Por: Lic. Hernán Centurión.
Este último jueves dijeron que tenían pruebas acerca del fraude que sufrió el partido republicano de mano de las huestes demócratas. Convocaron a una conferencia de prensa y una gota de sudor mezclada con tintura para el cabello, corriendo por la mejilla de Rudy Giuliani, el exalcalde de Nueva York y abogado personal de Trump, fue todo un signo que daba a entender que ni siquiera ellos estaban convencidos de lo que sostenían. La fórmula Joe Biden-Kamala Harris, logró 309 votos electorales contra los 232 de Donald Trump-Michael Pence, quienes buscaban la reelección presidencial. El argumento sostenido por Giuliani, acerca de una mano negra de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y George Soros, vinculados a Smartmatic, la empresa encargada del recuento de votos, era una muestra del engaño que habían sufrido los norteamericanos para que la izquierda estadounidense tomara el poder. “Nos van a convertir en Venezuela”, dijo el también conocido “alcalde de América”.
En la misma conferencia de prensa, otra abogaba que representaba los intereses de Trump, leyó una carta en la que afirmaba que dejar el proceso electoral en manos de una empresa extranjera implicaba un asunto de seguridad nacional para Estados Unidos. Y oh, sorpresa, el nombre Argentina se oyó en la sala. Sostuvo que la misma firma fue la encargada del conteo de votos en las elecciones de nuestro país. Palabras más palabras menos, dijo que la tecnología para el recuento se exportó a otros países “y afectó la elección en Argentina”.
“Eso lo escribió nuestro amigo que emitió una declaración jurada sobre Hugo Chávez y su interés en Smartmatic”, dijo la letrada. ¿Qué pasó entonces?, ¿durmió Macri y le robaron la elección?, o ¿es un argumento falaz de los republicanos para deslegitimar su derrota?
Imaginemos que Cambiemos hubiera denunciado fraude de parte de esa empresa “chavista”, encargada de transmitir los telegramas con los resultados de las mesas. Hubiera sido un tiro en el pie, dado que el mismo Gobierno fue el contratante. ¿Y si se negaba a reconocer la derrota con los mismos argumentos que Trump? Con el nivel de grieta política existente y no por los problemas económicos, es probable que hubiéramos asistido a otro diciembre de 2001.
He aquí un problema que se suscita al menos en el mundo occidental. Cualquier idea, partido político o consigna que no se ajuste a los estándares del liberalismo clásico o el neoliberalismo son colocados de forma automática del lado de la izquierda comunista, ¡inclusive en Estados Unidos! Se habló durante la campaña acerca de luchar contra el comunismo que iban a querer imponer los demócratas. Oír esas declaraciones de los partidarios republicanos era como si Satanás acusara a Hitler de querer hacer un golpe de Estado en el infierno.
Ahora bien, ¿por qué desde estos lares se le dio tanta importancia a esas elecciones, cuando Argentina tiene problemas gravísimos que resolver? En la política vernácula hay mucho discurso anti yanqui del lado de los sectores progresistas, pero cuando sus líderes llegan al poder, saben bien que indefectiblemente tienen que negociar con Washington para sacar alguna tajada que nos permita subir un peldaño del último subsuelo en el que nos encontramos.
Dato curioso que la tecnología nos ofrece en estos tiempos. En Posadas, la periferia de la periferia al cuadrado, durante la semana que se realizaban los recuentos de votos en Estados Unidos, las búsquedas respecto a esos comicios se incrementó un 2.900% si se las comparaba con la semana anterior. En la capital provincial fue el tema más requerido en el motor de búsqueda. La herramienta Google Trends dejó esto en evidencia.
El Gobierno de los Fernández tiene esperanzas en que el arribo de Biden a la Casa Blanca a partir del 20 de enero de 2021, de alguna manera ayude a nuestro país a resolver en algún punto los problemas económicos. Se considera que el electo presidente demócrata tiene una visión cercana a Latinoamérica (es la zona del mundo que más visitó cuando era vicepresidente de Barack Obama, como también en sus años como senador por el Estado de Delaware).
