Si de niño me habrían dicho que sería bailarín o zapatero me habría reído. Todo lo fui descubriendo a medida que crecía”, cuenta Roberto Rafael Román, conocido como Rafa, a la revista SextoSentido.
Rafa soñaba con ser científico o ingeniero, pero se convirtió en el alquimista de zapatos de ballet clásico. Entonces, “creo que lo que hago tiene un poco de eso; probar nuevas formas y adaptar a las necesidades requeridas es una forma de método científico y suelo usar ingeniería inversa para resolver algunos problemas que siempre aparecen”.
Pero ¿cómo llegó al oficio de zapatero de ballet?
Según Rafa no fue causalidad más bien fue por necesidad que comenzó a crear sus propios zapatos. “Resulta que como bailarín, no lograba que en Posadas “alguien me hiciera los calzados para baile, entonces comencé confeccionando mis propios zapatos para bailar danzas de manera autodidacta”.
Por años investigó e improvisó los distintos moldes para calzados hasta que esa actitud llamó la atención de la directora del Ballet Laura de Aira, quien le propuso a Rafa que fuera a estudiar zapatería al Teatro Colón. Sin embargo no pudo lograr ese objetivo.
Ante esa dificultad, la misma De Aira hizo gestiones para que el maestro zapatero del Teatro Colón, José Romero, viniera a Posadas a capacitarlo. “La señora De Aira fue la persona que me dio la posibilidad de aprender mi oficio”. Rafa participó en los cursos y talleres, pronto ganó una técnica única y detallista.
Al tiempo, su profesionalismo lo llevó a que lo designaran jefe de la zapatería del Ballet Clásico del Parque del Conocimiento. A la par continuaba como bailarín “pero después opté por quedarme solamente acá porque había mucho trabajo”.
En su taller lo vemos rodeado de hilos, hormas, moldes, herramientas, pegamentos, máquinas de coser, tijeras, cueros y diseños que crea día a día. Sin descanso dedica las horas a nuevos inventos porque “mi logro es poder dar la comodidad y funcionalidad que requieren los artistas que utilizan los calzados que diseño y confecciono, manteniendo la estética que se requiere”.
Detalló que con Romero aprendió “las bases del oficio y estoy muy agradecido por ello: sobre cómo trabajar con las hormas, cómo sacar un molde, cómo hacer que un calzado sea un calzado y otras cuestiones que hay que tener en cuenta”.
Además, su perspectiva como exbailarín también lo ayudó mucho para descubrir lo que necesita el pie de un bailarín. Fue entonces que “diseñé unas botas que no vi en otro lado sino que fue algo que se me ocurrió: se adaptan a los pies de los bailarines, cuidan la línea del pie y no te traban. Son una variable del modelo de botas normales que se hacen para ballet en todo el mundo”.
Fascinado por el diseño, Rafa también es un gran historiador. Antes de comenzar una producción se interioriza sobre la obra se va a realizar para comprender qué tipo de calzado va a utilizar el bailarín.
Es que en cada función se debe situar en un tiempo, “tuve que estudiar historia de la moda para saber encajar las producciones dentro de cada obra”. Con 33 años, el joven tiene como expectativas inmediatas “seguir estudiando y mejorando en mi oficio”.
Rafa: un pibe multifacético
Nació en Posadas y creció en Garupá. De niño estudió Kung Fu y de adolecente danza clásica. En 2005, cuando tenía 18 años ingresó al ballet de la provincia (actualmente ballet clásico del Parque del Conocimiento).
Después “empecé a estudiar lo que se requería para ser zapatero teatral, realicé capacitaciones en distintos estilos de danzas”.
Actualmente trabaja en el Parque del Conocimiento como encargado del área de zapatería. Es instructor de pilates y ejerce la profesión en New Country Pilates Gym. Además, estudia la tecnicatura superior en diseño de moda y producción de indumentaria en la EPET 2.