Aprender paulatinamente a poner límites nos genera relaciones más claras, potenciamos la coherencia dentro nuestro (sentir, pensar y hacer en la misma dirección) y fortalecemos nuestra valoración con respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.
Para poder poner límites a otra persona o hacia situaciones que nos dañan de algún modo, hemos de darnos cuenta que dentro nuestro hay un BASTA, “ésto no lo quiero más”; pareciese fácil pero la persona que está acostumbrada a dejar pasar situaciones de maltrato, o desea evitar conflictos aunque no le guste lo que pasa, llega un punto donde no escucha su ¡basta!, y sigue cargando su mochila emocional.
Lo que no puede evitar es sentir cansancio, cambio de ánimo e incluso somatizaciones (el cuerpo siempre “habla”).
¿Cuántas veces nos encontramos en situaciones que sabemos que no queremos, ya sea por maltrato, descalificaciones, abuso (hay de diversa índole), y permanecemos en ellas por acostumbramiento e incluso por comodidad? ¿Dónde se encuentra nuestro límite interno para decirnos a nosotros mismos ¡basta!?
Con alta frecuencia se desarrolla adentro nuestro lo que yo suelo llamar normalización del malestar. Llega un punto donde sabemos que “esto o aquello” nos hace daño, no nos gusta, ensombrecemos parte de nuestro más íntimo Ser, mas permanecemos estoicamente hasta llegar a un punto donde forma parte de nuestra vida, es normal, y hasta podemos decirnos internamente “es lo que hay”. Si tuviésemos un “limitrónomo interno”, pareciese que perdió su sensor o aguja para indicarnos que “hasta aquí llegué”.
El llegar a darnos cuenta que éste es mi límite interno, que “hasta aquí llegué”, no significa una ruptura ni conflicto en puertas; lo que sí me abre es la conciencia de que necesito un cambio de una específica situación o algo determinado en una relación, y por supuesto este darme cuenta me irá llevando a tomar algún tipo de acción y comunicación.
Hay un tramo, un proceso, entre el darme cuenta y el pasar a la acción. ¡No es inmediato! Muchos ignoran o eligen no tomar registro de su “limitrónomo interno” porque dan por hecho que el reconocer su BASTA, NO QUIERO MÁS, los convoca a una acción inmediata. Y esto genera miedo … por supuesto.
Recuerden que el miedo posee la función de avisarnos que necesitamos herramientas para encarar determinada situación; démonos tiempo para buscarlas y fortalecer estos instrumentos que necesitamos aprender o desarrollar en el proceso. Sin perder de vista adentro que sentí mi límite, me iré despertando de esa normalización al malestar y/o veré qué necesito para soltar la comodidad-incómoda que he adquirido por largo tiempo.
Después, tomando mi propio tiempo, volcaré la acción en el afuera: con respeto hacia mí misma y hacia el otro. Empezaré a poner los límites paulatinamente, a decir NO a las situaciones que ya sé que no quiero más, decir un SÍ claro y transparente porque así lo siento, y darme la oportunidad de también decir un NO SÉ cuando preciso tiempo para descubrir realmente lo que quiero (y no complacer siempre a la otra persona).
¡Este aprendizaje es esencial para tener relaciones sanas y nutritivas!
¿Cuánto tienes que sufrir para cambiar?
Abrazos de luz.