La cercanía y la supuesta amistad que tenían Macri y Trump “ayudó” a que Argentina consiguiera más de 50 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional. La administración Cambiemos acudió al Fondo con el aval de Washington para financiar su déficit, que se negaba a hacerlo por la vía del ajuste para no ahuyentar al electorado. Pero los problemas empeoraron desde mucho antes del crédito, de manera que finalmente se convirtió en un pesadísimo lastre que a decir verdad ahora lo tiene que resolver el actual Gobierno, con cataratas de críticas impiadosas porque no saben cómo van a hacer para pagarlo.
Honestamente, ¿alguien tiene algún registro de si alguna vez Argentina tuvo beneficios concretos y duraderos en su relación con los Estados Unidos? De una u otra manera es imposible no relacionarse con la primera potencia mundial. A ver, recordemos. El Golpe de Estado de 1976. Siempre se habla que todos los quiebres democráticos en América Latina se hicieron con la venia de la Casa Blanca. Lo cierto es que en 1977, el presidente de facto Jorge Rafael Videla se entrevistó en Estados Unidos con el presidente Jimmy Carter. La agenda pública fue el resquemor por la industria nuclear argentina y la cuestión de los Derechos Humanos. Aceptaban la lucha contra la guerrilla, pero estaban preocupados por el nivel de torturas y desapariciones que para ellos, los militares habían tomado como una “cuestión personal de venganza” por los atentados que sufrieron las fuerzas desde mediados de la década del ´60.
El 21 de marzo de 1985, Raúl Alfonsín fue recibido por Ronald Reagan. A la hora de los discursos en el patio de la “White House”, el presidente argentino se mostró en línea con las ideas que promovía Estados Unidos, pero criticó con firmeza que la deuda externa era un problema para el desarrollo de los países considerados aliados de Washington. Perlita al margen, Reagan citó frases de Juan Bautista Alberdi acerca de la libertad.
Década de los ‘90. Sendas visitas desde Buenos Aires y desde Estados Unidos entre Carlos Menem y George Bush (padre). El impulso al Consenso de Washington para imponer las ideas del neoliberalismo llevadas a la acción en Latinoamérica y puntualmente en Argentina. Relaciones carnales. Ya sabemos como terminó.
Julio de 2003, viaje de Néstor Kirchner a Estados Unidos para buscar apoyo en sus primeras semanas de gestión.
Noviembre de 2005. Arribo de George Bush (hijo) a la Cumbre de Mar del Plata para consensuar el tratado de libre comercio con América Latina (ALCA). Rechazo y derrota para la administración republicana.
Marzo de 2016, primeros meses del Gobierno de Cambiemos. Visita de Barack Obama a un “aliado” de Washington, luego de la década de distanciamiento de Argentina, a partir del gobierno progresista con mirada anti yanqui de los Kirchner.
Cumbre del G-20 en Buenos Aires, diciembre de 2018. Arribo de Donald Trump y espaldarazo de las principales potencias al gobierno de Macri.
Luego del resultado de las elecciones en Estados Unidos, todavía no se tiene en claro cuál será la relación del gobierno de los Fernández con Joe Biden. Por correlación se podría decir que será lo mismo que durante los tres mandatos de los Kirchner. Pero la negociación por la deuda con el Fondo otra vez obliga a la Argentina a mostrarse amistosa.
Ya no hay dinero para pagar la deuda al contado como lo hizo Néstor Kirchner. Eso habla de las políticas económicas miopes y a corto plazo que tienen a nuestro país como si estuviera dentro de la película “El día de la marmota”.
Por lo que expresaron públicamente intelectuales, exfuncionarios y periodistas kirchneristas (sí, leyó bien, periodistas kirchneristas, tal como los hay macristas. Después usted elige a quién creerle), al menos mostraron su beneplácito por la pronta salida de Trump de la Casa Blanca. Una situación surrealista de progresistas alegrándose por el resultado de una elección en el “imperio yanqui”.
Sólo me queda una frase nihilista para cerrar estas palabras. No importa quién gobierne en el centro del mundo y la relación más cercana o alejada que se quiera tener con ellos. Nuestra clase dirigente echó a perder el siglo XX para Argentina. Y ya llevan desperdiciados 20 años de este nuevo centenio.