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El faltante de uno de sus dedos, sumado al tatuaje en uno de sus brazos con tinta china fueron claves para que su padre lo identificara.
Se trata del cuerpo de Marcelo Antúnez Sequeira (33), hallado el sábado pasado dentro de un pozo.
“El rostro de la víctima estaba irreconocible por el estado de descomposición y su cabeza desfigurada por lo que a simple vista parecen golpes en el cráneo”, relató un testigo del trámite de reconocimiento a PRIMERA EDICIÓN.
El médico forense a cargo de la autopsia determinó que la causa del deceso fue por “muerte violenta”, con evidentes signos de haber sido golpeado. Por el homicidio hay un detenido, quien será indagado en breve por el juez de Instrucción 3 de San Vicente, Gerardo Casco.
Este único sospechoso es a quien Sequeira fue a ver el día que desapareció, porque lo llamó para hacer un trabajo en la chacra, según contaron familiares del fallecido.
Se trata de uno de los tantos patrones que tuvo en su vida la víctima, y a este en particular lo conocía desde hace varios años. Desde que salió de su domicilio aquel lunes 4 de enero, habría sido la última persona con la que estuvo en contacto, según indicios y testimonios recabados por los investigadores.
El trabajador rural fue buscado durante 40 días, hasta que la noticia del hallazgo de restos humanos en un pozo de agua de unos 30 metros de profundidad dieron cierre a los intensos rastrillajes. Pero ¿cómo llegaron al lugar los pesquisas?.
Punta de ovillo
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Un dato no menor es que el lugar donde está la excavación donde hallaron el cadáver es una chacra de Picada El Progreso, ubicada a unos 30 kilómetros de la zona urbana de San Vicente, justamente donde iba a ir a realizar labores la víctima.
Los policías contaban con esa información porque se las brindó la familia de Antúnez Sequeira. Esa punta de ovillo los orientó hasta propiedad en cuestión, perteneciente a un pariente del último empleador de Sequeira.
Fue así que el pasado sábado a las 9.30 entre plantaciones de pino, maíz y eucaliptos, se halló una excavación, del cual se percibió un olor nauseabundo (en un radio de unos 100 metros). Personal policial y de bomberos procedieron a la extracción de gajos y troncos del interior.
Tras excavar varios metros llegaron hasta un sector en donde se toparon con el cadáver. Mientras tanto y con la presencia del juez Casco y allanaron el domicilio del acusado, ubicado en Picada Zulma, en inmediaciones al kilómetro 978 de la ruta nacional 14.
Tras detenerlo hallaron pertenencias de Antúnez Sequeira. Fue la pieza del rompecabezas que faltaba. Esa evidencia fue suficiente para arrestarlo bajo sospecha de “homicidio simple”, explicaron las fuentes.
Incluso se supo que el ahora arrestado habría negado ante los uniformados que le ofreció trabajo a la víctima, pero surgieron testigos que lo vieron cuando a fin de año se presentó al domicilio para hacerle la propuesta. “El 4 de enero empezás”, le habría dicho según algunos testimonios.
Esa fecha jamás será olvidada por la familia de Antúnez Sequeira, fue la última vez que lo vieron con vida.
Ahora pusieron fin a la angustia de no saber su paradero y condición. Incluso ayer y tras el penoso trámite de reconocimiento del cuerpo pudieron darle sepultura en el cementerio local. Sin embargo recién comienza la fase investigativa, la que busca justicia por Sequeira y que por el momento está lejos de cerrarse.
Pericias genéticas
Aún resta conocerse el ADN para confirmar la identidad de Antúnez Sequeira en forma legal y pruebas similares en ropas y objetos hallados en la vivienda del sospechoso y que se cree le pertenecían a la víctima.
En cuanto al móvil del crimen aún no está claro, sin embargo desde la investigación judicial policial aún no descartan nada.
Los próximos días serán claves para esclarecer en forma fehaciente el homicidio.
Aguardan ampliación
Desde la Justicia descartaron por el momento y hasta que no haya evidencia forense (mediante la ampliación de autopsia), que a la víctima la hayan arrojado aún con vida al pozo. Por el momento se cree que lo mataron y lo tiraron.