Más del 34% de la población se ubicó en la categoría de “pobres no indigentes”, mientras que un 10,1% están en la indigencia, es decir, no pueden cubrir la canasta alimentaria básica, según el informe de esa institución elaborado sobre la base de los ingresos.
Así las cosas, más de veinte millones de argentinos sufren el siempre doloroso flagelo de la pobreza que se disparó en medio de la pandemia de coronavirus. Advierte la UCA que en el período julio-octubre el desempleo ya llegaba al 14,2%, lo que representa unos 2,7 millones de personas.
Bajo ese contexto, la última edición del semanario británico The Economist afirma en su editorial de la sección Americas que Alberto Fernández es “un presidente sin plan”.
El duro artículo del influyente medio lo retrata como un presidente débil y errático, que va “muddling through” (expresión asimilable al “vamos viendo”), e hizo más visible su debilidad al intentar ganar popularidad organizando en la Casa Rosada el funeral de Diego Maradona.
“Tanto en su vida como en su muerte Maradona representó a la Argentina”, dice la revista al referirse a un funeral, que fue “tan pasional y caótico como los asuntos de su país”.
The Economist destaca que, a contramano de medidas sanitarias previas. Fernández dispuso que el féretro de Maradona se expusiera en la Casa de Gobierno.
“Como el presidente, Diego fue un partidario del peronismo, el movimiento nacionalista y populista de la Argentina”, afirma, pero cuando, con millares de fanáticos haciendo cola, el acceso al velorio se cortó, “sobrevino el pandemónium”.
La búsqueda de popularidad de Fernández es un signo de debilidad, y lo define como “un socialdemócrata” al frente de una coalición “incómoda” en la que gran parte del poder reside en la vicepresidenta Cristina Kirchner, a quien califica de “izquierdista que gobernó entre 2007 y 2015”. Se trata, dice, de “un matrimonio político palpablemente sin amor”.