Si una octava de luz asciende el humano ser,
el Universo también una octava podrá crecer
pues Uno somos todos
y en red de luz estamos unidos al Logos
formando una malla solar que recubre al planeta
y que fue por pocos mantenida en forma perfecta.
Trabajo el nuestro es ahora a la Tierra atraerla
para que el nuevo programa crístico al hombre descienda.
El recibir cada uno en su ADN esta nueva información,
invalida la segunda venida física del Cristo, pues Él entra en cada corazón.
Como todo es vibración, la escala de luz es medida como la del sonido, por esto se dice que la esencia del hombre, que son sus pensamientos y sentimientos, o sea su consciencia que se ve como luz, ascenderá 1/8 de luz al recibir en los rayos del Sol Logos nueva información de unidad, y si nosotros elevamos 1/8, todo el Universo sube 1/8.
El Sol nos está descalcificando la glándula pineal para que pueda decodificar el lenguaje del Universo, por eso decimos que dicha glándula es nuestra escalera al cielo, tiene forma de piña y es la que está representada encima de las cabezas de las estatuas de los Budas.
La red de luz que se forma al unirnos, fue mantenida por las semillas estelares durante la Era de Piscis y con la entrada a la Era de Acuario en la conjunción del 21-12-20 comenzó a bajar, en la luz, el nuevo programa crístico de unidad, habilitando a todos a sostenerla para que descienda directamente a nuestros ADN.
En este proceso han recalibrado nuestra biología, por lo que pueden haber sentido dolores en el cuerpo y como el nuevo programa debe ser instalado en el ADN, fue necesario vaciarlo, por lo que se habrán sentido compelidos a cerrar karmas, problemas familiares, etc. El flash del 21-12-20 ingresó al sistema nervioso central para desprogramarnos de la antigua matrix de 3D, produciendo pérdidas de memoria.
Al cargar nosotros directamente la información, ya no es necesaria la venida de un Avatar que nos la venga a entregar, como lo hizo Jesús hacen 2000 años. Al recibir Su programa Él hablará en cada corazón. (Información recibida por Andrea Barnabé).