Si bien no hay conversaciones difíciles universales y en abstracto, ya que depende de lo que cada situación represente para cada uno de nosotros, me refiero a aquellas que sabemos que deberíamos sostener, pero preferimos evitar.
Habitualmente no tenemos en cuenta los costos de evitar confrontar o postergar, costos que pueden reducirse si preparás o diseñás la conversación en lugar de dilatarla tanto en el tiempo.
Lo que sí te puedo asegurar es que la manera en que plantees la conversación afectará directamente el resultado.
Entonces, una vez que seas consciente de que tenés un problema o situación y concluyas que vale la pena plantearlo porque de lo contrario la situación empeoraría, el paso que sigue es clarificar: ¿con quién tendría que ser?, ¿acerca de qué? ¿Qué emociones te genera?
Una vez resuelto eso tené en cuenta los siguientes aspectos:
* Las conversaciones difíciles casi nunca son sobre hechos. En realidad versan en torno a juicios, valores, interpretaciones y expectativas.
* Aseverar más fuerte no ayuda, de la misma manera que repetir y repetir cual disco rayado tampoco.
* Recordá: no estás negociando con lo que la otra parte dice sino con lo que la otra parte piensa. Intenta entender su perspectiva, lo que les importa. Una vez que su voz interna se sienta escuchada, ellos podrán focalizarse en el mensaje que vos tenés para darles.
* En lugar de hablar de “verdad”, habla de percepciones. Tus percepciones son válidas pero parciales. Investigá las de ellos. Chequeá y re-chequeá.
* En lugar de atribuir culpa habla de “contribución conjunta a lo sucedido”. No asumas ni atribuyas culpas. Identificá contribuciones. Responsabilízate por las tuyas, no por las de ellos.
* Distinguí el impacto sufrido de la intención atribuida. Investigá cuál es el impacto en ellos y el de ellos en vos.
* “Su error” o “mi error”. Cada uno ha contribuido a la situación actual. Aceptar la cuota de responsabilidad adecuada te da el poder de cambiar las cosas.
* Insistí en este tránsito de la culpa a la contribución. Los problemas se co-construyen, ergo se co-resuelven.
* Evitá enfocarte en preguntas como: ¿De quién es el error?, ¿cuál es el castigo? Estas sólo llevan a la culpa y la culpa paraliza.
* A menudo suponemos lo peor, especialmente si ellos no nos gustan. No demonices al otro.
Aprendamos a hablar bien de lo que está mal, no hace falta bajar la cabeza o salir como un pitbull, la paz está en el camino del medio.