Bordea el misterio lo sucedido durante la madrugada de ayer en la vivienda de calle Ceibo y Félix de Azara en el barrio Ñu Porá. Entre las certezas incontrastables sobresale que Clemencio Medina (80) fue asesinado a golpes con algún tipo de elemento de suficiente peso y materia como para quebrarle el cráneo.
Medina fue hallado sin vida por un hijo que vive en una construcción del mismo predio donde el comerciante posee una pequeña despensa o kiosco en la que trabajaba de “sol a sol” sin meterse en problemas y con medidas de seguridad habituales.
El ataque fue alertado a la policía pocos minutos antes de las 6. Fue su hijo docente, de 55 años quien lo encontró tendido a Clemencio en su casa, bañado en sangre y con golpes y cortes en el rostro, principalmente.
No transcurrió mucho tiempo hasta que la vivienda y adyacencias se cubrieran de investigadores, juez y secretarios, peritos de Policía Científica y las primeras, aunque pocas, certidumbres.
Todas las actuaciones fueron ordenadas y observadas por el juez de Instrucción 2, Juan Manuel Monte, quien ordenó la autopsia al cadáver y los primeros allanamientos en varios puntos de Garupá, principalmente en el barrio Ñu Porá.
A la par, las labores de los expertos en criminalística permitieron la obtención de rastros y huellas de pies descalzos en la sangre, cuyos tamaños se sospecha, corresponderían a una mujer, entre otros elementos secuestrados para laboratorio.
Las primeras demoras de posibles involucrados se concretó antes del mediodía y correspondió a una empleada doméstica de 43 años que asistía a Medina en su hogar y comercio. El concubino de esta mujer también fue trasladado hasta la comisaría Quinta (Unidad Regional X) de Garupá.
Ambos brindaron sus coartadas, pero también se le tomaron huellas de las plantas de los pies para cotejar con las muestras levantadas en el escenario del crimen.
De la descripción de los vecinos de Clemencio no surgieron detalles escabrosos o incidentes previos que puedan desencadenar en la muerte violenta.
“La casa estaba ordenada”, dijo una fuente de la pesquisa a PRIMERA EDICIÓN. También resaltó que si fuera para robarle, Medina guardaba cerca de 50 mil pesos en una cajonera de ropa, sin mucha seguridad salvo que no se viera con facilidad al abrirla. La Dirección Homicidios e investigadores de la UR-X intentan develar el sucedido.
Vecino, laburante y sin líos a la vista
Alrededor de Clemencio Medina hasta ayer no se pudieron establecer roces, peleas o conflictos evidentes que puedan relacionarse al ataque y muerte de ayer.
Sobre sus ingresos menos aún. “Trabajaba en su kiosco, pequeño almacén. Cerraba a las 9 (de la noche) y abría cuando salía el sol. Nunca tuvo problemas con nadie y su familia tampoco”, resaltaron las fuentes consultadas ayer por PRIMERA EDICIÓN.
Ni disputas sentimentales ni amenazas relacionadas acarreaba, o al menos nadie en su entorno conocía. Tampoco antecedentes delictivos o investigaciones policiales que lo vinculen.
No se descarta el robo, o el intento por asaltarlo que finalizó al ver a la víctima sin vida o que el crimen justamente se desencadenó al ser reconocido el o los agresores por el comerciante.