Verlo jugar a Maradona en vivo y en directo era cumplir el sueño del pibe. ¡Y él era un pibe todavía! Venía de ganar el mundial juvenil de Japón, aquel en que junto a Ramón Díaz y Calderón entre otros hicieron trizas todos los pronósticos y nos brindaron en cada madrugada una fiesta de fútbol.
Llegó con Argentinos Juniors a jugar un amistoso con Guaraní Antonio Franco donde el resultado pasó a ser una anécdota.
Para los que relatábamos fútbol era ser parte de la historia, esa que Diego hizo crecer y crecer más allá de lo imaginable. Esa en la que paseó su fútbol por el mundo y que coronó con el título de campeón en México 86 maravillando a propios y extraños, desterrando las dudas y marcando el gol más lindo de todos los tiempos y nada menos que ante los ingleses.
Pero apelando a la memoria y para ser sinceros, era muy difícil relatarlo a Maradona. Uno se embelesaba y perdía el hilo del partido. O trataba de seguirlo y era tan impredecible que no sabíamos qué iba a hacer.
Y lo hizo aquí en el Clemente Fernández de Oliveira y lo repitió hasta el cansancio en el San Paolo (al que ahora quieren ponerle su nombre), en La Bombonera o en el Azteca y en tantos otros estadios por donde paseó su magia futbolística.
Maradooo…Maradooo, gritaban los hinchas y los periodistas deseábamos despojarnos de la imparcialidad a la que nos obliga esta bendita profesión, y sumarnos a esa suerte de tributo-plegaria que se elevaba desde todos los rincones.
Tuve la suerte de hablar dos veces con Maradona. En la primera encontré a un pibe que asomaba a la fama y al que le costaba encontrar el lugar justo. Ese Maradona fue el que entrevisté en Posadas. Ese Diego que saboreaba las primeras mieles del éxito. En la segunda ocasión hablé telefónicamente con Maradona el mismo día que debutó en Newell’s. Era otro. Consciente de lo que significaba para el club rosarino.
Pasó por Posadas. Dejó su marca en el césped de Guaraní. Yo estuve ahí. ¡Qué me van a contar de sus amagues y sus goles! Lo vi haciendo magia con su mejor amiga, la pelota.
Por Guillermo Reyna Allan
Periodista