Entonces cuando le sucede algo negativo aparecerá un pensamiento negativo en su mente que la acompañará a lo largo del día o incluso de toda la semana.
Muchos ignoran que los seres humanos poseemos la capacidad de gestionar nuestros pensamientos con inteligencia, para que estos no nos terminen dominando. Por ejemplo, si alguien nos critica deberíamos ignorar por completo las ideas (desagradables) que esa actitud nos provoque. Porque si empezamos a pensar en devolver con la misma moneda, nos habremos obsesionado con el tema.
Tu mente y la mía no fueron diseñadas para funcionar con negatividad. Y todos somos capaces de ponerle un “¡alto!” a aquello que no queremos que haga nido en nuestra cabeza porque nos lastima.
Lo ideal y en cuanto de nosotros dependa es procurar la compañía de gente positiva que nos añada valor y nos contagie vida.
Nunca “acordemos” con lo negativo porque las palabras que escuchamos, decimos, y nos repetimos a nosotros mismos tienen el poder de crear.
Si escuchás que alguien expresa: “La situación está muy mal”, recordá que contás con la libertad interior de escoger qué pensar, lo cual te conduce a sentirte de determinada forma.
Toda vez que experimentamos emociones como angustia, tristeza, rencor o miedo es porque antes alimentamos y dejamos que creciera un pensamiento negativo en nuestra mente. Todos, sin excepción, podemos desarrollar una “mentalidad triunfadora”. Nada ni nadie tiene control sobre mí, únicamente yo mismo. Es así como la mayoría de los problemas que tenemos están en nuestra mente y no en el afuera.
A veces nos resulta complicado cambiar nuestra mentalidad porque preferimos la seguridad de lo conocido, antes que la incomodidad de lo nuevo. Nos cuestan los cambios porque, en el fondo, les tememos. O pretendemos cambiar sin que la situación se modifique demasiado. Pero, hoy más que nunca, la vida está en constante cambio y necesitamos subirnos a ese tren para no quedarnos atrás.
Otra de las razones por las que nos cuesta cambiar es porque lo que hacemos (por lo general siempre de la misma manera) nos aporta algún beneficio aunque no seamos conscientes de ello. Por ejemplo, una persona con depresión se sentirá mal, pero tiene a todo el mundo pendiente de él o ella.
Sólo nos transformamos de verdad cuando la vida nos presenta con alguna experiencia que percibimos como negativa, la cual nos trae un mensaje, una enseñanza, un “para qué”. Y una vez que dejamos eso atrás, ya no somos los que éramos. También nos ayudan a cambiar las consecuencias (negativas) de nuestras acciones. Por supuesto, para entender todo esto debemos estar dispuestos a realizar un trabajo interior profundo.
Te invito en este tiempo a confiar en vos mismo, en vos misma y en tu capacidad maravillosa de transformarte en tu mejor versión.