El próximo 15 de enero celebraremos un nuevo aniversario del nacimiento de San Arnoldo Janssen, gran misionero fundador de tres congregaciones misioneras: Misioneros del Verbo Divino, Misioneras Siervas del Espíritu Santo y Misioneras Siervas del Espíritu Santo de la Perpetua Adoración.
En el marco de esta celebración, es oportuno que podamos reflexionar y aprender sobre la confianza que este santo misionero supo poner en Dios ante las adversidades y que fue la clave en su gran labor misionera durante los últimos siglos.
Como sociedad vivimos una época de muchas turbulencias, a causa de la pandemia que estamos atravesando. El mundo está convulsionado y no son pocos los que pierden la paz interior.
Por eso creo que el ejemplo de San Arnoldo Janssen es un llamado a conservar la serenidad y la paz interior en momentos de tantas adversidades y contratiempos que estamos enfrentando.
En estas situaciones en que muchas veces nos llenamos de sentimientos de miedo, angustia y preocupación mantengamos viva la confianza en Dios, ya que ella nos ayudará a conservar la paz interior.
Uno de los primeros pasos para preservar la paz interior es reconocer nuestra realidad.
La aceptación no significa estar de acuerdo con lo que vivimos, pero sí nos llama a vivir cada momento con la confianza puesta en nuestro Dios. Esta mirada de confianza nos ayudará a sobrellevar todas las dificultades.
La aceptación nos hace comprender que la verdadera paz no viene desde afuera, sino que nace del corazón.
Cuando ponemos nuestras inseguridades, nuestras fragilidades, nuestras certezas, nuestros esfuerzos y nuestras frustraciones en manos de Dios entonces tendremos un corazón capaz de aceptar la voluntad de Dios y la fortaleza necesaria para enfrentar los desafíos de la vida.
Obviamente estamos viviendo realidades nuevas, nunca antes experimentadas, pero sin embargo en un mundo de tantas posibilidades y oportunidades vamos llenándonos de esa paz interior en la medida que nos libremos de nuestros condicionamientos y de nuestras certezas del pasado.
Cada vez que anclamos en las experiencias del pasado, no podemos avanzar. No logramos la verdadera transformación que necesitamos para enfrentar los nuevos desafíos de la vida.
El apego que sentimos respecto al pasado, y el deseo de mantener las sensaciones vividas en las experiencias del pasado, el miedo a enfrentar los desafíos nos quitan la paz del corazón.
Seremos dueños de la verdadera paz interior en la medida que enfrentemos los desafíos de la vida desde el amor y la confianza, sabiendo que Dios nos ama y que no hay nada imposible para Él.
Cuando el miedo y la angustia invaden nuestros corazones, observemos y aprendamos de la naturaleza. Así como cada mañana el sol sale después de la oscuridad de la noche, también la luz brillará después de las oscuridades de nuestra vida.
Es la esperanza que mantiene nuestros corazones, necesaria para seguir caminando en la vida.
Tengamos un corazón abierto y dejémonos sorprender por las novedades que Dios nos sigue regalando cada día. Que este enero, tiempo de vacaciones, sea una nueva oportunidad para vivir en la confianza y el amor de Dios que siempre nos regla. Que la paz de Dios reine en nuestros corazones, ya que la vida es linda y vale la pena vivirla con alegría.