sobra vender en la ciudad, pero como producto de calidad orgánica y con un valor mucho más elevado que la producción que se hace ahora”.
“No es algo que se consigue de un día para el otro. Llevo dos años haciendo esto y todavía no pude terminar el círculo. Pero ya voy viendo los resultados. Vale la pena por la calidad del alimento que consumimos y la posibilidad de obtener buenas ganancias con lo que sobra de la chacra. Puede ser incluso mejor que la convencional que se hace ahora”, agregó.