Muchas personas creen que serían más felices si tuvieran más dinero gracias a la lotería, un buen ascenso en el trabajo, una herencia inesperada de un familiar lejano… Al menos, temporalmente. Pero estudios recientes sugieren que el factor principal que nos hace más felices no es el tamaño de la recompensa recibida sino cómo coincide esa recompensa con las expectativas.
Experimentos
Hipótesis: ¿Podría ser que los errores de predicción de recompensas estén asociados con la felicidad porque nos ayudan a comprender el mundo un poco mejor que antes?
Para probar esta idea, los investigadores del University College London (Reino Unido), Robb Rutledge y Bastien Blain, diseñaron una tarea en el que la probabilidad de recibir una recompensa no estaba relacionada con el tamaño de la misma.
“Muchas personas piensan que serían más felices si tuvieran más dinero”, afirma Rutledge. “Sin embargo, previamente desarrollamos una ecuación para la felicidad que muestra que la felicidad no depende de la recompensa que obtengan, sino de si lo está haciendo mejor de lo esperado”.
Para el estudio, los expertos llevaron a cabo dos experimentos con voluntarios humanos. En ellos, tenían que elegir qué coche creían que iba a ganar una carrera. Si ganaba el coche que ellos mismos habían escogido, recibían una recompensa. Si no, no recibían ningún premio. Los participantes sabían cuál era el premio potencial antes de decidir por cuál apostar, pero solo pudieron aprender de la experiencia qué vehículo tenía más probabilidades de ganar la carrera.
En un escenario, uno de los coches parecía tener más probabilidades de ganar constantemente, por lo que los participantes podían aprender después de algunas “carreras” que si escogían precisamente ese coche, aumentarían sus posibilidades de ganar. El otro escenario era que el coche considerado “mejor”, o más veloz, cambiaba inesperadamente de vez en cuando.
Los investigadores, que expusieron su trabajo en la revista eLife, encontraron que el tamaño de la recompensa no afectaba la felicidad; más bien, los participantes se sintieron más felices cuando podían saber qué automóvil era mejor, incluso cuando el tamaño de la recompensa era bajo. Del mismo modo, descubrieron que estar en un entorno cambiante -el hecho de que el coche más feliz cambiara súbitamente- reducía su felicidad general, especialmente entre las personas con síntomas depresivos.
“Descubrimos que la felicidad depende del aprendizaje, pero sorprendentemente, no depende de la recompensa”, aclara Blain. “Si los participantes del estudio obtuvieron recompensas pequeñas o grandes, no representaba el factor clave de su felicidad”.
Fuente: revista Muy Interesante