
Se llevó a cabo la tercera marcha en esta ciudad por el Orgullo Disidente 2020, una fiesta pero también como un espacio de lucha, de reivindicación y de denuncia.
Este año, no sólo no pudieron hacerse las reconocidas muestras artísticas que se suelen llevar a cabo en la Plaza 9 de julio, sino que tampoco hubo una consigna colectiva: “No nos pudimos poner de acuerdo entre las organizaciones así que decidimos que cada una lleve sus propios reclamos y consignas”, dijo a PRIMERA EDICIÓN una de las referentes de la agrupación LGBT 1969, Jazmín Kinder.
Con los protocolos correspondientes, banderas, glitter y con reclamos concretos a la sociedad y el Estado, las organizaciones se concentraron a partir de las 15 del viernes en el Mástil de la avenida Uruguay y Mitre. Desde allí, “fuimos por hacia el Ministerio de Derechos Humanos, después al Ministerio de Salud y finalmente a la Comisaría de la Mujer para desembocar en la Plaza 9 de Julio, donde se hizo un acto y cada organización hizo su intervención”, contó.
La convocatoria
Participaron unas 100 personas: “Hubo una participación mayor de la que esperábamos porque muchas personas suelen ir sólo por el show y como este año no hicimos nada de eso, pensábamos que iban a ir menos”, señaló Kinder.
Y es que según contó la referente de 1969, “lo que sucede es que la participación en nuestras marchas por lo general suele ser muy acotada a diferencia de otras como la de los movimientos de mujeres”.
Al consultarle por el motivo de esto, Kinder sostuvo que “hay muchos a los que todavía les da miedo salir, por su familia o por la sociedad en general”. Finalmente, también se refirió a la necesidad de una Educación Sexual Integral que se aplique de manera efectiva para ayudar a prevenir los casos de discriminación y violencia.
“Todavía falta mucho”
Según Kinder, se lograron muchas cosas. “Cada vez hay más gente que se está abriendo, pero todavía falta mucho a nivel sociedad y Estado”.
Y esta falta de inclusión, se vio claramente reflejada en este contexto de pandemia en el que, por falta de trabajo y por problemas de salud, muchas personas travestis y trans tuvieron que depender completamente de organizaciones sociales que los ayudaran con cuestiones tan básicas como el alimento.
La pandemia desnudó con más crudeza las desigualdades y la situación de vulnerabilidad de estos sectores. “En nuestro país se logran muy buenas leyes pero que luego terminan no cumpliéndose”, dijo.