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En medio del clima enrarecido por el cierre exportador para el maíz y las protestas del campo, se vuelve a instalar una pregunta clásica: ¿llegará una nueva intervención en el mercado de la carne?
En estas horas el Gobierno intenta un acuerdo hasta julio para que, de forma voluntaria y sin medidas extremas, los frigoríficos garanticen cortes a precios populares, reeditando la prueba piloto por 1.300 toneladas que logró en las semanas previas a la Navidad. Sin embargo, abundan las expresiones de escepticismo, y muchos apuestan a que, por la forma en que están evolucionando los commodities agrícolas en el mundo, la intervención llegará tarde o temprano.
Después de todo, la contención del precio de la carne fue la verdadera causa de fondo por la que se cerró la exportación maicera que hoy genera irritación en los productores: el argumento era que, con un maíz contenido, se les daría a los ganaderos un subsidio indirecto en el insumo alimenticio para engordar el ganado que va al mercado interno. De hecho, el cálculo que hacen los funcionarios es que el maíz, sea de forma directa o indirecta, forma el 60% de los costos de producción para los criadores.
Clima de negocio
A pesar de las promesas de no intervención, con el cambio del clima político de las últimas semanas aumentó la desconfianza de los productores y hoy nadie está tan seguro que la vocación regulatoria termine sólo con el cierre exportador del maíz.
Una encuesta realizada por la firma Amplificagro, entre 465 ejecutivos de empresas agropecuarias, reveló que para una abrumadora mayoría es negativo el clima de negocios y el acceso al crédito. La mayoría también está preocupada por la cuestión climática.
En términos políticos, el 73% del campo compartió la idea que la gestión de Alberto Fernández se parece a la de Cristina Kirchner.
Esta percepción esta influida por la repercusión que tuvo el discurso de la vicepresidenta en el sentido de que la economía para 2021 tiene que mostrar un alineamiento de precios, tarifas y salarios, lo cual generó una expectativa de mayor intervencionismo.
Menos consumo, más exportación
La crudeza de la recesión, sumada al hecho de que el 2021 es un año electoral, contribuyeron al cambio de clima político. Y en el peronismo son conscientes de los malos indicadores en materia alimenticia.
En el país de la carne, el consumo viene en caída, con un mínimo histórico de 50 kilos anuales por habitante alcanzado en el pasado invierno.
Lo llamativo es que la caída se dio en coincidencia con una suba en la exportación.
De todas formas, los directivos de la Cámara de la Industria Cárnica se atajan con el argumento de que no hay que buscar culpas en la venta al exterior, “porque se exportan vacas a China, Rusia y Estados Unidos, y los cortes de calidad son de animales pesados de 450 kilos que no se consumen en el país”.
Lo cierto es que el consumo actual empeora incluso los números posteriores a la devaluación del 2002, y también al peor año del kirchnerismo en materia cárnica, el 2011, cuando cayó a 55 kilos por persona, producto de la gran disminución del stock ganadero.
Eso ocurrió en tiempos de Guillermo Moreno, cuando a una baja inicial en el precio de la carne le siguió una gran suba, producto de que el país había descendido a 48 millones de cabezas, tras haber alcanzado un nivel de 60 millones.
Fuente: iprofesional.com