En las últimas semanas la noticia de la muerte de un mono en Brasil a sólo 40 kilómetros de la frontera Argentina alarmó a los investigadores ante la posibilidad de un nuevo brote de fiebre amarilla.
En 2008 se registró una alta mortandad de las especies de Carayá Rojo o más conocido como los monos aulladores, quienes actúan como “centinelas” del avance de la enfermedad al ser los más sensibles al contagio y perecer al poco tiempo.
PRIMERA EDICIÓN dialogó al respecto con la doctora en Ciencias Ecológicas, Ilaria Agostini, quien es parte del Proyecto Carayá Rojo, integrante de CEIBA (Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico) y encargada del monitoreo de estas especies de primates en Misiones junto con el Instituto de Biología Subtropical (IBS), nodo Iguazú.
“Hasta ahora las poblaciones que conocemos están bien y no hubo reportes de mortandad en los monos. Sin embargo, estamos al inicio de la época de riesgo así que debemos estar atentos. Entre noviembre y abril es el tiempo más riesgoso. El último gran brote de fiebre amarilla arrancó en noviembre del 2007 y se extendió hasta abril del próximo año. Ahora, quizás la terrible sequía en este momento esté frenando el avance de la fiebre amarilla al haber menos mosquitos”, señaló.
En alerta
Sobre lo sucedido en Brasil, comentó que “es preocupante y esperemos que no pase a mayores. La parte de Brasil está bastante desconectada con Misiones en la zona centro pero en el norte hay una continuidad del hábitat y es muy probable que entre por ahí un posible brote la fiebre amarilla. En los otros límites con Brasil, ya casi no queda monte y eso dificulta la propagación. Por suerte en Misiones la vacuna contra la fiebre amarilla está en calendario y las personas necesitan estar vacunadas en el caso de que les falte la dosis”.
Agostini explicó además que “el Ministerio de Salud de Nación se encuentra organizando una campaña de comunicación para concientizar a la población del campo para que sepa cómo proceder en el caso de encontrarse con un mono muerto. También es necesario aclarar que los monos no son transmisores de la fiebre amarilla, por tanto no hay que lastimarlos”.
A nivel provincial, “en estos 15 años, por suerte sólo vimos un brote de fiebre amarilla. Entonces quizás en esta zona no ocurra tan de seguido como en otras áreas de Brasil, que son endémicas. Estamos en un punto que es más de transición y donde hay brotes que son más bien cíclicos. Se cree que la periodicidad puede darse en ciclos de siete años. Esto en realidad depende de muchos factores como ser la población de mosquitos, los organismos receptores. Lo único que tenemos seguro es que los monos aulladores no son buenos amplificadores del virus al morirse tan rápido”.
La población de aulladores
En cuanto a la densidad poblacional de los monos, Ilaria Agostini aclaró que “previamente al brote de fiebre amarilla del 2008 nunca fue una provincia con alta densidad de monos aulladores y tampoco de los Carayá negros. Si comparamos a Misiones con la densidad que tienen Corrientes y Chaco, la población es mucho menor. No sabemos porqué es así, quizás hubo eventos pasados de brote fiebre amarilla que hayan diezmado a la población y que tarden en recuperarse, pero no existen estudios previos al 2005”.
La doctora remarcó que el brote de fiebre amarilla del 2008 “fue el golpe de gracia para los aulladores rojos en Misiones, que ya eran muy pocos. A pesar de no ser grandes poblaciones, los Carayá están de norte a sur en la provincia. Mientras que los Carayá Rojo están ubicados en una pequeña porción, en la zona centro oeste de Misiones. Durante muchos años en la zona centro este no se volvieron a ver monos ni escucharlos o a hacerlo muy de vez en cuando. Después de seis años en la zona de Piñalito, donde había buenas poblaciones de ambas especies, se empezaron a ver de nuevo. Ahora existen pero no en la misma densidad previa al brote de fiebre amarilla”.
La vigilancia
Respecto a las investigaciones en tiempo de pandemia, Agostini contó que “este año fue muy particular por el hecho de que se podían realizar las tareas de trabajo de campo. Hace dos meses lo que hicimos fue reactivar la red de informantes que están en el campo y con quienes nos comunicamos más seguidos, como son los guardaparques y las personas que viven en las chacras donde los monos viven en sus alrededores. Consultábamos si seguían viendo a los monos o escuchándolos. Es así que constatamos que los monos están presentes y a veces los veían, hasta nos mandaban imágenes. Ahora recientemente volví a Piñalito y también pudo comprobar que siguen ahí”.
Analizarán la incidencia de la fiebre amarilla en Misiones
En comunicación con PRIMERA EDICIÓN la doctora en Ciencias Ecológicas Ilaria Agostini adelantó que el próximo año realizarán un estudio sobre la fiebre amarilla en Misiones.
“Por los límites de la pandemia este año tampoco pudimos iniciar con un trabajo de campo de un estudio encabezado por la viróloga del Instituto de Biología Subtropical, del CEIBA y ahora del Proyecto Carayá Rojo, la doctora Laura Tauro, que está dirigida a analizar la dinámica de la fiebre amarilla en el centro de Misiones”.
Para ello “se tomarían muestras de las especies de los mosquitos vectores y posibles organismos hospedantes que no sean los monos aulladores. Es decir que otros mamíferos vertebrados pueden ser potenciales y mayores reservorios del virus”, añadió.
Agostini señaló que “esperamos que para el 2021 disminuya la pandemia del coronavirus para arrancar este tipo de trabajos que necesitan las capturas de animales para las muestras de sangre con un panorama más seguro. Sucede que en estos momentos no están dadas las condiciones para avanzar con este tipo de proyectos”.
En cuanto a los objetivos, apuntó a que “esto busca llenar el vacío de información que existe sobre la dinámica de la fiebre amarilla, que quizás puedan darnos explicaciones acerca de la conducta de la enfermedad. La idea también es elaborar un mapa de riesgo de la fiebre amarilla en base a los resultados”.
La transmisión del virus de la fiebre amarilla se da en dos escenarios epidemiológicos: el urbano, donde intervienen mosquitos de la especie Aedes aegypti y los principales hospedadores son los humanos; y el selvático, donde intervienen mosquitos de los géneros Haemagogus y Sabethes y los hospedadores son principalmente los monos.