El 18 de febrero de 1937 se suicidó el cuentista uruguayo Horacio Quiroga, quien padecía un cáncer intestinal inoperable. Agricultor, docente y escritor prestigioso, Quiroga vivió y murió como él lo había decidido.
Sin duda que su final venía signado por aquel día de 1879 en que su padre, Prudencio, al querer saltar un alambrado en un campo de San Antonio Chico, se mató de un balazo que accidentalmente salió de su escopeta.
Su destino dramático prosigue con Ascensio Barcos, el hombre con quien su madre se casó dos años después. Barcos será quien le enseñe a Quiroga a amar la naturaleza y la poesía, dos elementos que signarán su vida y lo decidirán a vivir en la selva misionera.
Una afección cerebral paralizó el cuerpo de Barcos y de nuevo un desenlace fatal: apoyó una escopeta en su sien y la disparó con los dedos del pie.
Además, el disparo accidental de un arma le hace matar en su natal Salto, en Uruguay, a su entrañable amigo Federico Ferrando. Nunca más podrá volver allí.
Recién casi al final del siglo pasado es cuando Quiroga inicia su vida con las letras. Viaja a París y conoce a Rubén Darío, Enrique Gómez Carrillo y Manuel Machado, entre otros.
También es un gran amigo de Leopoldo Lugones, quien el mismo día, pero un año después, también termina con su vida de igual modo.
La relación con Lugones y el primer viaje a Misiones, acompañándolo, le cambian la vida. Comenzará por iniciar sus series de cuentos que publicará en “Caras y Caretas”.
Compra 185 hectáreas en San Ignacio y viaja hacia allí en 1908, junto a su joven esposa, Ana María Cires, Fue padre de dos hijos, Eglé y Darío, quienes a la muerte de su padre, también terminarán sucidándose.
En El Tropezón
Leopoldo Lugones, una de las mayores figuras de la literatura argentina y americana, se suicida en el histórico recreo El Tropezón, sobre el Paraná de las Palmas.
El desenlace imprevisto, según quienes lo conocían, se habría producido por la separación de una joven alumna con quien mantenía relaciones.
Las amenazas de su hijo, un jefe policial “bravo”, tanto contra él como contra la familia de la chica, lo condenaron a una soledad que no soportó.
Otras versiones, sin embargo, atribuyeron la decisión a la decepción política de Lugones que había llegado a respaldar el golpe del 30 que derrocó a Uriburu.
De todos modos, casi nadie imaginaba ese final para quien dijera: “Del hierro nunca vi salir lágrimas…”.
Prosista y orador brillante, fue anarquista en su juventud, luego socialista y, tras desengañarse del general Uriburu, abrazó el catolicismo.
“Es el único que escribe con todo el idioma”, dijo de él Jorge Luis Borges. Autor de la memorable “Guerra Gaucha”, entre sus poesías se destacan “Odas Seculares”, “Poemas solariegos” y “Romance del río seco”.
En tanto que sus prosas principales, junto a la mencionada “La Guerra Gaucha”, son “El imperio jesuítico” y “Cuentos fatales”.
Había nacido en Villa María de Río Seco, provincia de Córdoba, el 13 de junio de 1874, fecha en que se conmemora el Día del Escritor.