Hace 25 años, en pleno verano de 1996, un inesperado conflicto entre países vecinos se desataba a causa de una simple canción.
El “Blues de Bolivia”, del conjunto argentino de rock La Renga, causó “malestar y preocupación” entre las autoridades de ese país. Según la entonces embajadora nacional en La Paz, María del Carmen Echeverría, el Gobierno boliviano consideró “lesivo” el contenido de la canción, por lo que elevó una nota a la Cancillería argentina para expresar su malestar.
Incluso la Embajada argentina recibió un llamado anónimo en el cual se insultó a sus representantes una vez que la canción comenzó a ser difundida en el país del altiplano.
Por otro lado, la Asociación Boliviana de Artistas, Interpretes y Ejecutores de Música solicitó que se prohibiera la difusión del tema de La Renga en ese país.
Según se dijo en ese momento, la letra de esa canción “ha afectado enormemente” a la opinión pública, “ya que describe a este país como un paraíso de la droga”.
Lo más insólito es que la diplomática se solidarizó con la reacción de las autoridades bolivianas, ya que, según ella, ese país “está haciendo esfuerzos tremendos para erradicar los cultivos de coca, e incluso intenta reemplazarlos por otros cultivos”.
En cambio, el entonces secretario de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico, Gustavo Green, dijo que las protestas constituían “una reacción exagerada, porque no es la posición del pueblo argentino, sino de un conjunto musical que está haciendo una canción”, aunque “de cualquier manera, no deja de ser preocupante que un conjunto con cierto grado de arraigo dentro de la juventud haga una apología para ir a tal lugar a consumir determinada droga”, matizó.
También coincidió en que “la canción no se condice con la realidad boliviana. Yo he vivido allí porque trabajé en el Banco Nación argentino un tiempo y veía muchos extranjeros que se acercaban a Bolivia pensando que eso era el centro del consumo de drogas”.
Finalmente, el conflicto no pasó a mayores y, después de que la propia banda se disculpara ante las autoridades bolivianas, quedó como una simple “tormenta de verano” en las relaciones bilaterales, aunque por algún tiempo sí que se prohibió la canción por su “apología” de las drogas.