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Cuatro niños de entre seis y once años murieron ahogados en la tarde del martes 11 de enero de 2011, cuando se refrescaban en el arroyo Pepirí Guazú, en una zona donde en esa época se estaba construyendo el actual Parque Binacional de la Integración y donde, a pesar de no tener gran profundidad el curso de agua, la tierra
removida y el fango que había en el lecho a causa de las obras se convirtieron en una trampa mortal para los pequeños, que se hundieron y no pudieron regresar a la superficie, según explicaron desde la Policía provincial.
Tras el rescate de los cuerpos, por parte de la Policía y los bomberos brasileños, se realizó la autopsia cuyo resultado determinó que los cuatro decesos fueron a causa de “asfixia por inmersión”.
Los pequeños fueron identificados como Tatiana Marisel Sosa de nueve años, su hermanito Lautaro Fabián de seis -ambos domiciliados en el barrio Cuatro Hermanos-; Angélica Fabiana Monzón, de siete años, y su hermana Beatriz Monzón, de once -domiciliadas en el barrio Evita-, todos ellos oriundos de Bernardo de Irigoyen.
La tragedia se produjo aproximadamente a las 18.30, a unos 200 metros del cruce fronterizo entre Bernardo de Irigoyen y Dionisio Cerqueira (Brasil), en una región de frontera seca, donde generalmente es posible cruzar de un país al otro caminando.
Según contaron varios vecinos de la zona, el lugar no estaba señalizado ni cerrado con vallas, a pesar de que días atrás un taxi despistó y fue a parar en el mismo pozo donde ocurrió esta tragedia, con la suerte de que en ese momento no se registraban frecuentes lluvias y no había tanta agua acumulada, de forma que el conductor y el pasajero sólo sufrieron lesiones leves.
Las obras del lado argentino habían comenzado dos meses antes, con un monto de inversión de unos 10,5 millones de pesos. En el lugar se construyó un lago artificial y un mirador en cada una de las costas. Justamente días antes de la tragedia las máquinas habían trabajado cerca, en un dragado donde se acumuló agua hasta aproximadamente un metro y medio de profundidad.
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Una trampa mortal
La zona del arroyo Pepirí Guazú se conoce como “zona de divisa”. Es geográficamente muy irregular y topográficamente accidentada. Normalmente el cauce es seco, pero cuando hay precipitaciones se vuelve peligroso. Además, con la excavación reciente, se acumuló agua y se formó una laguna artificial. En el fondo la tierra se encontraba removida y frágil por la acumulación de sedimentos.
Los cuatro menores habían estado durante la tarde refrescándose en el lugar sin llamar la atención de nadie.
No estaban acompañados por mayores en ese momento. Es que sus familias son de escasos recursos y sus padres generalmente pasan el día con sus ocupaciones.
Aproximadamente a las 19.15 un adulto que observó la situación se comunicó con la Aduana y desde esta oficina dieron aviso a la comisaría local. Para cuando los efectivos se hicieron presentes en el lugar ya se encontraba personal de bomberos y policías civiles del estado brasileño de Santa Catarina, que fueron quienes realizaron el trabajo y también la autopsia.
La hipótesis de la tragedia es que uno de los chicos quedó con sus pies atrapados en el fango y no pudo salir a la superficie y el resto intentó ayudarlo arrojándose uno tras de otro al centro de la laguna. El barro fue atrapando a todos, succionando sus pies hacia el fondo. Sumado a la desesperación de los pequeños por salir a flote y la baja estatura de cada uno.