William Ury, antropólogo y mediador, investigador de la Escuela de Derecho de Harvard, nos dice en su libro “Alcanzar la paz”, “… a veces la gente lucha sencillamente porque no conoce otro modo de reaccionar ante una necesidad frustrada y una diferencia grave. Uno quisiera resolver el problema, pero no sabe cómo”.
Los conflictos interpersonales siempre van ligados a sentimientos y emociones, por eso cuando hablamos de aprendizaje en resolución de conflictos necesariamente debemos referirnos al aprendizaje emocional, esto nos permitirá conocer mejor nuestro comportamiento y el de los demás.
Si bien sabemos que la violencia no soluciona nada, lo cierto es que cuando nos frustramos, decepcionamos o enojamos nos vemos dominados por la emoción y es muy difícil desactivarla para accionar en lugar de reaccionar.
Numerosos estudios científicos como el de LeDoux, tras hacer un análisis de los mecanismos cerebrales que intervienen en los sentimientos y las emociones coinciden en que la influencia de estas últimas sobre la razón es mayor que la de esta sobre aquellas, por lo cual, la activación emocional controla el acto de pensar.
La inteligencia emocional nos permite advertir la emoción que estamos transitando para poder gestionarla de la mejor manera. Comparto cinco habilidades claves a tener en cuenta en esos momentos que nos ponen a prueba:
*Autoconocimiento para “verla venir”: si nos conocemos ya sabremos que cosas nos “sacan” y diez segundos antes del estallido podremos, retirarnos, dar una vuelta a la manzana, respirar hondo o corrernos de esa situación, si no nos conocemos a nosotros mismos nos movemos en piloto automático y somos máquinas de reaccionar;
*Autogestión: es la capacidad de gestionar las emociones, no hablo de controlar. El control cierra posibilidades y lleva a el enojo, la gestión abre posibilidades;
*Motivación: ¿que nos mueve? ¿Qué combustible estamos usando para movernos? Carguemos nuestra vida de combustible ecológico que sea sabio no narcisista ni vanidoso. Aflojemos con querer tener la razón.
*Empatía: cognitiva -me doy cuenta lo que estás pensando- y emocional -me doy cuenta lo que estás sintiendo-. Surge profundamente desde la capacidad de escuchar, desde el silencio, de no aconsejar sino estar ahí en presencia abierta sincera flexible con capacidad de indagar.
*Habilidades sociales como la gestión de conflictos, tener buenas conversaciones, capacidad comunicacional, etc.
Como dice Maturana: “Amar es dejar que el otro aparezca”, es legitimar al otro y sin querer tener razón encontrarnos para entendernos.