Las palabras que hablamos crean la atmósfera. Aún sin darnos cuenta, todos somos comunicadores. Y cuando hablamos y validamos a quienes nos rodean, sanamos. ¿qué significa validar? Dar fuerza o firmeza a una cosa o una persona. Ser validado es sinónimo de ser aprobado. Y hoy más que nunca la gente necesita sentirse querida, contenida, tenida en cuenta.
La validación que no tiene por qué ser expresada en frases largas hace que el otro se sienta bien. Porque quien valida está demostrando afecto, algo lindo del otro, una felicitación específica. Todos portamos un cartel invisible que dice: “Hacéme sentir importante”. Freud dijo que nadie resiste un elogio.
Cuando alguien nos habla y sencillamente asentimos con la cabeza, afirmamos y esa es una manera de construir validación.
Las burlas, la descalificación, la indiferencia y las palabras negativas siempre lastiman; mientras que las palabras expansivas animan, generan ensanchamiento y van desterrando aquellas ideas negativas que quedaron “pegadas” en nuestro espíritu. Pero, ¿por qué es tan importante ser validado, sobre todo, en la niñez? Porque:
La validación nos ayuda a liberar nuestro potencial.
Escuchar palabras agradables conduce a la persona a reconocer y soltar sus fortalezas. A nuestros hijos siempre deberíamos felicitarlos por la nota más alta que obtengan porque, por la positiva, se consigue mejorar lo que precisa ser reforzado.
Esto no implica que uno tenga que pasar por alto los errores, pero antes de hacerlo debemos aplaudir los aciertos y dejarlos en evidencia.
Estas son algunas maneras prácticas de validar a los demás: Validar las emociones del otro. Una persona que le cuenta a otra un problema, en el fondo, está buscando “empatía afectiva”. Esto significa que su interlocutor puede entender lo que siente y se lo refleja: “Me imagino que es muy difícil lo que estás viviendo”. Esta clase de devoluciones brindan empatía y validan lo que él o ella siente.
Elogiar algo que nos gusta del otro. Nadie jamás se quejará frente a un elogio. Y, cuando señalamos lo que nos atrae y hace bien de una persona, además de alegrarla, estamos animándola a expandir ese rasgo que nos llamó la atención.
Reconocer al otro con alguna frase positiva. Aquí incluimos frases como “te admiro”, “te aprecio mucho”, “me hace bien tu presencia”. Tanto verbalmente como por escrito, este tipo de palabras que salen del corazón siempre producen un impacto positivo. Esto es así porque permiten construir intimidad emocional y reciprocidad entre ambas partes.
Hacerle al otro un regalo. Ofrecerle al otro tiempo de calidad. Llevar a cabo acciones de tipo no verbal. Acciones como mirar a los ojos, escuchar atentamente y simplemente estar presente, transmiten este mensaje: “Te considero alguien importante”.
En estos tiempos es fundamental aprender a construir una “cultura de validación” con palabras, actitudes y acciones que abran el corazón de los demás y los motiven a nunca darse por vencidos, aun en medio de las circunstancias más difíciles.