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“Nadie puede sentirse indiferente con lo que les pasa a las otras personas, hay que frenar esta locura de querer incumplir ahora con las medidas sanitarias, nos urge crecer en la capacidad de cuidarnos”, pidió el sacerdote Alberto Barros, presidente de Cáritas al analizar con preocupación el bajo cumplimiento de las medidas sanitarias para frenar la propagación del COVID-19.
Al frente de la parroquia Sagrada Familia, el carismático pastor de la iglesia católica contó a PRIMERA EDICIÓN la labor de Cáritas en pandemia y el desafío de involucrarse mucho más en la tarea que se hacía en las cárceles.
¿Cómo se reencauza socialmente el cumplimiento de los protocolos? Todos los días vemos en las redes sociales provocaciones a las normativas sanitarias…
Nos tiene que movilizar y desafiar la angustia y la frustración del otro para dar una mano. Para eso necesitamos amar, valorar y cuidar. A los demás, a nosotros y a nuestra tierra. Si a partir de ahora nos encauzamos en ese camino, vamos a tener un año positivo, aún en medio de las dificultades sanitarias que no van a terminar de un día para el otro. Caso contrario, seguiremos sobrellevando enfermedad y miseria.
No se entiende lo que están haciendo, después de cuidarse tantos meses. Todos los fines de semana en la parroquia vuelvo sobre lo mismo y hasta me ha tocado llamar la atención para que se coloquen el barbijo correctamente…
El papa Francisco nos dejó un mensaje el 1 de enero y es “Cuidar”. No es un mero concepto, sino tomarme en serio la vida del otro…
Durante la cuarentena salió lo mejor de la gente y también lo peor, ¿qué cosas destaca y cuáles cuestiona?
Una de las iniciativas que me maravilló fue la propuesta de las familias de acompañar a la gente que no la estaba pasando bien. No se trató sólo de dar algo que le sobraba o llevar cosas, sino de oír, acompañar, compartir y estar. La verdad que eso a mí me impresionó mucho. No fue sólo “asistir” como quien está mirando desde arriba y da. Se notaron esas ganas de caminar junto al otro, compartir y enriquecerse de las experiencias con el otro. Donde hay verdadero amor siempre hay un ida y vuelta. Damos y recibimos. Aprendemos de la sabiduría de la lucha cotidiana de la gente.
Asimismo, y hay que decirlo, hemos palpado también la miseria del corazón humano en estos momentos de crisis.
¿Con qué realidad se encontró en los barrios?
Con la dificultad del acceso básico al alimento. Al principio porque mucha gente no podía trabajar a causa de la cuarentena porque no contaban con un sueldo fijo y estaban imposibilitados de salir a hacer una changa y de golpe se encontraron con que no tenían ingresos y entonces el acceso a comprar comida se transformó en un serio problema. Es verdad que había alguna asistencia de parte del Estado (IFE), pero no alcanzaba y todas las partidas que nos llegaban de Cáritas nacional se usaban para comprar alimento aparte de las enormes donaciones que recibimos de nuestra población, con lo cual nunca nos faltó.
La pandemia y con ella la cuarentena, ¿afectó el funcionamiento de Cáritas, de la iglesia en sí?
Afectó en cuanto a que implicó repensar con creatividad nuevas acciones con otros recursos. Sin embargo, no afectó el funcionamiento del contacto con los barrios y con la gente. Lo que no pudimos hacer al principio las parroquias fue celebrar ceremonias religiosas, bautismos, misas y demás, hasta junio. Misiones fue una de las primeras provincias que recuperó sus encuentros religiosos, lo cual fue muy positivo. En ese sentido hay que valorar mucho el camino que hicieron nuestras autoridades.
El trabajo de Cáritas, que nunca dejó de funcionar, ha sido de mayor presencia en los barrios. Por ejemplo en El Porvenir II, La Estepa, Itaembé Guazú. Iniciativas para compartir, charlar, interesarse.
Nosotros como Cáritas estábamos incluidos dentro del decreto presidencial de libre movimiento en cuanto a tareas esenciales, así que en ese sentido nunca perdimos el contacto con los barrios ni con las distintas realidades.
Contra adicciones
En los últimos meses recrudeció aún más la tarea con el problema del consumo adictivo. “Realmente se duplicó el trabajo con quienes tienen ese problema y sus familiares. Otro factor que ya era preocupante y recrudeció en pandemia”.
Los nuevos vínculos
El vínculo con los penales y los internos privados de su libertad fue el mayor nuevo desafío de Cáritas. La cuarentena implicó que se cortaran las visitas de sus familiares, lo cual desencadenó un problema afectivo y las dificultades para recibir los artículos que habitualmente recibían de parte de sus parientes: yerba, azúcar, ropas y elementos de aseo o a veces una comida.
Fue muy intensa la presencia de Cáritas en los distintos penales. Particularmente en la Unidad Penal V de Villa Lanús, Loreto, el penal de Menores, y también con una dependencia del servicio penitenciario que está en Itaembé Guazú, desde “donde nos llamaban permanentemente para trabajar con las distintas situaciones que aparecían entre los internos y las necesidades que estaban pasando”, graficó.
“Este 2021 debe servirnos a todos para volver a sacar lo mejor que hemos vivido de nosotros mismos. Insisto: urge crecer en la capacidad de cuidarnos mutuamente desde el amor y la valorización de unos y otros”, pidió el sacerdote.