Cristina es una de las tantas personas que comenzó a practicar el ayuno intermitente en busca de un ritmo de vida equilibrado y saludable encontrándose con excelentes resultados que no alteraron su correcta nutrición y la ayudaron a sentirse más liviana y enérgica.
Ella es una joven misionera, empresaria y con una historia de superación que nos muestra cómo al persistir y ser constantes en lo que queremos lograr siempre podremos hacerlo.
En su vida existieron momentos turbulentos que la afectaron enormemente siendo estos la raíz de problemas como la artrosis en cervical, manos y pies. Las patologías con el tiempo se agravaban y cada vez le era más difícil seguir con su ritmo de vida habitual, no podía realizar esfuerzos físicos, dormir correctamente ni alimentarse como lo solía hacer antes, ya que gran parte de lo que consumía le generaba malestar.
Su motor principal fue Juanki, su hijo, la razón por la cual buscó por todos los medios estar mejor y ser fuerte. Para ello era indispensable luchar y reponerse, buscar el equilibrio que tanto necesitaba y nos conocimos en esa búsqueda cuando trabajábamos en un proyecto para la creación de una fundación de lucha contra los efectos del cáncer, prevención y tratamientos, así se creó la Fundación Marita Ramos.
Junto a su pareja abrió una empresa dedicada a la venta de productos de madera en España. Trabajaron muy bien durante 20 años, siempre venían a la Argentina para compartir las fiestas de fin de año con la familia.
En 2005 nació su hijo y pensaron en volver, lo hicieron, pero el golpe más duro de su vida fue cuando en el año 2013 a su esposo le detectan cáncer de pulmón. Luego de un tratamiento y de manera rápida el cáncer avanzó y en menos de 6 meses Juan Carlos falleció. Fue drástico tanto para Cristina como para su hijo. Su salud se deterioró, aunque ella siempre siguió en la búsqueda de un desarrollo personal
Cristina refiere: “Al realizar los tratamientos en este último año siento que la artrosis no siguió avanzando, mi estado físico mejoró, no estoy con el cuerpo inflamado como lo tenía antes y mi ritmo de trabajo es más productivo”.
Como les expliqué en la nota del domingo anterior, el ayuno es mucho más beneficioso que simplemente estimular la autofagia. Hace dos cosas buenas: eliminamos antiguas proteínas y piezas celulares, y estimula la hormona del crecimiento, lo que le dice a nuestro cuerpo que comience a producir nuevas células. Estamos proporcionando una renovación completa al cuerpo.
Durante el tratamiento Cristina pudo desintoxicarse bioquímicamente y al disminuir la ingesta de hidratos, consumir poco alcohol, realizar actividad física y mantener una actitud positiva en todos los ámbitos, logró el estado que quería alcanzar y hoy es una persona completamente renovada. Todos estos años sirvieron no sólo para su transformación sino también para fortalecer nuestra amistad y hoy además de paciente es una mujer a la que admiro, un ejemplo de cómo las adversidades nos fortalecen y convierten en mejores personas. Gracias Cristina.