Hoy comienza el Adviento, un tiempo cuyo nombre -adventus- significa “venida”, tiempo de “esperanza”. Les propongo ir desde la esperanza a la “confianza”. En lugar de esperar que suceda, confiar y construir eso que queremos. La esperanza surge del sentimiento de estar incompletos entonces nos aferramos a ella y sin querer nos vamos del momento presente proyectando lo que falta en nuestro mundo.
La propuesta entonces es centrarnos en el presente, en lo que está sucediendo con lo bueno y lo malo, lo cómodo y lo incómodo. Reunir el coraje para confiar en que lo que sucede conviene dándonos la oportunidad de revisarnos para ser mejores y construir desde allí.
Por ejemplo, todos deseamos la paz, aspiramos la Justicia, la libertad, soñamos felicidad desde siempre. De generación en generación, año tras año a través de los siglos se prolongan estos anhelos frecuentemente decepcionados.
Sin embargo seguimos aferrados a la esperanza, a la idea que eso puede llegar algún día, a la idea que venga alguien externo que tenga el poder de cambiar todo y por arte de magia todo eso se dé.
En este adviento confiemos y construyámoslo. Miremos adentro nuestro, cada vez más profundo, hasta llegar a nuestro observador para cambiar en primer lugar nuestra mirada, único espacio para la transformación.
Aprovechemos los mensajes que nos propone el Adviento para transitar este proceso de transformación interior:
• El primer domingo de Adviento el mensaje es el de la vigilancia. Estemos atentos entonces a nuestras conversaciones internas, a nuestros pensamientos. ¿Qué realidad estamos creando con ellos? ¿Dónde nos estamos enfocando? ¿En la abundancia o la escasez?, ¿en la queja o en la asertividad? Bajemos el volumen del mundo y subamos el del alma. Cultivar el alma es cultivar la paz.
• El segundo domingo el mensaje es el de la paciencia y preparación activas. Aprendamos entonces a ser compasivos con nosotros mismos, a manejar nuestras ansiedades, enfocarnos en el presente sólo por hoy, paso por paso. No intentemos ir al pasado porque ya no está, ni al futuro porque aún no existe, centrémonos en el hoy y escuchémonos para descubrirnos. Intentemos nuevamente si no sale bien. Recordemos que ante cada circunstancia siempre tenemos la posibilidad de elegir quien queremos ser ante esa situación.
• El tercer domingo nos orienta con más fuerza hacia la persona y la alegría, enfoquémonos entonces en lo que tenemos, en la capacidad de ver la vida como algo sagrado. ¿Te relacionás con tus circunstancias desde la amargura o desde la apertura?. No demos nada por sentado, descubriremos mucho por agradecer.
• El cuarto domingo contempla la vida, el nacimiento. Tomémonos unos instantes para sentir ¿Cómo queremos vivir este año? ¿Cómo vamos a re nacer? Es una oportunidad más para el bien, para estar en paz con nosotros mismos. El momento es ahora. Confiemos en el proceso de la vida, estamos justo donde debemos, confiemos en el instante perfecto y más propicio para decidir por nosotros mismos.
Animémonos a experimentar la bondad y abrirnos a los demás desde el corazón. Requiere coraje, un coraje que todos tenemos.