Urgido de mejores noticias en la macro y quizás presuroso y arrebatado por cerrar el año con mejor imagen, el ministro de Economía, Martín Guzmán, anticipó el jueves que la inflación de noviembre fue menor a la de octubre, que había sido la más alta de 2020 al llegar a 3,8%.
“La inflación alcanzó el nivel más alto (del año) en octubre, pero en noviembre ya está siendo menor, hay una reducción importante respecto de octubre, se verá en los próximos días cuando se publique”, dijo el funcionario sobre el índice que el INDEC dará a conocer el miércoles.
Sin embargo, el relativo éxito de Guzmán al exhibir una inflación mensual de tres puntos (en el mejor de los casos), ya colisiona directamente con las expectativas para el mes en curso. Claramente, a la luz de ciertos anuncios oficiales (el ministro Mario Meoni adelantó que se está terminando de definir un aumento de tarifas del sector) y de lo que sucede en las góndolas, la inflación de este mes (que se sabrá en enero junto al total anual) recalentará el escenario.
Y es que, impulsada por alimentos, la suba de precios amenaza con seguir siendo dramática en la recta final de 2020. Es así porque diciembre ya vuelve a marcar presiones sobre los alimentos, encabezados por las subas en carnes. En las dos primeras semanas de este mes, los alimentos promediaron aumentos del 0,9% y 1,2% semanal, respectivamente.
La progresiva apertura de la economía tras una agónica cuarentena que agravó todos los índices y que aún no logró frenar la curva de contagios de COVID-19 traerá consigo la dinamización del Índice de Precios al Consumidor. En ese sentido los pronósticos son unánimes: la suba de los precios se acelerará el año próximo.
Cantar victoria con un índice de 3 puntos para celebrar que fue menor al del mes anterior no constituye una victoria. Guzmán se equivoca… y mucho.