Siete obras del misionero Hugo Quintanilla se exhiben en el primer piso del Posadas Plaza Shopping (Bolívar y San Lorenzo) en el ciclo de “Arte en Verano”.
Son trabajos donde cada pincelada conjuga una multiplicidad de sensaciones, de colores, de movimientos y emociones que invita a un encuentro único entre la obra y el observador. La muestra se encuentra abierto al público hasta el 18 de febrero de 10 a 20 horas. Donde también encontraran las obras de Bernardo Neumann y Sylvina Goerling.
En este marco Hugo Quintanilla con respecto a su participación expreso: “Estoy muy feliz de estar exponiendo en ‘Arte en Verano’ y más aún de estar entre dos grandes artistas como Bernardo Neumann y Sylvina Goerling, además un orgullo volver a exponer en mi provincia. La exposición en el Shopping demuestra el compromiso del Estado provincial a través del Ministerio de Cultura, y de los empresarios locales por ceder el espacio para la muestra y de los artistas que más allá de la Pandemia siguieron pintando con la mirada esperanzadora de volver a mostrar su arte, de volver a una galería”.
“Mis obras expuestas que son siete, integran varias series que se diferencian de la producción que surge de la libertad creativa, no contaminada por las reglas del mercado capitalista, son fractales con campos de color, expresividad vigorosa, pinceladas veloces y sensación de movimiento y acción, son algunos de los rasgos comunes a todas mis obras. Además algunas de las obras expuestas pretenden redefinir la naturaleza de la pintura y aspiran no solo a ser admiradas desde lejos sino también a ser disfrutadas como encuentros bidireccionales entre el artista y el observador” explico Quintanilla.
Continuo relatando el artífice “hay una serie en la que comencé a trabajar desde hace algunos meses donde también (más allá de seguir siendo expresionismo abstracto) hacen aparición máscaras, rostros encerrados, sufrientes (quizás por la pandemia, por la vida), pero con un camino, como una búsqueda constante a la liberación, hacia la normalidad, pero sin dejar de transcurrir por el camino de las pesadillas, obviamente dejando abierta la relación entre la obra y el espectador, de hacer que el observador se enfrente a la obra y tenga que reaccionar frente a ella”.
“Incluso hay una obra que se puede colgar con un rostro mirando hacia arriba y otro hacia abajo (y viceversa, se la puede voltear) y revela ante la mirada del espectador otra concepción para de esa manera poder tener otra o múltiples interpretaciones” describió.