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Tras la decisión absolutoria, “Migue” Machado rompió en llanto, abrazó a “Tintín” y no se dijeron mucho, compartían la sensación.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN soltó impresiones pocos minutos después: “Es tremendo tanto tiempo estuvimos detenidos esperando el momento para demostrar nuestra inocencia. Esperábamos que digan la verdad los testigos y por suerte eso ocurrió. El 4 de enero fuimos a revisar la espera (redes y anzuelos de pesca) que teníamos en el río y se originó el malentendido con ‘Yoni’ (Machado), la pelea y la tragedia. No podíamos entender lo que estaba pasando, era como un hermano para nosotros, nos criamos en el mismo barrio, éramos vecinos, familias vecinas y no entiendo hasta hoy qué fue lo que sucedió”.
“Tres años presos, detenidos, no se puede expresar o explicar fácil. Es muy fuerte el encierro e insoportable más aún cuando sos inocente. Ahora quiero ayudar a mis padres y poder formar mi familia también, una compañera y tener hijos, borrar este malentendido”.
u defensor también añadió: “Vamos a esperar los fundamentos, seguro los jueces no habrán encontrado las certezas necesarias para condenar y resolvieron con muy buen criterio la absolución por el beneficio de la duda. No había elemento de prueba concreto”
“Esto que ocurrió hoy es muy bueno porque confirma que se puede venir a juicio y que se respetarán todas las garantías constitucionales, este fallo refuerza la confianza en el sistema”.
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Absolución
Carlos Horacio y Miguel Ángel Machado, tenían 19 y 23 años el viernes 5 de enero de 2018. Transcurrieron 34 meses y 22 días juntos, compartieron celda primero en la comisaría de San Javier y hasta la mañana de ayer en la Unidad Penal de Cerro Azul.
Sus noches de pesadillas finalizaron ayer cuando, por unanimidad, los camaristas Carlos Jorge Giménez, César Antonio Yaya y Gregorio Augusto Busse los declararon inocentes de la muerte de José Yonatan Machado (21) ahogado en el cauce del río Uruguay en San Javier el 4 de enero de 2018.
Luego de tres días de debate oral, el Tribunal Penal 2 los absolvió y ordenó su liberación inmediata. Se retiraron sin esposas de la sala de audiencias de calle San Martín casi 25 de Mayo de esta capital. Libres por el beneficio de la duda, por la insolvencia o lo endeble de las pruebas, o tal vez porque caprichosamente quiso la Justicia misionera que la acusación se sostuviera con prisión preventiva, vencida de plazo, inclusive.
Los jóvenes juntos en una balanza no superan los cien kilogramos. Ayer a las 12.35 se abrazaron y lloraron, se fundieron en un cuerpo de siameses. La secretaria del TP-2 acababa de leer su libertad, el veredicto les esquivó una condena de ocho años de prisión si los jueces coincidían con el pedido de la fiscal (subrogante) María Gisela Casafus, quien los acusó como autores del delito de “homicidio simple” (artículo 79 del Código Penal).
Durante el juicio, ninguno de los once testigos aportó o sostuvo la versión acusatoria de “Tintín” y “Migue” Machado como quienes habrían obligado a tirarse al río y que se ahogara José “Casqueño” Yonatan Machado (homónimo no pariente de los encartados). Menos aún referencias de la peligrosidad de una gomera y un machete que los hermanos habrían esgrimido para intimidar al vecino al que todos le tenían miedo y que sabía nadar a la perfección, amplio conocedor del cauce a la altura del “Yacaré”, como denominaban a la zona.
Fue el defensor Marcelo Ozuna quien hilvanó en su alegato lo sucedido, despejó la hipótesis de las amenazas y hostigamiento de los hermanos hacia “Casqueño”, la supuesta conducta dolosa que nadie vio, que nadie observó que lo hayan empujado al río y mucho menos lo mantuvieron sumergido apuntándoles con una gomera y un machete si intentaba volver a tierra.
Los hermanos fueron a ver sus lineadas y redes puestos en el río, su pesca a la “espera” y fueron sorprendidos por su vecino ofuscado y sentado solo en una piedra de la costa dispuesto a increparlos luego tirarse al río y desafiarlos a pelear.
“Tintín” y “Migue” se enfurecieron pero no habrían intentado matar a nadie sino enfrentar a “Casqueño” quien dos días antes para ratificar su violencia había atacado a planazos de machete a otro vecino, “El Porteño”.
“Tirate al agua y dejá de molestar y hacer quilombo”, le dijo Miguel Machado a “Casqueño” y este le hizo caso pero continuó la provocación. Nadie dudaba que sabía nadar y menos los hermanos Machado, “escapaba de ellos la comprensión que se podía ahogar porque se criaron en el río”, remarcó Ozuna.
“Casqueño tuvo vías para escapar, dos trillos, pero no quiso salir. Incluso al ver que ya se habían alejado los hermanos Machado, siguió en el agua. Nadie vio u oyó tampoco que lo hayan amenazado de muerte o golpeado”. “No hay elemento subjetivo, nexo de conducta que apunte al deceso, a matar”.